Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 30 de noviembre de 2018

CAMPANAS DE LEYENDA EN SAN PEDRO DE LA HOZ








FOTOGRAFÍAS: San Pedro de la Hoz (Tomadas en julio de 2012) 

Caminando de Burgos Santa Casilda, una mujer que peregrinaba al santuario de Buezo para cumplir una promesa,  se desorientó en su rumbo al caer la noche. Pero sucedió que, cuando más perdida y afligida estaba, escuchó el toque lejano de un campanillo, lo cual le sirvió para llegar a San Pedro de la Hoz, de cuya iglesia salían los tañidos. La mujer [al parecer de alto poder económico], en agradecimiento por haber salido con bien de aquel trance quiso donar sus alhajas para que el pueblo fundiera unas campanas nuevas y más grandes, unas campanas que fueran la admiración de todos y que se escucharan desde muy lejanos lugares.

        Más o menos así lo cuenta una leyenda que he podido recoger en San Pedro de la Hoz. Más o menos también así podría haberse leído en algún exvoto de Santa Casilda, caso de que el hecho narrado hubiera sido escrito y enmarcado en el santuario. Pero no. Digamos que es un exvoto oral, salido de la tradición y sin ninguna certeza histórica.  
        Han pasado trece años desde mi última visita al recóndito lugar de  San Pedro de la Hoz y de nuevo el recuerdo de las dos  campanas de su iglesia me ha llevado al humilde campanario que las aloja. No son unas campanas corrientes de bronce, qué va. Una es enorme y de sonido largo (tres minutos tiembla el campanario con un simple golpe de badajo, tres minutos en que su voz queda suspendida dentro del casetón y se expande a lugares remotos). Las dos tienen crípticos mensajes, en tipografía y alfabetos varios y cuyo significado nadie hasta ahora ha sabido descifrar. Me contaron en la visita de ayer, como me lo contaron hace años (lo que quiere decir que esta cuestión se ha convertido también en leyenda), que han sido innumerables curas y especialistas (supongo que paleógrafos) los que se han acercado a San Pedro de la Hoz para descifrar los enigmáticos mensajes sin haberlo conseguido. Tan problemático es el asunto que circula la especie en el pueblo de que las inscripciones han llegado hasta el Vaticano para ser estudiadas por los mejores especialistas. Quedamos a la espera. Por supuesto, no seré yo, pobre de mí, que a duras penas alcanzo a leer la fecha de fabricación, 1553, quien vaya a resolver el misterio de las campanas de San Pedro.
        Otra cuestión planteada es cómo pudieron llegar unas campanas tan enormes a este apartado rincón en una época (mediados del siglo XVI) en que los caminos debían ser solo sendas apenas transitables para personas; cómo pudieron ser arrastradas las carretas, que se supone tendrían que llevarlas, por un desfiladero tan angosto (La Hoz); y cómo pudieron ser subidas a un campanario tan endeble. La respuesta puede estar en que debieron ser fundidas in situ por algún campanero ambulante, probablemente en un horno excavado al poniente de la iglesia, en una ladera a la altura del campanario, con lo cual el traslado y la colocación pudo llevarse a cabo sin mayores problemas. 
        Y una cuestión más: siendo, por su epigrafía y ornamentos, unas campanas tan excepcionalmente valiosas, lo natural sería una protección mayor de la iglesia y una consolidación del campanario. Parece que no es mucho pedir. Uno, que es muy lanzado a la hora de imaginar, piensa ya en peregrinaciones de paleógrafos, nacionales y extranjeros, para intentar descifrar dichas inscripciones, y cree que sería bueno trasladar una imagen de respeto hacia el monumento y no de abandono. Los vecinos del pueblo han mejorado notablemente su caserío, lo que es agradecer; un segundo paso sería la declaración de Bien de Interés Cultural para todo el conjunto por parte de la autoridad competente.
        Para vosotros, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, adjunto una pequeña muestra de este tesoro campanil. Que la disfrutéis



sábado, 24 de noviembre de 2018

LA CARTA MANUSCRITA


Sobre para carta voladora

FOTOGRAFÍA: Sobre para carta en avión

De casi me da un patatús. Ayer abrí el buzón de la correspondencia (quizás habría que decir hoy de “la publicidad y apercibimientos”) y me encontré con una carta escrita de puño y letra y con bolígrafo. No os imagináis, queridos amigos, la emoción que sentí, pues hacía mucho, mucho tiempo que no recibía una carta personal tradicional, de las de antes, con sello y remitente en el reverso del sobre incluidos. Acostumbrado como estoy a recibir solo comunicaciones de bancos, recibos de compañías de gas y electricidad, del ayuntamiento o aseguradoras, con la impersonal escritura de ordenador y sin ningún calor humano, encontrar en el buzón esta joya me emocionó hasta el punto de que yo mismo me animé y la contesté de puño y letra y a bolígrafo. Y si os digo la verdad, amigos míos, cuando escribía se apoderaron de mí sentimientos encontrados. Alegres por un lado, porque, por culpa de las nuevas tecnologías que nos comieron, era la primera vez en muchos años que respondía de esta manera, y tristes por otro, porque comprobé que mi letra ya no era la misma, me di cuenta de  que había perdido destreza en el arte de escribir a mano. No digo que lo hiciera con letra de médico (¡que eso sí es arte!), pero vi que, de no usarla, mi grafía se había convertido en algo desconocido, creo que en una sucesión de garabatos bárbaros, inseguros y mal alineados. 
Ahora me pregunto cómo será una carta de amor escrita a través de un correo electrónico sin franqueo alguno. No lo puedo imaginar, aunque quizá esas cartas ya no se escriban.
  

miércoles, 21 de noviembre de 2018

LIENZOS DEL ABANDONO, ARTE DE POLVO Y ARAÑAS

Tejidos del abandono

Telas de harina y arañas 

Revuelto de sueños 


FOTOGRAFÍAS: En la vieja fábrica de harinas de Villarcayo. Tomadas en marzo de 2014 


Primero fue polvo de harina en el molino, en suspensión mientras la fábrica trabajaba. Después la fábrica se paró, sus canalones, motores y correas enmudecieron para siempre y el polvo se apoderó del tejemaneje de las arañas, ¿o fue al revés? Fuera como fuere, lo cierto es que ese hermanamiento dibujó sueños colgantes que, en mis desvaríos, me parecieron lienzos de consumado artista. Nunca semejantes colgajos lucirán en una pinacoteca, lo sé, por eso los acojo y guardo en este Cajón de Sastre, donde quizás alguna araña informática siga tejiendo en la oscuridad.


lunes, 19 de noviembre de 2018

VENTANA DE LOS AZULEJOS EN ESPINOSA DE LOS MONTEROS

Asomábase la señora de la torre entre bellos  azulejos...
¿Qué significaban las ventanas, que tanto se adornaban?

Torre de los Azulejos en Espinosa de los Monteros
¿Habrá otra tan bella?


FOTOGRAFÍAS: Torre de los Azulejos (febrero de 2012 y gentileza de Miguel Moreno)

        Dentro de la  magna colección de ventanas burgalesas que aquí llevamos guardada no podía faltar este elegantísimo ejemplar, cuya mayor originalidad es la de tener una colección de azulejos, de personalidad mudéjar, rodeando tres de sus lados. Pertenece a una de las numerosas torres que existen en Espinosa de los Monteros, la que, por dicha decoración, se conoce como Torre de los Azulejos.
        Dicho esto, siento la obligación de entonar un mea culpa, pues en la entrada que aquí guardamos el 10 de diciembre de 2015, con el título de “VENTANAS DE ESPINOSA DE LOS MONTEROS”, consignábamos la principal de esta torre (siglo XVI) y olvidamos su joyita lateral, quizá porque en el momento de nuestra visita las sombras de la tarde y de los árboles hicieron que nos pasara desapercibida.
        Guardada queda y que la disfrutéis.
  

viernes, 16 de noviembre de 2018

EL PEÑON DE GETE, DONDE JAN FORE GRABÓ SU NOMBRE



A la sombra del Peñón de Gete se reunían los pastores


Junto a un camino, en un robledal


Jan Fore quiso inmortalizar su visita 
También Julito

FOTOGRAFÍAS: Peñón de Gete (Tomadas en octubre de 2018)

        Últimamente se divulgan afloraciones rocosas en distintos lugares de Burgos a las que se concede el mérito de ser sacras y además celtas. Suelen ser peñas de roca arenisca que destacan sobre los pastizales, de manera  abundante en los bajíos de la Peña Carazo. Aunque yo, tan incrédulo como Tomás (o más), me permito poner en duda ambas cosas ¡y mira que me gustaría que fueran ciertas! No habiendo ninguna inscripción aclaratoria, resultan elementos poco fiables algunas simples cazoletillas o concavidades y escalerillas talladas, que pudieron haber sido hechas por pastores de cualquier época, por eremitas del medioevo (tan presentes en la zona, San Marcos, Peña Rota, Peña Aguda...), o simplemente ser de carácter natural y producto de la erosión. Sin ser un experto, tampoco algunos fragmentos cerámicos encontrados en alguna de las peñas me parece motivo suficiente para catalogarlas como peñas sagradas y celtas. Cuántas veces yo mismo he encontrado, en distintos lugares de la provincia, promontorios rocosos en cuyas cúspides se encuentran cazoletas naturales que pueden llamar al engaño. Si ser peña destacable en el terreno ya es mérito para ser sagrada (con lo que esta denominación conlleva) entonces tendríamos un vasto territorio lleno de santuarios, fueran de pueblos turmogos o de otras culturas pretéritas. Y si esto hubiera sido así, entonces entre todas se llevaría la palma el llamado Peñón de Gete, un imponente y solitario testigo rocoso, de unos doce metros de altura y unos ocho de perímetro, que sobresale majestuoso en el robledal, como una pirámide maya en las selvas del Yucatán, justo en la divisoria de los términos municipales de este pueblo y Villanueva Carazo. Un majestuoso peñón que nunca hubiera pasado desapercibido para quien ideara llevar a cabo servicios rituales. Como no pasó desapercibido para los pastores de siempre, pues al girar sobre sí mismo en perfecto acuerdo con el sol, siempre proyecta acogedoras sombras, en uno o en otro de sus lados. Imaginaos, queridos amigos de este Cajón de Sastre, las siestas de los pastores de Hacinas, Villanueva y Gete, en este lugar y al arrullo del enjambre que vive en el piso de arriba sin más pretensión que la de hacer miel. Siestas sagradas, cuando el calor más apretaba y las ovejas formaban ovillo.
        Cosa aparte serían los grafitis del lado del sol naciente. Una “pizarra” como aquella por fuerza tuvo que ser golosa para la escritura grabada y para que los que una vez estuvieran al pie del Peñón desearan  dejar constancia de su admiración. Esto debió ser lo que llevó a un tal JAN FORE a escribir su nombre en el año de 179? ¿Jan Fore?, ¿pero qué clase de nombre es este? Jan es de uso normal en Paises Bajos, Noruega o Polonia, entre otros, pero, ¿y entonces, quién fue esta persona, de dónde procedía y cómo llegó hasta el Peñón de Gete?  Estaría dispuesto a aceptar que me dijerais, queridos amigos, que fue cualquier profesional, un agrimensor o un geólogo, por ejemplo, que inspeccionaba y estudiaba el terreno aledaño a la Peña Carazo a finales del siglo XVIII. Pero creo que  sería una especulación de complicado trazo. Dejemos, entonces, volar la imaginación y construyamos cada uno de nosotros la historia que más nos guste en torno al grafitero Jan.