Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

lunes, 27 de febrero de 2023

BARRIO ALTO DE CEREZO, EN EL CORAZÓN DE LAS RUINAS


Cerezo de Río Tirón hace un cuarto de siglo.
Algo ha cambiado desde entonces
en el Barrio de Arriba.   


FOTOGRAFÍAS: Cerezo de Río Tirón (1997) Ruinas del Barrio de Arriba (febrero de 2023)

Ha pasado un cuarto de siglo desde que obtuve la panorámica de Cerezo de Río Tirón que aquí os dejo, queridos amigos de este Cajón de Sastre. Mucho e imperdonable tiempo para cumplir la promesa que entonces me hice de subir a las ruinas que se recortaban en lo más alto de la montaña, a las que se veían y las que se adivinaban bajo las nubes tormentosas. ¿Por qué hasta ahora no había cumplido esa promesa? No lo sé, de verdad que no lo sé, probablemente porque la provincia de Burgos tiene muchos focos de atracción, demasiados para abarcarlos a todos en una vida. No sabía, aunque lo intuía, lo que me estaba perdiendo. Necesitaba subir sin más dilación para entender, para comprender los muñones pelados que desde la lejanía se apreciaban, y aún se aprecian, sobre Cerezo. Y así, por fin, un día reciente de este demente febrero bajo cero, en compañía de mi insustituible ojo avizor (que será de azor, pues a ella no se le escapa nada), he subido al lugar donde las ruinas se juntan con el cielo, que es como decir donde se ubicó, hasta no hace tanto, el llamado Barrio de Arriba, principio de un Cerezo nacido al amparo de un castillo ya borrado. El espectáculo es de guerra, sobrecogedor. La historia de los restos de este Barrio es bien conocida, y escrita está ahora en varios paneles hincados, suficiente para no perderse en divagaciones. Enfrente tienes la iglesia de Nuestra Señora de la Llana, te dice uno de los carteles, la que fue románica, la que lució la soberbia portada de este estilo que durante muchos años pudimos disfrutar en el Paseo de la Isla, en la ciudad de Burgos. Nada queda de esta iglesia en pie, a los sumo algunas piedras confundidas entre el amasijo general. Otro cartel te dice: tienes enfrente la parte más alta de la montaña, el rellano donde se asentó el castillo de Cerezo, el origen de todo (754). Y entonces quieres que tus pasos se muevan aquí y allá por el recinto, lo mismo para tratar de imaginar fosos y patio de armas que para hallar muros y basamentos que configuren los siglos enterrados. Nada queda de la fortaleza, solo dos catas arqueológicas hechas por alguien que quiso encontrar y sentir la chispa de las espadas y el combate de los vientos pasados. Lo demás son ruinas de casas, testimonios muertos del Barrio de Arriba. Lo demás es también la iglesia de Nuestra Señora de Villalba, cuyos muros en suspenso encogen hoy el ánimo y son un peligro para osados visitantes. En verdad parece que solo falta un breve soplo del regañón para que todo se venga abajo, y cuando esto haya ocurrido la imagen de Cerezo, visto desde la distancia, será ya muy distinta.


Restos del Barrio de Arriba. 


Aún se aprecian vanos de las casas. 

Ruinas de Nuestra Señora de Villalba,
un peligro para osados visitantes.


lunes, 20 de febrero de 2023

RENACIMIENTO EN LA CALLE DE LAS SOMBRAS


Delicias del Renacimiento en la Casa de Miranda.


Bellezas oníricas en la calle de La Calera.



Elegancia de otro tiempo

Caprichos en la oscuridad


Siempre injustamente en las sombras.


FOTOGRAFÍAS: Ventanas en la Casa de Miranda (Tomadas en febrero de 2023)

Quizá esté equivocado al llamar calle de las sombras a la que en realidad es calle de La Calera. Es una impresión muy personal, probablemente fijada porque casi siempre que paso por ella tengo la mala fortuna de encontrarla en sombras, sino en su totalidad al menos el lado en el que se encuentra la parte trasera de la Casa de Miranda, hoy Museo Arqueológico. Y es una pena que la luz solar sea tan esquiva en esta calle, pues el sombrío no nos deja ver en su plenitud las maravillosas ventanas de dicha casa que dan a esta vieja rúa burgalesa. Una rúa, por cierto (a título de curiosidad lo cuento, queridos amigos de este Cajón de Sastre) donde, según el Diccionario de Pascual Madoz, a mitad del siglo XIX hubo una fábrica “a imitación de la inglesa” de loza fina “con buenos talleres y hornos” y donde se ocupaban 100 personas, lo que no estaba nada mal para la época. Dice Madoz que esta fábrica “se halla en la calle de la Calera y está sostenida por una empresa, habiéndose dado la primera hornada el día 10 de julio de 1846”. El dato es muy interesante, aunque no llega a aclararnos el porqué del nombre de la calle; y a este respecto me atrevo a sugerir que probablemente antes que la citada fábrica debió existir en ella algún horno de fabricación de cal, uno o más de uno.  

Pero a lo que íbamos, comentábamos sobre las ventanas. Y aquí, queridos amigos, tengo que deciros que este post solo y exclusivamente está guiado por la belleza. Sabéis que nunca ha sido mi intención hacer catalogación de ventanas de los grandes monumentos en las grandes poblaciones, sino que, por el contrario, ha sido la de dar a conocer las del medio rural, tan infravaloradas ellas pese a su importancia artística. Hoy, sin embargo, la belleza me ha podido y no me he resistido a la excepción. Las ventanas traseras de la Casa Miranda, de primoroso Renacimiento, son tan extraordinariamente bellas que merecerían estar más expuestas a la luz y menos a las sombras.

miércoles, 15 de febrero de 2023

ÁLAMOS DE SANTA CASILDA, LIENZOS ENTRE POZO BLANCO Y POZO NEGRO

Nombres, corazones, deseos, fechas...


Pozo Blanco, aguas para un deseo.

Corteza de mártir.

Quizá hablen de alguna curación milagrosa


Pozo Negro, donde se diluye la sangre excesiva.  


FOTOGRAFÍAS: Álamos grabados  en Santa Casilda (Tomadas en febrero de 2023) 

Siguiendo con la estela de los álamos plateados, la casualidad ha querido que de nuevo hoy tenga que hablaros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, de estos sacrificados vegetales que sin comerlo ni beberlo se han convertido en láminas de dibujo, Papel Guarro gratuito donde cada cual escribe, graba y dibuja lo que le pide su estado de ánimo en un momento determinado. Es su triste culpa, la del árbol plateado, digo, pues su piel clara la hace muy atractiva para quien gusta de expresar sus emociones, lo mismo sea por el recuerdo de una visita muy deseada, el agradecimiento por un favor obtenido o por el encendido amor que cree será perdurable. La fina y plateada corteza de los álamos de Santa Casilda, que se alzan junto al arroyo de aguas mágicas, entre Pozo Blanco y Pozo Negro, han sido y siguen siendo, mientras haya espacio en ellos, sufrientes lienzos para los visitantes a este lugar de gran tradición. No hay más que ver los troncos atiborrados de inscripciones para ver que grafitear en la piel de los árboles ha sido y es, a través de los tiempos, una costumbre sumamente arraigada. He inspeccionado bien los lienzos, pero no he visto grandes obras, solo nombres, algunos ya envejecidos por líquenes, fechas y corazones. Pero tal vez entre el maremágnum de lo grabado se halle, tapado, el agradecimiento de aquella pareja que tuvo la dicha de conseguir el hijo o hija tan deseados con solo haber arrojado un canto al agua de Pozo Blanco, o el de aquella joven mujer que remedió su incómoda menstruación con las aguas del Pozo Negro. Tal vez. 

martes, 24 de enero de 2023

WILLIAM TURNER, GRAFITIS EN EL ÁLAMO PLATEADO


Grafitis en el álamo plateado, justo debajo de la marca de agua.


William se subió a lo más alto del álamo plateado
para grabar su nombre


FOTOGRAFÍAS: Álamo plateado en la ribera del Arlanzón. Río Arlanzón (Tomadas en enero de 2023 y mayo de 2020).

Echo la vista atrás, cierro los ojos, y apenas puedo creerlo. ¿Fue un sueño o fue realidad? ¿De verdad hubo un tiempo, reciente, en que estuvimos confinados en nuestras casas, sin poder salir de ellas salvo permiso concedido de una hora, como si estuviéramos presos en una cárcel de barrotes y nos dejaran salir al patio durante ese tiempo para estirar las piernas? ¿De verdad que al ver llegar de frente a otras personas por el camino nos separábamos de ellas como si fueran apestadas, como si nosotros mismos lo fuéramos? “No pudo ser, es imposible”, quizá digan generaciones venideras. Pero lo cierto es que todos lo sufrimos, sabemos que unos más dolorosamente que otros. Personalmente aquella mascarada paralizante, que tantas desgracias causó, la llevé sin mucha frustración. Y, a decir verdad, hoy la recuerdo con cierta y positiva melancolía, no por aquello de que cualquier tiempo pasado fue mejor (que no fue mejor), o por el tonto orgullo de ser testigo y haber vivido un importante acontecimiento histórico, sino porque los sesenta minutos que se nos concedía a los de mi edad para salir a la calle, y los cortos trayectos que se nos puso como límite para movernos me permitieron dar deliciosos paseos diarios por las orillas del Arlanzón. Ah, qué paseos tan gratificantes. Paseos del Covid, los bauticé, tan cortos, pero tan intensos, y tan diferentes en la valoración. Los recuerdo ahora y veo en ellos el bosque de ribera, con sus chopos plateados, sauces y abedules escoltando nuestro gran río, que corría más libre y veloz que nunca lamiendo las patas de una solitaria garza. Todo me parecía más hermoso que nunca. Una hora de libertad vigilada me permitía saborear todo hasta límites que nunca hubiera sospechado: el camino, el bosque, el cielo y el río, como si en ello me fuera la vida. De aquellos paseos recordé hace poco un poderoso chopo-álamo, el ejemplar más grueso de todos los que jalonan el camino junto al río, cuya imagen, de tanto pasar junto a ella se me hizo familiar. Me llamó la atención entonces por su gran porte, sin embargo no fue hasta hace poquitos días, en otro de mis paseos por el mismo recorrido, con libertad de tiempo, cuando descubrí que el árbol guardaba una sorpresa. En lo más alto del tronco principal columbré un grupito de grafitis, a tamaño mínimo, en el que, a pesar de la altura, acerté a leer un nombre, WILLIAM TURNER, una fecha, XXII-X-XV y la descripción de la especie del árbol, ÁLAMO PLATEADO. Igualmente columbré otros signos en otra gruesa rama, también inaccesible para los no preparados, pero estos no se veían claros y no los pude descifrar. Aquello despertó mi curiosidad, tenía que fotografiarlo, y para ello volví de nuevo con cámara de alcance.

A la vista de dichos grafitis, pregunto al viento, ¿a quién si no?:  ¿Quién fue este William Turner que tanto arriesgó para hacer su obra? ¿Fue acaso un anglohablante, caminante de Santiago despistado que no pudo resistirse a la piel tan clara y fina del álamo plateado? Me temo que nos quedaremos sin respuesta, aunque seguir su pista podría ser bonito tema para una novela. Lo que sí parece seguro es que, con su escalada a las cumbres del árbol, el autor pretendió que su nombre no pudiera ser borrado fácilmente.


Durante el Covid el Arlanzón seguía su camino,
como si nada ocurriera.


domingo, 22 de enero de 2023

LICENCIADO HIDALGO

Escudo de hidalguía para el apellido Hidalgo

Cartela bajo escudo
                        

FOTOGRAFÍAS: Escudo en un lugar de la Patada del Cid (Tomada en 2019).  

        Esos pueblos y aldeas de la que hoy, con todo derecho del mundo, llamamos "España Vacía" esconden en su olvido testimonios de un pasado histórico que siempre, por mínimos que sean, invitan a la reflexión. Así, suele ocurrir con mucha frecuencia que dichos testimonios se manifiesten en forma de escudos y que estos luzcan maravillosas labras, todo con un afán de recordar glorias o triunfos personales alcanzados, seguramente por alguien que en su día se jactó de ellos pero que hoy ya nadie recuerda. Para comenzar el año en esta bitácora, queridos amigos, me ha parecido que no estaba de más recordar, o sacar del olvido, a un vecino de la Patada del Cid que alcanzó licenciatura (no sabemos aún en qué disciplina) en 1689, y que para mejor presumir de ella quiso que su nombre y apellido se perpetuaran en lápida adherida bajo las armas de su propio escudo. EL LICENCIADO PEDRO HIDALGO, puede leerse en la cartela, así como también, en sombrerillo sobre el casco, la citada fecha.  
        EL apellido Hidalgo es común en los pueblos del entorno de la Patada del Cid, de eso no cabe duda, pues lo tenemos bien constatado, lo que quizá no sea tan frecuente es el hecho de que una persona con ese apellido tenga también la condición de hidalgo, como bien parece evidenciarlo el propio escudo. Así, pues, estaríamos ante una dualidad interesante y digna de estudio. Pero, de verdad lo digo, hágase pronto ese estudio, ya que en la España Vacía, desprotegida en su soledad y angustioso abandono, la conservación e integridad del patrimonio no augura un buen futuro, y este licenciado en piedra, convengámoslo, es frágil ante el expolio, tan frágil como si fuera de vidrio.