Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 13 de septiembre de 2024

EL OTRO CEMENTERIO

      


Dos cementerio en Castrillo, uno vivo y otro muerto


FOTOGRAFÍAS: Cementerios de Castrillo Solarana (agosto de 2024)

En un tiempo no tan lejano y en lo que respecta a las costumbres en torno a la muerte en nuestros pueblos, hubo muertos de primera categoría y muertos de segunda, o lo que podría ser lo mismo, muertos que se enterraban en los cementerios santos (Camposanto) y muertos que, por ciertas circunstancias, se enterraban fuera de ellos, en hoyos pegados a sus muros o en corralitos construidos junto a ellos. Estos corralitos, por ser destinados a enterrar a no bautizados o suicidados, seguramente no fueron conocidos ni considerados como camposantos. Así eran las cosas de la muerte hasta no hace tanto, la Iglesia tenía sus normas y el pueblo las cumplía a rajatabla. Probablemente, si visitáramos hoy uno por uno los cementerios de todos los pueblos burgaleses encontraríamos más de un corralito para dichos muertos de segunda, bien adosados al cementerio principal o bien separados de él. Quizá uno de los ejemplos mejor conservados sea el de Castrillo Solarana. Se trata de un pequeño y bien definido cuadrilátero, hecho con tosco sillarejo, con apenas tres metros de lado y un vano de puerta que comunica con el cementerio mayor. Hoy en él no se advierte signo de enterramiento alguno, no hay cruces, probablemente nunca las hubo, no hay flores, solo hierbajos…, tal vez recuerdos.

  

 TESTIMONIOS

 

 

“Si no estaba bautizado se le enterraba fuera del cementerio”.

 

LUGAR: Leva. Fecha de recogida, 14-1-1998

 

 

 “A los que se suicidaban los enterraban también dentro del mismo cementerio, pero en un sitio aparte, separados, en un rincón”.

 

LUGAR: Celada del Camino.  Fecha de recogida, 22-7-2003

 

 

“A los que morían ahorcaos se les enterraba fuera del cementerio”.

 

LUGAR: Castildelgado. Fecha de recogida, 2-2-1998



            "[A un niños sin bautizar] no le enterraban donde se enterraban a los demás, había un departamento, un cacho [de tierra aparte} para ellos". 


LUGAR: Vizcaínos. Fecha: de recogida, 21-8-1998  



Un recinto para el recuerdo


miércoles, 4 de septiembre de 2024

UNA EXCURSIÓN BAJO UN CIELO NEGRO


Un cielo negro y amenazador se aproximaba a Villaveta.


FOTOGRAFÍAS: Bodegas en Villasandino y Villaveta. Iglesia de Villaveta.  (Tomadas el 31 de agosto de 2024). 

Hay excursiones que por uno u otro motivo se hacen inolvidables. De la que os voy a hablar, queridos amigos de este Cajón de Sastre, es una de las que permanecerán para siempre en el recuerdo de este cronista. Fue el 31 de agosto (del presente año, por supuesto), día en que las compuertas del cielo se abrieron sobre las 16 horas y las trompetas del apocalipsis sonaron en Villaveta con descomunal fuerza. Y diréis: ¿y qué hacías tú, y quienes te acompañaban en ese desguarnecido pueblo, cuando la oscuridad que se acercaba por Castrillo era tan negra y amenazadoramente premonitora? Vayamos por partes.

VISITA A LAS BODEGAS DE VILLASANDINO

         Siguiendo con el tema de las bodegas, mi compromiso aquel día era visitar nuevos conjuntos, especialmente los de Villasandino, los de Arriba (“El Tablar”) y los de Abajo (“Bodegas del Viento”), que ya conocía de cuando contacté por primera vez con la Cofradía de los Chisteras, de eso hace la friolera de 30 años. Me guiaba la intención de ver en qué había quedado la costumbre de socializar en las bodegas de los vecinos de este pueblo, y de otros de su entorno. Me interesaba esto. Ya vimos en entradas anteriores cómo, en algunos pueblos, por diversos motivos esa socialización prácticamente se ha perdido; los conjuntos bodegueros se han convertido en “despoblados”, donde solo algunos recalcitrantes entrados en muchos años las visitan y disfrutan con cierta asiduidad. La juventud, dicen estos resistentes, ya no quieren saber nada, ni de hacer vino ni de las bodegas, prefieren otras actividades y diversiones. Sin embargo, en la visita a Villasandino pude comprobar que esto no es del todo así. Era sábado por la mañana, era agosto, y había cierto movimiento en los barrios del vino. En las bodegas de Abajo vi que había algunas con la puerta abierta, personas haciendo reparos, dentro y fuera de ellas, y bicicletas aparcadas junto a sus entradas, lo que me llevó a pensar que el abandono no era del todo total. Mayor actividad social pudimos encontrar en las bodegas de Arriba, a una de las cuales, la que me pareció más antigua y de cierta nobleza, su dueño, el señor Anselmo, nos invitó a entrar y a compartir un vinito churrillo, con otros vecinos que le acompañaban, en el lugar entablado donde un día se pisó la uva. Fue así cómo pudimos disfrutar de las entrañas de una bodega que, según supe más tarde, era conocida como “El Senado”, en contraposición a otra que visitamos más arriba, conocida como “La Moncloa”, donde se arremolinaba en la “hora del vermú” un buen número de Villasandineses de todas las edades, con muy buen humor, todo sea dicho. La socialización en las bodegas, pues, no se ha perdido del todo, pensé.


A la bodega de Anselmo se la conoce como "El Senado".


Las bicicletas son para las bodegas. 


VILLAVETA, DONDE EL CIELO SE DESPLOMÓ

Siguiendo nuestro periplo bodeguero recalamos en Villaveta, un pueblecito en el que, creo, no había estado nunca, pero vaya usted a saber, después de tantas vueltas. También este lugar tiene dos barrios de bodegas, aunque solo nos dio tiempo a visitar uno de ellos, que por cierto parece un poblado de esos que salen en las películas “del oeste” (quizá algún  ojeador de lugares para cintas de esta naturaleza algún día se percate del interés paisajístico y urbano que ofrecen estos barrios bodegueros con sus merenderos y lo ofrezca a algún productor cinematográfico para el rodaje de alguna película, sería una oportunidad para mitigar la despoblación, solo haría falta para completar el cuadro poner un par de cardos voladores y un saloon con puertas abatibles de doble hoja). 


Bodegas de Villaveta (Barrio de Arriba).
Para una película "del oeste".


Y en esas estábamos, curioseando y fotografiando bodegas del barrio de arriba, cuando vimos que del sur se iba aproximando un inmenso y amenazador nubarrón, negro como pocas veces habíamos visto. ¡Uy, uy, uy!, “esto se pone feo”, dijimos, y acordamos que era momento de salir pitando, de ponerse a resguardo. Que fue así cómo llegamos a Villaveta. Fue a la entrada del pueblo cuando se desató el diluvio. Pero aun y con eso, fugazmente nos dio tiempo a contemplar de frente un mural del artista urbano Christian Sasa, creo que copia de un Velázquez, pero esto no es seguro, porque los goterones en las lunetas nos impedían ver con claridad. En un primer instante quisimos aparcar el coche frente a la iglesia, pero la tormenta se manifestaba ya tan colosal, con vientos tan salvajes que parecían salidos de otro planeta, que decidimos buscar otro aparcamiento más seguro, no fuera ser que alguna teja o algún pináculo se desprendiera del templo y cayera sobre nosotros. Así, sin apenas visión por la lluvia encabritada, que con inusitada fuerza atacaba por todos los lados, aparcamos en una callejuela, sin saber si en ella estábamos más seguros. Y aquí, queridos amigos, fue donde pensamos que nuestras vidas no estaban seguras, que, de un momento a otro, como sucede en los tornados, nuestro coche y nosotros dentro íbamos a ser succionados y salir volando hacia un destino incierto. Aún con el motor en marcha, el pobre Peugeot se movía en bandazos por el empuje de un viento endiablado que presionaba por todos los flancos, era una máquina indefensa que nada podía hacer para defenderse de una tormenta nunca vista ni sufrida. No podíamos escapar, salir, imposible abrir las puertas, y aunque hubiéramos podido, cómo y donde refugiarnos? Las calles hechas ríos, los canalones de las casas impotentes para recoger tantísima lluvia, remolinos de agua y viento enloquecidos formaban una estampa que nunca habremos de olvidar.

Fue media hora de gran tensión. Pero todo lo que empieza tiene su fin, poco a poco la tormenta perfecta se fue marchando hacia el norte, seguramente para asustar a nuevos y desvalidos pueblecitos. La bestia se había civilizado y convertido en plácida lluvia, quizá en algún lugar cercano a nosotros alguien apagó la vela a Santa Bárbara. 


CRUCERÍAS DE ENSUEÑO

         La puerta de la iglesia, que a nuestra llegada estaba cerrada (mal cerrada, a lo que se ve), el viento la había abierto y el agua se había metido dentro del templo formando charcos. De los dos árboles que se alzan a uno y otro lado de la portada, uno había perdido una gruesa rama, la que hubiera caído sobre nosotros si allí hubiéramos aparcado el coche como fue nuestra primera intención. Con el portón abierto pudimos entrar en la iglesia. Y esa fue la parte buena de todo, pues de esa manera pudimos disfrutar de las bóvedas de crucería rurales más bellas que jamás habíamos visto. Su contemplación vino a apaciguar la zozobra vivida, que aquí sí cabe aquello de que no hay mal que por bien no venga.

FINAL DE LA EXCURSIÓN EN CASTRILLO MOTA DE LOS JUDÍOS

        La relativa calma había llegado también a Castrillo, probablemente el ojo del huracán. Un hombre de 91 años que encontramos, asustado todavía por lo que habían vivido, nos dijo que nunca había conocido una tormenta semejante y lloraba sus frutales tronzados. "No vayan por ahí, que la carretera es un río", nos dijo a modo de despedida..            


Iglesia de Villaveta.
Bóvedas dignas de una catedral


Crucerías salidas de un sueño.


viernes, 30 de agosto de 2024

LOS ABRAZADOS DE TUBILLA

 

Hombre y mujer, románicos y en santo abrazo. 

FOTOGRAFÍA: Canecillo de la iglesia de San Miguel en Tubilla del Agua (Tomada en agosto de 2024) 


Holaaaa, ¿hay alguien ahí? … Silencio. Lógico, todos debéis estar de merecidas vacaciones, queridos amigos de este viejo arcón. Esto es agosto.  Yo mismo he cambiado también de lugar para hacerme fijo en los atardeceres de mi pueblo adoptivo. Demasiado abandono, la verdad, y por ello os pido disculpas. Pero al grano, abramos nuestro Cajón de Sastre para guardar mi último descubrimiento. Se trata de un posible canecillo, procedente de la iglesia arruinada de San Miguel, hoy recostado en el suelo y sobre un muro en la de Tubilla del Agua, con el motivo toscamente labrado de un hombre y una mujer en posición clara de afectuoso y santo abrazo. Había visto cientos de canecillos románicos en las iglesias de Burgos, con temas de todo tipo, muchos de ellos de carácter monstruoso, escandalosamente eróticos, o incluso algunos en posición de evacuación de materia fecal, pero nunca había visto una pareja de tortolitos abrazándose como lo hacen en esta desubicada piedra. Celebremos juntos, pues, esta insólita escena amorosa y medieval, que sin duda será una bonita manera de reencontrarnos.    

lunes, 15 de julio de 2024

BODEGAS (VIII). BODEGAS PASIEGAS


Bodega en Lunada.
Un manantial en su interior genera el frío imprescindible 
para la conservación de los productos lácteos.  



Bodega en Lunada.
Aunque la mayoría de las bodegas pasiegas son de acceso llano,
esta de Mohedillo, en Lunada, dispone de tres escalones para llegar al agua. 

FOTOGRAFÍAS: Bodegas en Cuatro Ríos Pasiegos (Tomadas en 1995).

Existen en la zona burgalesa de Cuatro Ríos pasiegos una serie de subterráneos con evidente parecido a las bodegas tradicionales del vino. Reciben también el nombre de bodegas, y su razón de ser, al igual que en las vitivinícolas,  es el de obtener frío para la conservación de productos, en su caso y fundamentalmente los de la leche. Exteriormente muchas de estas bodegas pasiegas, por estar excavadas en taludes o pronunciados relieves del terreno, y tener accesos con frontis de obra muy semejantes (aunque más reducidos en tamaño), se parecen tanto a las de vino que alguien que no esté avisado puede llegar a confundirlas. Hay, sin embargo, una diferencia notable en ellas. Mientras las del vino tienen una zona hundida para la producción y conservación de los caldos, a la que se accede por un pasillo inclinado con una sucesión de escalones, las pasiegas tienen el acceso llano: llano y sencillo, pues nada más rebasar el umbral de la puerta se está ya en el recinto aprovechado, por regla general mucho más angosto. Interiormente en nada se parecen, y es lógico que así sea, pues si en las del vino el frío es buscado y obtenido en profundidades excavadas, en las pasiegas ese frío se obtiene de aguas subterráneas nacidas en dicho recinto. 

En las bodegas pasiegas la leche, dentro de ollas y cacharras, se dejaba sumergida en el agua, compartimentada o no, y a veces también en pequeñas hornacinas fuera del agua, todo ello con el fin de conseguir la nata; de ahí que a veces se utilizara la expresión “nataderos” para referirse a ellas. Los pasiegos dejaban también, en estos pequeños antros de frío, las mantecas que ellos mismos elaboraban para la conservación hasta el día de su consumo o venta. Y había quien alojaba productos perecederos sin relación con la leche, como si de un frigorífico moderno se tratara.

Muchas de estas bodegas pasiegas, debido a la gran despoblación sufrida en Cuatro Ríos Pasiegos en los últimos años, y la consiguiente falta de usos y cuidados, se hundirán irremisiblemente, y entonces se habrá perdido un patrimonio de extraordinario valor etnográfico.


Bodega en El Bernacho (La Sía). 


Bodega en Peña Negra (Trueba)
Cada bodega tuvo su puerta, pero hoy apenas si
queda alguna como testimonio.  



Bodega en Rioseco 
Algunas bodegas pasiegas contienen en el interior compartimentos de agua
para introducir en ellos recipientes con la leche. 


domingo, 7 de julio de 2024

BODEGAS (VII). BRINDIS POR EL 15 ANIVERSARIO DE MEMORIAS DE BURGOS

Performance: brindis a la entrada de una bodega de Basconcillos de Muñó

FOTOGRAFÍA: Brindis en bodegas de Villahoz y Basconcillos de muñó (Tomadas en julio de 2024)

Hoy, precisamente hoy, queridos amigos de este Cajón de Sastre, se cumplen quince años desde que iniciamos este blog. Fue un 8 de julio de 2009 cuando vio la luz la primera entrada. Su título, “Santa Engracia, un fuerte en las nubes”, fue seguido de otros muchos, más de setecientos, de diversa temática y extensión. Para celebrar tanta vida, tantas fotografías y tanta palabra escrita y transcrita, y aprovechando que ahora estamos inmersos en las bodegas de Burgos, os propongo un brindis salido de la poesía popular del pueblo. Un brindis con el entrañable vino churrillo, por supuesto, aunque también estaría muy bien con un Ribera, un Arlanza o un Chacolí, marcas todas de la casa común burgalesa.

Gracias por vuestras visitas, queridos amigos. Choquemos ahora nuestras copas y brindemos con esta joyita oral recogida en Sotillo de la Ribera hace más de veinte años

         BRINDIS

       “Ven aquí vino valiente,

         dime dónde te has criado.

         Me he criado entre las hojas

         de las cuales me cortaron;

         me metieron en un cesto

         y a una pila me llevaron,

         y a patadas y puntapiés

         allí las tripas me echaron.

         Y ahora que me veo suelto

corro más que una liebre

y vuelo más que un milano,

me subo a la cabeza de los hombres

y puedo más que mi amo”.       

        Informante recitador: Manuel Meruelo, de 74 años, de Sotillo de la Ribera, 28/2/2005


 

Y por si nos hubiéramos quedado cortos en el libar con este brindis, aún nos quedaría el que sigue, que es extracto de una larga bendición paródica de la comida en tono macarrónico recogida en Melgar de Fernamental en 2001.


Brindemos, pues, de nuevo:

¡Mujeres!, ¿por qué aguáis el vino? ¿sois vosotras aguadas por ventura?

dice Galeno en su arte de cocina que el agua solo debe tomarse por medicina,

y con moderación, porque no sea causa que cause aplicación.

Alegraos, fieles, que el río viene turbio, sin duda nos anuncia otro diluvio.

Pero tengo entendido por el doctor Longines,

de que el segundo diluvio ha de ser de buenos vinos,

de que los arroyuelos crucen los caminos, las fuentes manen mistela,

y el Ebro se convierta en buen vino de Tudela.

Y tú, bota que has de colgar, no consentirás en tu seno ni una sola gota de agua,

sino de vino que sea puro y bueno.

Y te queremos como hermano, de verte siempre entre las manos,

y lo que a nosotros nos pena, es que de cada vez que te veamos no estés llena,

y verte a ojos ciegas por eternidades, por eternidades en las bodegas”.

 

Informante recitador: Claudio Gutiérrez del Olmo, de Melgar de Fernamental.

Tenía 73 años cuando fue entrevistado por E. R. M. el 3/10/2001


Performance: brindis en bodega de Villahoz.

lunes, 1 de julio de 2024

EL INCANSABLE BAILARÍN DE SAN MILLÁN


En grupo, solo o acompañado, bailar en las fiestas de los pueblos
es la pasión de Daniel.


FOTOGRAFÍAS: Fiesta de San Juan en Villazopeque (Tomadas el 24 de junio de 2024)


Interrumpo la serie sobre bodegas que aquí llevamos para contaros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, una experiencia que recientemente he tenido ocasión de vivir, y de disfrutar; involucra a una persona extraordinaria que de un tiempo a esta parte viene haciéndose popular en las fiestas de nuestros pueblos. Os cuento:

Invitado por dos buenas amigas a las fiestas patronales de su pueblo, Villazopeque, el día de San Juan acudí a este lugar, y como un participante sanjuanero más asistí a la programación con buen ánimo, pues lo tradicional y festivo de los pueblos, con sus reuniones familiares, gaitas, tamboriles y ropas de domingo, suele emocionarme; hay algo  de auténtico en ello que me hace creer que no todo está perdido. Por la mañana, a la salida de misa, hubo convite en el ayuntamiento, y mucha gente, mucha más gente que habitantes de a diario en esta villa nos arremolinamos en torno a pinchos y bebidas.     

Por supuesto, cuando recibí la invitación a la fiesta ignoraba que en su transcurso habría de conocer a un curioso personaje que, si no fuera de carne y hueso, como bien pude comprobar, pues le estreché la mano y sentí su calor, hubiera pensado que se trataba de un muñeco mecánico de cuerda larga, por no decir de movimiento continuo.


Daniel baila y baila sin parar, como si en ello le fuera la vida


San Juan de Villazopeque tiene quien le baile.


Por la tarde, tras la comida, cuando el sol más apretaba y sobraban las chaquetas, voltearon las campanas, sonó la música y se organizó la procesión. San Juan, el de la noche parrandera y la mañana mágica, fue sacado de su largo encierro como siempre se sacó en este día. Yo mismo recorrí las callejuelas del pueblo detrás de él, como un vecino más, mientras redoblaba el tamboril, sonaba la gaita y algunos danzantes bailaban la jota delante. Un cuadro que invitaba a la ternura, queridos amigos. Pero más conmovedor aún fue el hecho de que un danzante, a quien nadie conocía y con chaqueta y pantalón oscuros, bailara en el grupo sin parar, con la solvencia de un profesional y con tantas ganas que parecía que en ello le fuera la vida. ¿Pero, quién era aquel admirable bailarín que con tanta vehemencia y arte se movía? ¿Era acaso alguien contratado para la fiesta? Entre sorprendido y admirado, pregunté a varias personas que seguían la procesión y nadie supo darme razón de quien era aquel auto-invitado que, empapado de sudor, bailaba y no paraba de bailar. Nadie le conocía, nadie sabía de dónde había venido. “No es de aquí, he oído que debe ser alguien que va por los pueblos a bailar en las fiestas”, fue lo más que pudieron decirme.

Al volver de la procesión hubo un alto a la entrada de la iglesia, los joteros siguieron bailando al santo, y el infatigable y desconocido bailarín, seguía moviéndose como si nada bajo el inclemente sol de las cinco de la tarde. Pararon los demás y él seguía y seguía bailando, solo o con quien quisiera acompañarle, al tanto que chorros de sudor brillaban y corrían por su cuello.  A continuación, junto al ayuntamiento, se preparó el baile formal y un disk-jokey animó al personal (por lo general gente joven), con toda suerte de “piezas”, desde el obligado pasodoble al reguetón, pasando por “el serrucho”, “la mahonesa” y otros que ni conozco ni recuerdo. El bailarín no perdía comba, conocía los pasos de cada una y los interpretaba con tanta maestría y dedicación que a todos dejaba atónitos. Paró por unos instantes el dj y fue cuando, no pudiendo contener por más tiempo mi curiosidad, me atreví a dirigirme a él para saber sobre su persona, sobre el porqué de su especialidad bailona y sobre su presencia en Villazopeque. Me dijo su nombre, Daniel Arce, que era de San Millán de Juarros, que tenía 25 años, que su afición al baile le venía de muy chico, que le gustaban las tradiciones de los pueblos y que por eso, siempre que sabía de una fiesta,  acudía a ella con su coche para animar el cotarro y ayudar a que lo tradicional no decaiga. “Ah -le dije-, a mí me gustan también las tradiciones populares, incluso he llegado a escribir alguna cosilla sobre los pueblos”. Me preguntó mi nombre, y al dárselo fue cuando me estrechó la mano y me dio su permiso para escribir. 

Daniel Arce, el incansable bailador de los pueblos 

 

viernes, 21 de junio de 2024

BODEGAS (VI). BODEGAS DE VILLAHOZ, EL CAPRICHO DE PATRICIO

Patricio Echeverría vio realizado su sueño de una bodega distinta

FOTOGRAFÍAS: Bodegas de Villahoz (Tomadas en junio de 2024)

    Subir al cerro de las bodegas de Villahoz es adentrarse en el sugestivo mundo de las oscuridades y aromas del vino, sumergirse en cuevas excavadas donde dormitan al frío barricas centenarias y viejos lagares, donde huecos verticales buscan el aire de la vida sin llegar a dar luz, donde escalones tenebrosos descienden a santuarios del churrillo alumbrados con sombrías velas. Hoy, este mundo catecúmeno ha sido revestido  de merenderos, de edificios que parecen casas y no lo son, pero que ha generado una maraña de chimeneas, un bosque multiforme de materiales pobres que ennoblecen a los respiraderos tradicionales de piedra, a esas chimeneas de hadas con sombrero que viven permanentemente prisioneras en los antros de la fermentación. Villahoz tiene muchas bodegas subterráneas, más de 200, tantas o más que casas, centenares de cuevas que conviven juntas y apretadas, milagrosamente sin estorbarse unas a otras. Donde termina una, empieza otra,  y solo las calles para los carros de las uvas se libraron de las perforaciones. Agrimensores del pasado y del sentido común, sin más inteligencia artificial que los picachos, fueron horadando sin conflicto hasta construir un complejo entramado de sombras subterráneas que hoy resulta admirable.  Entre todas las bodegas que hay en Villahoz, algunas conservan su aspecto tradicional, con sus pintorescas y rupestres fachadas, lo cual es de agradecer. Otras, en cambio, han sido ocultadas por merenderos modernos de toda laya arquitectónica que nacieron sin más control ni aspiraciones estéticas que el gusto personal de cada dueño, algo que se repite en tantos lugares bodegueros de Burgos. Y entre todo el conjunto, destaca una bodega en los más alto del cerro con luz especial, la que construyó o mandó construir Patricio Echeverría.   


Escaleras para subir a la cumbre de una obra mágica 

 

 LA BODEGA DE PATRICIO 

      Es bien conocida la relación del industrial vasco Patricio Echeverría con Villahoz. Muchas personas de este pueblo y su entorno encontraron trabajo a su vera, tanto en la cercana Granja del Cristo de Villahizán, durante mucho tiempo propiedad de la familia Echeverría-Aguirre, como en la importante industria Patricio Echeverría, S.A., dedicada en Legazpia a la fabricación de herramientas agrícolas (aceros Bellota). Las relaciones afectivas de Patricio con Villahoz debieron ser grandes, cómo, si no, explicar que ideara una bodega-merendero de ensueño como la que podemos ver hoy en lo más alto del cerro. Entre un bosque de chimeneas y zarceras, totalmente distinta al resto, alguien podría pensar que que se trata de una expresión de art brut, pero parece demasiado "culta" para así catalogarla. En todo caso, con justicia podrá integrarse en el futuro grupo de bodegas con encanto que aquí se aspira a formar.    

  

OTRAS IMÁGENES DE LAS BODEGAS DE VILLAHOZ 

Una calle para circular los carros cargados de uva 


Un lagar hundido, del que pronto solo quedará el recuerdo

Bodegas que enamoran, testigos de como pudo ser el paisaje antes de los merenderos 
  
Sobre las barricas grandes, una pequeña, la del vinagre

Un bosque de chimeneas



miércoles, 12 de junio de 2024

BODEGAS (V). MAPA DEL VINO EN BURGOS


Mapa de la provincia de Burgos con señalización de los lugares
donde se cultivaron  viñedos y se produjo vino.

La llamada "Bodega de Alfonso VIII" en Caleruega

Sector del medio oeste de Burgos con señalización de lugares donde
 se cultivaron viñedos y se produjo vino churrillo.
 


Bodega con fachada de sillería en Villasandino

Bodega y cubas de chacolí en Montejo de San Miguel (Museo Etnográfico)


Sector del noreste de la provincia de Burgos con señalizadores en verde que marcan
los lugares en los que se produjo vino chacolí.
 

Sector del río Arlanza con señalización de los lugares donde se cultivaron viñedos
y se produjo vino.

Merenderos en bodegas de Santa Cecilia

Sector de la ribera del Duero 

Viñedo otoñal en la ribera del Duero

FOTOGRAFÍAS: Bodegas en Caleruega, Villasandino, Montejo de San Miguel, Santa Cecilia y La Sequera de Haza. 


No era mi intención al iniciar el tema de las bodegas llegar tan lejos como ya hemos llegado. El viejo y tradicional mundo vitivinícola tiene tantas y tan curiosas ramificaciones susceptibles de ser abordadas, que te atrapa poco a poco y sin apenas darte cuenta. Cuando ya crees que has aportado todo lo que pretendías, incluso más de lo que en principio esperabas, surgen unos y otros aspectos que te animan a continuar. Viene a ser algo así como la parábola de las cerezas, que pretendes coger de una banasta un simple ramillete de ellas y otros vienen detrás enganchados formando una cadena. Y así, queridos amigos de este Cajón de Sastre, héteme aquí siguiendo una nueva y deshilachada senda de este pequeño universo, ahora componiendo un mapa del vino que ni en sueños hubiera imaginado.

Nunca he sido un especial gustador de vinos, ni burgaleses ni de otros lugares, y mi genética no me ha llevado a ser un sibarita de las cosas, tampoco del vino. En realidad, en este tema solo alcanzo a entender que una botella de vino de cien euros debe ser mejor que otra de cuatro, y punto. Pero, siendo esto así, no quita para que conozca que en la provincia de Burgos hay y hubo amplias zonas geográficas donde se cultivan y cultivaron viñedos y se obtuvo y obtiene vino de ellos, lo sé por mi actividad de curioso y empedernido viajero por la provincia. En algunas de esas zonas, los viñedos ya no forman parte del paisaje (algunos llegué a conocer que ya no existen), quedando como testimonios los cientos o millares de bodegas en las que se produjo vino. Este es el caso de la zona del medio oeste, la del vino churrillo, que fundamentalmente abarca el territorio de los viejos partidos judiciales de Castrojeriz y Villadiego. Otras zonas, en cambio, han tenido más suerte y todavía en ellas los viñedos permanecen y producen vino, al igual que durante siglos lo hicieron, como es el caso de la vega del Arlanza y ribera del Duero, ambos con denominación de origen y formando conjuntos próximos entre sí, aunque visiblemente separados.  

Mención aparte merecen pequeños enclaves del noreste de la provincia en los que se cultivaron viñas para la obtención de vino, tanto el normal como el chacolí, como son La Bureba, el entorno de Oña, Trespaderne y Miranda de Ebro, y en menor grado el valle de Mena. El vino chacolí, expresado así en el Diccionario de Pascual Madoz (1845-50), cuando se relacionan las producciones en cada población o lugar, nos sirve para constatar que tuvo cierta importancia en Burgos, quizá no tanta como para haber podido entrar en las famosas controversias por la denominación de origen (País vasco, Cantabria), pero sí, al menos, con el valor suficiente para recordarnos el hecho histórico de su existencia (32 lugares productores lo avalan).    

El mapa que he podido elaborar, con la inestimable ayuda del citado Diccionario, muestra amplios sectores de la provincia atiborrados de vino, pero también grandes superficies en las que, bien sea por cualidades del terreno no aptas, por factores climáticos o de otra índole que se me escapan, ni se produce ni se produjo. Ver este mapa es un espectáculo, no solo por los 253 puntos productores de vino marcados (1), sino por esos espacios “vacíos de vino”, que nos llevan a hacernos preguntas. Aunque para responderlas, si es que no estuvieran ya respondidas, harían falta especialistas en la materia, posiblemente edafólogos, meteorólogos y alguno más.

Espero, queridos amigos, que disfrutéis con la vista de este mapa de la provincia burgalesa, hasta ahora inédito y que tanto sugiere, como yo mismo disfruté al confeccionarlo. Tomemos un chato de vino de alguna bodega subterránea para celebrarlo.

NOTA: En el Diccionario de Pascual Madoz, quizá por descuido o por no haber querido incluir todas las producciones dadas en ellos, no se mencionan como productores de vino los lugares de Villavieja de Muñó, Villasandino, Villalba de Duero, Tamayo, Santibáñez de Esgueva, Santa María Mercadillo y Mecerreyes. Así que, corrigiendo esta lagunas y para que sea más completo el mapa, se han incluido estos lugares sabiendo que en ellos existen bodegas que atestiguan dicha producción.