Cerezo de Río Tirón hace un cuarto de siglo.
Algo ha cambiado desde entonces
en el Barrio de Arriba.
FOTOGRAFÍAS: Cerezo de Río Tirón (1997) Ruinas del Barrio de Arriba (febrero de 2023)
Ha pasado un cuarto de siglo desde
que obtuve la panorámica de Cerezo de Río Tirón que aquí os dejo, queridos
amigos de este Cajón de Sastre. Mucho e imperdonable tiempo para cumplir la
promesa que entonces me hice de subir a las ruinas que se recortaban en lo más
alto de la montaña, a las que se veían y las que se adivinaban bajo las nubes tormentosas.
¿Por qué hasta ahora no había cumplido esa promesa? No lo sé, de verdad que no lo
sé, probablemente porque la provincia de Burgos tiene muchos
focos de atracción, demasiados para abarcarlos a todos en una vida. No sabía, aunque lo
intuía, lo que me estaba perdiendo. Necesitaba subir sin más dilación para entender,
para comprender los muñones pelados que desde la lejanía se apreciaban, y aún se
aprecian, sobre Cerezo. Y así, por fin, un día reciente de este demente febrero
bajo cero, en compañía de mi insustituible ojo avizor (que será de azor, pues a
ella no se le escapa nada), he subido al lugar donde las ruinas se juntan con
el cielo, que es como decir donde se ubicó, hasta no hace tanto, el llamado Barrio
de Arriba, principio de un Cerezo nacido al amparo de un castillo ya borrado. El
espectáculo es de guerra, sobrecogedor. La historia de los restos de este Barrio es bien
conocida, y escrita está ahora en varios paneles hincados, suficiente para no
perderse en divagaciones. Enfrente tienes la iglesia de Nuestra Señora de la
Llana, te dice uno de los carteles, la que fue románica, la que lució la
soberbia portada de este estilo que durante muchos años pudimos disfrutar en el
Paseo de la Isla, en la ciudad de Burgos. Nada queda de esta iglesia en pie, a los sumo
algunas piedras confundidas entre el amasijo general. Otro cartel te dice:
tienes enfrente la parte más alta de la montaña, el rellano donde se asentó el
castillo de Cerezo, el origen de todo (754). Y entonces quieres que tus pasos se
muevan aquí y allá por el recinto, lo mismo para tratar de imaginar fosos y patio de
armas que para hallar muros y basamentos que configuren los siglos enterrados. Nada
queda de la fortaleza, solo dos catas arqueológicas hechas por alguien que
quiso encontrar y sentir la chispa de las espadas y el combate de los vientos
pasados. Lo demás son ruinas de casas, testimonios muertos del Barrio de Arriba.
Lo demás es también la iglesia de Nuestra Señora de Villalba, cuyos muros en
suspenso encogen hoy el ánimo y son un peligro para osados visitantes. En
verdad parece que solo falta un breve soplo del regañón para que todo se venga
abajo, y cuando esto haya ocurrido la imagen de Cerezo, visto desde la
distancia, será ya muy distinta.
Restos del Barrio de Arriba. |
Aún se aprecian vanos de las casas. |
Ruinas de Nuestra Señora de Villalba, un peligro para osados visitantes. |