Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 18 de abril de 2025

EL BURGOS DE MI INFANCIA, MEDIADOS DEL SIGLO XX (II)




FOTOGRAFÍAS: Foto Villafranca (Se aprecian las vías del desaparecido ferrocarril Santander-Mediterráneo). 

Hoy estamos de enhorabuena, queridos amigos de este Cajón de Sastre. Andrés Camarero, del barrio de San Pedro y San Felices, ha tenido la gentileza de enviarnos una serie de fotografías de época, de esa zona de la ciudad, que seguro va a hacer las delicias de muchos de vosotros. Para verlas todas he creído oportuno insertarlas en la entrada de este blog “El Burgos de mi infancia (Mediados del siglo XX)”, que vio la luz un ya lejano 24 de julio de 2009. Id al buscador, escribid ese título y al final encontraréis el tesoro, siete instantáneas que representan al barrio donde transcurrió mi niñez.

martes, 15 de abril de 2025

BODEGAS BAJO LA IGLESIA (BODEGAS XII)

       

Cerro de Villaldemiro con iglesia y bodegas

Cerro de Moradillo de Roa con iglesia y bodegas 

Cerro de Castrillo Solarana con iglesia y bodegas 

Cerro de Avellanosa de Muñó con iglesia y bodegas

FOTOGRAFÍAS: Cerros de Villaldemiro (2025); Moradillo de Roa (2025);  Castrillo Solarana (2024); y Avellanosa de Muñó (2025).

Por regla general, cada pueblo donde se cultivó y obtuvo vino tiene su cerro y en su cerro una iglesia, y en las laderas del cerro, bodegas. Sin un cerro, algunos pueblos no tendrían bodegas, quizá ni iglesia, y quizá ni existirían. El cerro es de origen geológico, la iglesia nace en el alto por influencia y vocación divinas, y las bodegas por necesidad alimenticia. Pero siendo esto así, cabe preguntarse: ¿Qué fue antes, las bodegas o la iglesia? Lo más probable es que fuera esta última, pues teniendo origen medieval, los pueblos nacieron con algún monje o eclesiástico al mando y no era cosa de, una vez elegido el lugar para el asentamiento, retrasar las alabanzas a Dios en lugar cerrado. Hecho el templo, y vista la necesidad de obtener y conservar el vino, a continuación, el vecindario debió empezar a horadar los cerros hasta convertirlos en laberínticos y apretados subterráneos. Todo esto parece de Perogrullo, diréis, pero me da pie para ofreceros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, algunas imágenes en las que bodegas e iglesias, por estar tan cercanas unas de otras, parecen inseparables.     

sábado, 29 de marzo de 2025

CASTILLO MEDIEVAL Y OTRA COSA

Ruinas del castillo de Torregalindo y otra cosa.
   

    FOTOGRAFÍA: Tomada en febrero de 2025

        Deberíamos ser más respetuosos con nuestro patrimonio. 

miércoles, 12 de marzo de 2025

LA MONTAÑA CAÍDA DE VALDECONEJOS, EN ROS

La Montaña Caída de Valdeconejos.

      

Camino de Valdeconejos. Al fondo puede verse La Montaña Caída. 



FOTOGRAFÍAS: Montaña Caída en el término de Ros (Tomadas en febrero de 2025)

El derrumbe de La Montaña Caída de Valdeconejos pudo suceder por el día, pero también por la noche. Personalmente más me inclinaría por esto último, pues siempre he tenido la impresión (no entiendo por qué razones) de que cuando se desploma y desgarra una montaña, o se mueve o desplaza la tierra en lugares solitarios y apartados de los núcleos de población, lo hace con nocturnidad y sin testigos, salvo las aves nocturnas que posan cerca (Deslizamiento de Tamayo). No es muy científica esta apreciación, lo sé y me disculpo. En cualquier caso, fuera por el día o fuera por la noche cuando la montaña colapsó, nadie podría haber oído el estruendo que debió producirse, de tan alejada como está de Ros (el lugar poblado más cercano) y dada la existencia de montañas y vallejadas que se interponen en el eco. Consultadas las personas más mayores de dicho lugar, nadie supo decirme ni la fecha ni el momento exacto en que se produjo el derrumbe. Hay coincidencia, eso sí, en que debió tener lugar a finales de los años setenta del siglo pasado, entre 1977 y 1979.

Fácil de imaginar es que tuvo que ocasionar gran ruido, dada la magnitud del “pedazo” de montaña desprendido, cuya huella vemos hoy como si hubiera ocurrido hoy el derrumbe. La blancura del descarnado resultante es bien visible y a gran distancia pues contrasta con el gris del resto de la montaña.

Lo que hoy se conoce como La Montaña Caída (quizá antes del suceso geológico no recibiera nombre alguno) era hasta el momento de su derrumbe un lugar rocoso refugio de pastores con sus rebaños. Al parecer había oquedades suficientes para el cobijo, así como también grietas profundas en la base, lo que, sumado al reblandecimiento de la capa margosa en que se sustentaba la capa de piedra, a consecuencia de que los años citados fueron muy húmedos, propició el colapso.

No sé a vosotros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, pero a mí lo que de verdad me impresiona de este suceso es el momento preciso del silencio violado cuando se rompe la montaña, sobre todo si los únicos testigos de ello pudieron ser las estrellas y los búhos; hay algo mágico y a la vez tétrico en él que me produce emociones profundas. Siento que la tierra tiene su propia autonomía, que, sin nuestra colaboración, puede modificar cuando quiere la virginidad del paisaje de siglos que nos fue tan familiar, con crudeza y en tan solo un instante, en realidad, algo parecido a lo que ocurre con los terremotos. 

Sobre tan peregrinas y telúricas ideas meditaba cuando, por el camino de Valdeconejos, iba acercándome en soledad a la Montaña Caída de Ros.

lunes, 3 de marzo de 2025

LA FUENTE BÚNKER DE VILLASILOS

         

Impresionante arca de la Fuente Vieja. 


FOTOS: Fuente Vieja de Villasilos (Tomadas en febrero de 2025)

Solo un hilillo de agua sale por su único y diminuto caño. Debió haber otro, o incluso  más caños, más nobles, pero aquellos desaparecieron y ahora son solo un vago recuerdo. La Fuente Vieja de Villasilos se ha cansado, el agua encerrada debe bañarse en la pecina que debe inundar y obstruir su interior. Nadie, en muchos años, se ha metido dentro de esta arca, y aunque alguien quisiera meterse para limpiarla, ¿por dónde lo haría, si todo es hermético? Es un bloque compacto cerrado a cal y canto, que más parece un búnker o una tinaja atómica que una fuente. Me dicen que en un tiempo los vecinos de Villasilos hacían cola en ella para proveerse de agua, y también que en épocas de sequía la autoridad ponía candado a los caños por las noches con el fin de que  ningún furtivo pudiera acaparar agua o vaciar el depósito. Es rara y original esta fuente.


La frialdad arquitectónica del arca se intenta compensar, siquiera un poquito,
con el adorno del frente.
Apréciese la humildad del caño actual. 




 

martes, 4 de febrero de 2025

PERFORMANCE EN VILLAVETA (BODEGAS XI)

                

Parcial de foto general. Mujeres y hombres, pañolones y sombreros,
coloños y cestos para cargar uva, perros, y hasta un burro.
Todo sirvió para dar verismo a la escena.  


FOTOGRAFÍA: Performance en las bodegas de Villaveta,  de la convocatoria "Mi Pueblo es el Mejor". (fotógrafo desconocido pero que nos gustaría conocer).

Ayer volví a Villaveta, a ese pequeño lugar en el que, el 3 de septiembre pasado, refugiado en el coche con parte de mi familia, temí ser abducido y lanzado a la estratosfera como consecuencia de una descomunal tormenta, de vientos huracanados y torrencial lluvia, como jamás se había visto en el pueblo ni en su contorno. Seguro que lo recordáis, queridos amigos, pues os lo conté en este Cajón de Sastre al día siguiente, cuando la tormenta ya era solo un mal recuerdo. Quizá recordéis también que os hablé de las bóvedas de la iglesia del pueblo, que tanto nos maravillaron cuando se hizo la calma, obras dignas de una catedral y que parece increíble que se encuentren en un pueblecito tan humilde. Pero no es de esto ni de aquello de lo que hoy quería hablaros. He vuelto, digo, con mi compañera, a Villaveta, pues quería ver el rincón donde aparcamos el coche en aquella ocasión creyendo que en él íbamos a estar protegidos del ciclón. No fue así, no fue un buen refugio, ningún lugar en el exterior lo hubiera sido, tal fue la fuerza de la tempestad. En fin, todo aquello son truenos y agua pasada, y en esta nueva visita, al contrario que en la descrita, el sol fue generoso para con el pueblo, paseándose y sembrando de luz plazuelas, callejuelas y el imponente campanario palomar. Ello nos animó a pasear a nosotros también y a buscar el barrio de las bodegas (que no hay pueblo en los partidos de Villadiego y Castrojeriz que no tenga su propio barrio de bodegas, uno o incluso más). No hizo falta ir muy lejos, pronto, a las afueras, por el norte, muñones descarnados de adobe sobre un terreno alzado nos anunciaron que allí debía encontrarse dicho barrio. Como así fue. Aquellos muñones rojos parecían, en efecto, restos de bodegas derrumbadas, o por mejor decir,  de los merenderos que hubo sobre ellas, aquellos donde un día se elevaron porrones y comieron arenques. Pero no todas las bodegas están hoy hundidas y enterradas, algunas hay, mochas y sin merendero, que mantienen sus puertas, lo que permite adivinar que su interior guarda la misma oscuridad y el mismo frío de los siglos pasados, además de algún vino churrillo haciendo edad. Otras pueden verse, muy pocas, sobre las que se han construido merenderos modernos de caprichosa arquitectura. Dar pasos sobre este campito, donde uno puede tropezar con las bóvedas camufladas por la hierba, es un riesgo hoy, pues los derrumbes están al acecho y puedes ser tragado al menor descuido y en cualquier momento.

Bueno, y todo lo anterior, ¿para qué? ¿Cuál es el motivo de este introito y de esta entrada? Todo tiene su razón de ser, amigos, os cuento. Tras nuestra visita a las bodegas, nos acercamos a la plaza del pueblo, donde nos alegramos de que la cantina estuviera abierta. Entramos, era buena hora para un café. Y allí fue donde saltó la sorpresa de la mañana. En una de sus paredes vimos una fotografía enmarcada que tenía su miga. Cuál no sería nuestra sorpresa al ver en ella a todo un pueblo reunido delante de las bodegas que acabábamos de abandonar. La foto parecía corresponder a una de las convocatorias anuales que en Diario de Burgos se hace cada verano con el título de “Mi Pueblo es el Mejor”. En cada una de ellas los pueblos participantes hacen lo que buenamente pueden para tratar de ser los “mejores”, creando performances de todo tipo, a veces ciertamente interesantes. Este puede ser el caso de Villaveta, que encontró la manera de recordar vendimias pasadas (aunque no olvidadas), recuperar el valor de las bodegas y el costumbrismo ya perdido en torno a ellas. Y así, ataviados con sombreros de paja y ropas de antaño durmientes en los desvanes, y mostrando cestos y útiles de todo tipo necesarios para la vendimia y transporte de la uva, los vecinos de la foto recrean un ambiente pasado que conmueve. Llama la atención el hecho de que en la imagen solo aparezcan tres niños, el resto parece gente de cierta edad, sin duda personas que debieron conocer bien aquella vida de uvas no tan lejana.

Ahora ya solo resta que los vecinos, hecho su cuidado performance, valoren y consoliden los testimonios de bodegas que aún permaneces en pie para que su pueblo pueda seguir presumiendo de su pasado vitivinícola.


Testigos añorantes de una actividad vitivinícola que hace tiempo se perdió. 



lunes, 27 de enero de 2025

UNA BODEGA MULTIUSOS (BODEGAS X)


Sobre una de las dos bodegas se construyó un merendero y un palomar

FOTOGRAFÍAS: Bodega-merendero-palomar en Villangómez (Tomada en julio de 2024)  

                           

 Feliz año, amigos, y perdón por el abandono al que os he sometido. A ver si puedo abrir el Cajón, que seguro que habrá creado óxido por falta de uso. Uf, suenan los goznes, como en una película de terror, pero parece que va a haber suerte. ¡Ya está, el cajón, por fin, se ha abierto! A simple vista todo lo veo tal cuál lo dejé antes de las fiestas navideñas, o sea, como un totum revolutum de cientos de historias menores, muchas de las cuales ya tengo olvidadas. Heme aquí, pues, dispuesto a sumar contenido en este Cajón, mi particular archivo, que bien sabéis que es también el vuestro. Para ir aclimatándome, regreso a las bodegas para dar cuenta de un asuntillo relacionado que en su día me llamó la atención por su indudable valor etnográfico. Me refiero a una bodega antigua en Villangómez que, con el paso del tiempo, fue transformándose hasta convertirse en un edificio de usos múltiples. Primero (de eso hará una eternidad), fue un subterráneo del vino con todos sus pertrechos, una bodega con toda ley; después, el edificio se recreció para dar lugar a un merendero, y más tarde, un poco más para alumbrar un palomar. De esta manera, lo que hoy vemos ha de llamarnos la atención, pues nos habla de cómo, a veces, las necesidades agudizan el ingenio. Por lo que me fue contado, la bodega, con su eclecticismo popular, sufrió dichas transformaciones hacia la mitad del siglo pasado.

 

sábado, 4 de enero de 2025

FELIZ 2025


deseo  a todos los amigos de este Cajón de Sastre, y a los que no lo son, también. Ojalá esta cerradura y esta llave que veis sirvieran para abrirnos a un mundo mejor, libre de odios que solo conducen a la frustración y a la infelicidad.  

martes, 10 de diciembre de 2024

EL CARRO Y LOS AEROGENERADORES, TESTIGOS DE ÉPOCA


FOTOGRAFÍAS: Tomadas en Acedillo, 2004 y 2019 

 

EL CARRO EN SU GARAJE, LA DESPOBLACIÓN GENERA RUINAS 

El garaje se desmoronó y dejó a la vista la joya que guardaba dentro, un carro con su preceptiva matrícula, en este caso de Acedillo. La fotografía es de 2004, queridos amigos, por lo que cabe suponer que del conjunto, una vez transcurridos veinte años, ya no quedará nada. El carro fue en su momento una tecnología avanzada, una modernidad imprescindible. Poco a poco, fue implantándose en la vida de nuestros pueblos he hizo más fácil las actividades campesinas. Los bueyes fueron el mejor motor para su rodar en cualquier terreno, pero los nobles bóvidos se griparon y pasaron a mejor vida, ya no quedan bueyes. Por supuesto que no descubro nada diciendo todo esto, pero hay algo en la insólita imagen que invita a la retrospección, probablemente también a la melancolía. Este carro, en su día, durmió confortable en el garaje que ahora veis arruinado, queridos amigos, como duermen ahora nuestros lamborghinis. ¿Qué habrá sido de él?   


Se desmoronó el garaje y el vehículo quedó desguarnecido 


 ARROGANTES MOLINOS DE VIENTO ...

No solo transforman el paisaje, también la evocadora imagen de los pueblos. Los aerogeneradores, situado aquí y allá, a veces sin orden ni concierto, se han adueñado del territorio y de nuestro cielo sin compasión. Nos hemos acostumbrado a verlos, arrogantes, recortados en montes y altozanos, también a su grave rugir. Ya no nos queda fuerza moral para enfrentarnos al progreso y dejamos hacer. Pero sospechamos que un día llegará en que estos monstruos se bajen de su pedestal, se humillen antes nuevas energías y se conviertan en deshechos de una época.  

 

,,, transforman el paisaje de nuestros pueblos 

martes, 3 de diciembre de 2024

SUENA EL TELÉFONO..., LLAMADAS EN LA SOMBRA



Algo tan pequeño y... 

 FOTOGRAFÍA: Teléfono móvil (Tomada en diciembre de 2024)

 


El cabreo que tengo por  tantas llamada comerciales como de un tiempo a esta parte vengo recibiendo me lleva a reproducir una entrada escrita hace diez años:


Soy de la opinión de que, en muchos casos, las nuevas tecnologías nos complican la vida, más que facilitárnosla, y nos hacen menos felices. Seguro que alguno de vosotros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, habéis pensado lo mismo en alguna ocasión. Tengo un teléfono móvil pequeñito, diría que insignificante, sin más servicios que los de responder y llamar. Apenas mis dedos pueden manejarlo, pues a veces tecleo varios números a la vez y tengo que ponerme las gafas de cerca para ver los números. Pero bueno, no necesito ni quiero más, aun con todas las incomodidades, me voy arreglando. Ocurre, sin embargo, que no es la cuestión de tamaño del aparatillo ni los escasos servicios que me presta lo que más me molesta, sino las veces que me lo pongo en la oreja para contestar a números de teléfonos anónimos que me llaman, cuelgan y no dicen nada. Estas llamadas tramposas y sin identificar, de silencios cortos pero profundos, pueden interrumpirnos en momentos claves de nuestra vida, a veces en nuestros sueños, que tanto nos ha costado conciliar, otras veces en momentos de declaración de amor, y quizá, Dios no lo quiera, en el trance de un drama familiar que necesita de nuestra máxima atención.

Y me pregunto si estas llamadas no pueden ser perseguidas por ley, si esta impunidad con la que algunos nos agrian la vida por teléfono debería ser tipificada como delito (¿Lo es ya?).  

¡Ah, qué tiempos aquellos de Telefónica como único servidor! Recuerdo muy bien al operario de esta empresa que venía presto a casa a reparar o revisar nuestro teléfono de mesa cuando se producía alguna avería. Era como el cartero, el lechero o el panadero o el de Círculo de Lectores, el practicante, alguien entrañable a quien conocíamos bien, como de casa. ¡Que tiempos los de aquellos teléfonos de mesa, de volumen más que digno y de sonido potente y unívoco! Si se averiaban, el operario nos ponía uno nuevo, de manera gratuita, y se acabó el problema. ¡Eso era un servicio! Desgraciadamente, aquello no duró mucho, poco a poco los aparatos iban siendo de peor calidad y más pequeños, hasta que todo acabó con las “nuevas tecnologías” y la eclosión de los móviles.

 En fin, vamos sobreviviendo como podemos.