México desde el aire, inmensa. |
Cerrada de la Amargura, México DF. Obsérvense los cantos rojos en el mortero. |
Restauradores en Teotihuacan. Cantos en el mortero para evitar el deslave. |
FOTOGRAFÍAS: México DF. Cerrada de la Amargura en DF. Pirámide en Teotihuacan. (Tomadas en mayo de 2013).
Holaaaaaaaaa. ¿Hay alguien ahí?.... Silencio contenido. Ah, ya, me marché a la
francesa, sin ni siquiera despedirme, y hoy, vuelto de la Nueva España, que
ahora dicen México, debo pedir humildemente perdón por el abandono del barco a
sus señorías, pacientes amigos y navegantes en este carcomido arcón de sastre.
Sabida es la
ambición de este cronista por contar eventos e historias que acontecieron a
burgaleses más allá del Gran Mar, cosas de las que aquí dejamos constancia, en
el camarote Burgaleses de Ultramar. Durante el tiempo que ha permanecido
este bergantín al pairo, dímonos prisa
en visitar regiones y en aprender de la vida de los nativos del Nuevo Mundo,
que ya no es tan nuevo, cosas que intentaré, dios mediante, trasladar para su
conocimiento a sus señorías. Digo ahora, que la llegada a la capital de los
mexicas nos maravilló grandemente desde la carabela voladora en la que
navegamos, pues fue tal la impresión que recibimos en el aire que su
recuerdo permanecerá imborrable y para
siempre entre nosotros. En las maniobras de arribo, la quilla apenas si podía
esquivar los tejados de la infinita ciudad, que se extiende más allá de donde
alcanza la vista, en un vallellano rodeado de montañas lejanas tan grande como
nunca antes habíamos visto. Tomamos tierra el 17 de mayo de 2013, recibiéndonos en puerto familiares y amigos que
antes que nosotros habían llegado a México, ahora llamada con abrevio DF.
Vano
sería describir lo que navegantes más avezados que nosotros, reconocidos
conquistadores, así como cartógrafos, frailes y escribanos, reflejaron tan
profusamente en sus cartas de relación sobre este vasto territorio. Aun y todo,
digo a sus señorías que algún cabo suelto puede interesar a nuestra tierra de
Burgos. De las anotaciones que hicimos,
a medida de lo que nuestros ojos encontraban en nuestra larga estancia,
entresaco para la guarda en este Cajón de Sastre un hecho que llamó poderosamente nuestra atención, el cual tuvo su
controversia, no ha mucho y en este mismo lugar, cuando de escorias en
paramentos de iglesias y castillos
burgaleses nos pronunciábamos. Ya en la gran urbe mexicana tuvimos ocasión de
ver en algunos muros y paramentos de casas de la colonia cierta profusión de
cantos rojos, del tiempo en que vomitaron los volcanes, embutidos en el mortero
utilizado para la unión de las hiladas de
piedra y ladrillos. Pero fue en la visita que realizamos a la ciudad de Teotihuacan,
a doce leguas de la capital mexicana y abandonada de sus moradores indios,
donde todavía nos sorprendimos más al ver que también en los paramentos de sus pirámides se podía ver, aún con mayor extensión, este modo de adherir
piedras en el mortero de las uniones. Y tanto llamó nuestra atención, que
preguntamos a versados que trabajaban en restauraciones de algunas ruinas. A
tal efecto, nos dijeron que los susodichos cantos reciben allí el nombre de rejones, y que se ponían para evitar el deslave
del mortero, el desprendimiento que podían causar las fuertes lluvias, y
que en paramentos que habían permanecido ocultos durante siglos también se
habían encontrado cantos embutidos de la misma forma. Y dejamos constancia aquí
para quien interese esta cuestión.
Curiosa coincidencia de naturalezas en ambas riberas de las dos placas tectónicas separadas.
ResponderEliminarHabría que dilucidar ahora, si el aprendizaje de las técnicas de aportar escorias a los paramentos de las construcciones, siguieron la ruta de Colón en el sentido de ida o en el de vuelta. Que las pirámides ya estaban.