FOTOGRAFÍA: Haya en el monte de Carrales (Burgos). Tomada en abril de 2014.
Intestinos aflorando cual operación abierta.
Tripas, protuberancias, verrugas. El haya de Carrales ha parido una criatura
fantástica, un monstruo bicéfalo, greñudo y con mocos salidos de ojos vacíos,
de bocas sin dientes que anuncian estómagos doloridos. El
sueño de la razón vegetal produce monstruos. ¿Qué les pasa a las hayas cuando no tienen formas de mujer,
cuando desaparece la tersura y suavidad de su piel? Que están viejas y
transforman su lozanía en arte de la fealdad. Pero, ¿acaso es fealdad la
edad? Acaso un tronco joven, recto y con piel de culebra, es más bello que el
que manifiesta sus achaques con rugosidades de roble cocodrilo? No. Como los
humanos, los árboles tienen cuerpo frágil y sensible, y a la que algo los aqueja,
que sienten un achaque, lo pregonan en la niña de sus ojos, en el bello arte de
su dolor.
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