Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

lunes, 1 de junio de 2015

ETERNA


Nos recibe una aldea eterna


La torre del reloj controló la vida en la aldea, hoy está detenido. 
Eterna hace cuarenta años

La iglesia en su estado actual

La iglesia en En 1975 

Abandono, saqueo y ruina, por este orden

Se olvidaron del púlpito y el confesionario 

Parece que sin salvación


FOTOGRAFÍAS: Eterna y su iglesia. (Tomadas en mayo de 2015 y 1975). 


A juzgar por su nombre, es altamente probable que quienes fundaron la aldea en aquel escondido y montuoso lugar lo hicieran pensando en que resistiría el paso del tiempo. Uno puede imaginar al conductor del grupo repoblador (probablemente algún clérigo) barajando nombres, en primer lugar de la lista santoral. Todos los lugares han de tener un nombre, dijo a quienes le acompañaban. Levantemos primero la iglesia, en este altozano que domina el valle, dediquémosla a San Esteban y démosla vocación de eternidad, debió decidir en un momento de sublime elevación. Y como lo de eternidad le sonó bien, propuso a los colonizadores de aquellas brañas que el lugar se llamara Eterna, precioso y sugestivo nombre que debió ser aprobado por unanimidad, pues su significado llevaba implícito que para siempre jamás el pueblo habría de existir. Qué bien, todos quedaron contentos y llenos de orgullo, ¡su pueblo sería eterno!
Elucubraciones, por supuesto.

Ha pasado medio milenio desde aquella fundación (o más) y el pueblo, con sus altibajos, superando incluso el drama de la despoblación que ahora nos aflige y a pesar de su difícil comunicación con el mundo exterior (entendamos su mundo exterior por otras aldeas circundantes perdidas también en las serranías), rodeado por un paisaje de bosques impenetrables, Eterna sigue en pie y con vida, afortunadamente; los pocos vecinos que resisten seguramente lo hacen felices, pensando que todavía falta mucho para que su pueblo alcance la eternidad. ¿Toda Eterna resiste? No, la aldea sí, con casas abiertas, pero su iglesia, no, y la escuela tampoco, pues ya no tiene niños. La iglesia, su edificio, ha sucumbido, no ha resistido la penitencia de estar en un elevadísimo cerro ni el goteo emigrante de su vecindario. Que el abandono, la ruina y el saqueo, sobrevenidos, están reñidos con la eternidad. Está por ver cuánta más eternidad le queda por vivir a Eterna, esperemos que sea toda. 


En la ermita arruinada se instaló el reloj,
para que todos vieran y sintieran desde abajo las horas

La nueva escuela se construyó en  1960, 
y se cerró ocho años más tarde



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