Una maraña de inscripciones sobre la puerta |
Cruces protectoras bajo el alero |
Máquinas de coser y aparatos de radio en la Era del blanco y negro |
FOTOGRAFÍAS: Dinteles grabados y letrero comercial en Sedano. (Tomadas en 2015-2011)
Conocí
Sedano con tanta vida... Ahora, qué queréis que os diga, queridos amigos, cada
vez que paseo por esta población dorada, o por la infinidad de bellísimos
pueblos que pertenecieron a su viejo Partido, siento cierta añoranza, mucho más
en invierno. ¿Cómo se llegó a este estado de quietud, a esta triste paz? ¡Si hasta la
carretera de Santander que nos llevaba, no hace mucho con gran tráfico, hoy sestea el asfalto
por falta de rodajes! He visto envejecer y desaparecer a tantos hombres y tantas
mujeres que me contaron historias de bullicio y vida feliz en el gran Sedano,
que mi desconcierto ahora es total. En el atardecer gris de ayer, repasando una
vez más las balconadas y casonas hidalgas de Sedano, acudieron a mi memoria
personas que conocí de la zona y que tanto sabían de aquella otra vida; el
aire me trajo ecos centenarios de los hermanos Bárcena, de Covanera, de El
Churrillo, de Gredilla, de Moisés Crespo, el trajinero de Pesquera, y de tant@s otr@s... Ayer, al
salir de la antigua Tienda de Cayetano, único testimonio comercial vivo del Sedano que
se fue, a punto de caer la noche y cuando el rojizo de las piedras hidalgas
comenzaba a teñirse de negras sombras, recordé una reciente y soleada mañana en
el barrio alto, bajo el rumor de su cascada. La luz me permitió ver en aquella
ocasión lo que en sombras no llega a apreciarse, signos y mensajes en piedra, incisos, que por su rareza más me parecieron encriptaciones prehistóricas que otra
cosa. Pude verlos en dos dinteles, uno de ventana y otro de puerta, en sendas
casonas; verlos, digo, porque por más que traté de descifrarlos se me escapaba
toda comprensión. Uno de los dinteles, el de entrada a la casa, está lleno de
espigas, rodeando un contorno extraño, una especie de tela de araña que se
tragó letras y dibujos ahora incomprensibles, palabras y representaciones
incisas de otros siglos que alguien escribió en el lenguaje de la vida perdida,
quizá como protectoras de las cosechas, o tal vez como cartela comercial de
alguien que se dedicaba a la compra y venta de cereal. En el otro dintel, bajo
el alero del tejado, pintados en rojo y sin orden aparente, pueden verse cruces
y, con un poco de imaginación, adivinarse árboles, quizá frutales. ¿Trazos con
simbolismo apotropaico para que la cosecha de fruta no se malograra?
Elucubraciones para los dos dinteles.
Más clara y
concisa está la cartela de buena caligrafía y letras de molde, bajo ventana y sobre la puerta de una casa
del Sedano mayor, donde se anuncian un agente de ventas de máquinas de coser Sigma y aparatos de radio.
¡Qué maravilla de mensaje comercial! ¿no os parece, queridos amigos?, humilde,
claro y sin ocultaciones, descriptivo de una época en blanco y negro.
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