FOTOGRAFÍAS: Con niebla, la torre de Bugedo de Candepajares. Con sol, la torre de Prádanos de Bureba. En cada una de las fotos se aprecia la ruina, y en la torre de Bugedo, la mano bárbara del grafitero de turno. (Tomadas en otoño de 2009).
Todavía estamos a tiempo de salvar de la desaparición total algunas torres de Telegrafía Óptica en Burgos.
Próximas a la carretera, con el fin de poder acceder a ellas con facilidad, y clavadas en oteros con buena visibilidad, para que pudieran ser vistas las señales de una torre a otra, desde lejos, parecen torres medievales; y parecen enteras, pero a medida que uno se va acercando a ellas, pronto se da cuenta de que no son medievales, que están en franca ruina y que además falta muy poco para que se terminen derrumbando en su totalidad: un vendaval de viento, un par de nevadas más y estos testimonios de la ciencia o tecnología de las comunicaciones se vendrán abajo y desaparecerán.
Su estado es ruinoso, cierto, pero lo que aún queda es perfectamente recuperable. No harían falta elevadas inversiones para restaurarlas, de hecho, torres iguales a las burgalesas, están siendo rehabilitadas en la Comunidad de Madrid, como por ejemplo la de Arganda del Rey. Existe además en el Gobierno Regional de esta Comunidad un plan de actuación para la recuperación integral de las mismas. Un ejemplo a seguir en nuestra región, desde luego, porque no todo debería ser invertir en iglesias y Atapuerca. Y ya que menciono Apapuerca: se me ocurre que el Museo de la Evolución Humana podría ser el catalizador de iniciativas para salvar de la quema tantos y tantos elementos patrimoniales de la provincia que han supuesto avances de la tecnología y de la ciencia (evolución). Me estoy refiriendo al patrimonio-etnográfico-arqueológico-industrial (viejas centrales de luz, generadores de electricidad antiguos, fábricas de harina, ruedas hidráulicas, turbinas, batanes, telares, molinos hidráulicos, etc., etc.) donde han de inscribirse también, cómo no, las torres de telegrafía óptica que hoy traemos aquí. En fin, es una idea que dejo colgada, aunque con ninguna esperanza de que sea recogida.
Un retazo de historia
En la segunda mitad del siglo XIX, por necesidades militares, fue establecida en nuestro país una red nacional de telégrafos bajo el sistema Mathe, llegando a contar con tres líneas: la del Norte -Madrid a Irún-, la de Barcelona, por Valencia, y la de Cádiz por Sierra Morena. La llamada del Norte de Castilla, que llegó a contar con 29 torres, y que es la que más nos interesa ahora por estar en ella las de Padrones de Bureba, Bujedo de Candepajares y La Puebla de Arganzón, que son las que habría que tratar de recuperar, pasaba por Valladolid con el fin de unir las Capitanías de esta provincia y de Burgos. Apenas estuvieron diez años en funcionamiento, ya que la electricidad vino pronto a sustituir a este sistema de comunicaciones, pero por su singularidad, por su interés científico, arqueológico y etnográfico, merecen ser puestas en el valor que les corresponde. Desaparecieron ya en Burgos las torres del castillo de Burgos, la de Pancorbo, La Brújula, Cótar, Villazopeque y alguna más, por eso resulta urgente, y de vital importancia, recuperar las que aún queda en pie, aunque sea de manera ruinosa.
El edificio, la torre
De planta cuadrada y sin puerta (para el acceso se utilizaban escaleras), construidas con piedra (sillarejo en los muros y buenos sillares en los esquinales), constan estas torres de tres plantas, siendo la última de ellas en la cual el torrero al cargo hacía las señales con determinada clave o código numérico. En la planta inferior se alojaba la tropa necesaria para proteger el enclave telegráfico de cualquier posible ataque o asedio; en este sentido son ilustrativas las troneras fusileras que pueden verse en la parte baja de cada lado de la torres.
BIBLIOGRAFÍA: para quien se le haya abierto el apetito de conocer más sobre estas construcciones, les remito a los siguientes trabajos:
Sebastián Olivé Roig: Historia de la telegrafía óptica en España (Madrid, 1990)
José Ignacio Sánchez Rivera; Eduardo González Fraile. Los telégrafos ópticos del norte: itinerario de ruinas. V JORNADAS SOBRE EL PAISAJE (1992). (celebradas en Segovia).
Mª Antonia Sánchez Martínez; Marta Santamaría Alday. Construcciones olvidadas: torres de telégrafo. López Gámiz XXVIII (1994).
Su estado es ruinoso, cierto, pero lo que aún queda es perfectamente recuperable. No harían falta elevadas inversiones para restaurarlas, de hecho, torres iguales a las burgalesas, están siendo rehabilitadas en la Comunidad de Madrid, como por ejemplo la de Arganda del Rey. Existe además en el Gobierno Regional de esta Comunidad un plan de actuación para la recuperación integral de las mismas. Un ejemplo a seguir en nuestra región, desde luego, porque no todo debería ser invertir en iglesias y Atapuerca. Y ya que menciono Apapuerca: se me ocurre que el Museo de la Evolución Humana podría ser el catalizador de iniciativas para salvar de la quema tantos y tantos elementos patrimoniales de la provincia que han supuesto avances de la tecnología y de la ciencia (evolución). Me estoy refiriendo al patrimonio-etnográfico-arqueológico-industrial (viejas centrales de luz, generadores de electricidad antiguos, fábricas de harina, ruedas hidráulicas, turbinas, batanes, telares, molinos hidráulicos, etc., etc.) donde han de inscribirse también, cómo no, las torres de telegrafía óptica que hoy traemos aquí. En fin, es una idea que dejo colgada, aunque con ninguna esperanza de que sea recogida.
Un retazo de historia
En la segunda mitad del siglo XIX, por necesidades militares, fue establecida en nuestro país una red nacional de telégrafos bajo el sistema Mathe, llegando a contar con tres líneas: la del Norte -Madrid a Irún-, la de Barcelona, por Valencia, y la de Cádiz por Sierra Morena. La llamada del Norte de Castilla, que llegó a contar con 29 torres, y que es la que más nos interesa ahora por estar en ella las de Padrones de Bureba, Bujedo de Candepajares y La Puebla de Arganzón, que son las que habría que tratar de recuperar, pasaba por Valladolid con el fin de unir las Capitanías de esta provincia y de Burgos. Apenas estuvieron diez años en funcionamiento, ya que la electricidad vino pronto a sustituir a este sistema de comunicaciones, pero por su singularidad, por su interés científico, arqueológico y etnográfico, merecen ser puestas en el valor que les corresponde. Desaparecieron ya en Burgos las torres del castillo de Burgos, la de Pancorbo, La Brújula, Cótar, Villazopeque y alguna más, por eso resulta urgente, y de vital importancia, recuperar las que aún queda en pie, aunque sea de manera ruinosa.
El edificio, la torre
De planta cuadrada y sin puerta (para el acceso se utilizaban escaleras), construidas con piedra (sillarejo en los muros y buenos sillares en los esquinales), constan estas torres de tres plantas, siendo la última de ellas en la cual el torrero al cargo hacía las señales con determinada clave o código numérico. En la planta inferior se alojaba la tropa necesaria para proteger el enclave telegráfico de cualquier posible ataque o asedio; en este sentido son ilustrativas las troneras fusileras que pueden verse en la parte baja de cada lado de la torres.
BIBLIOGRAFÍA: para quien se le haya abierto el apetito de conocer más sobre estas construcciones, les remito a los siguientes trabajos:
Sebastián Olivé Roig: Historia de la telegrafía óptica en España (Madrid, 1990)
José Ignacio Sánchez Rivera; Eduardo González Fraile. Los telégrafos ópticos del norte: itinerario de ruinas. V JORNADAS SOBRE EL PAISAJE (1992). (celebradas en Segovia).
Mª Antonia Sánchez Martínez; Marta Santamaría Alday. Construcciones olvidadas: torres de telégrafo. López Gámiz XXVIII (1994).
En 1990 se publicó el insustituible libro de Sebastián Olivé Roig, Historia de la telegrafía óptica en España. Su lectura aporta una visión general de este tipo de sistema de telecomunicación. Hay un wiki sobre la telegrafía óptica en el que se está recopilando todos los datos sobre esta línea y otras parecidas.
ResponderEliminarCarlos Mathé.
Gracias, Carlos, por tu inestimable colaboración. Todos los seguidores interesados en este tema, y en el patrimonio histórico en general, te lo agradecerán también, sin duda.
ResponderEliminarEhnhorabuena por hacer ver al mundo los tesoros arquitectonicos de Burgos antes de que la despoblacion lo barra todo.
ResponderEliminarPor cierto la guinda de todo el norte de Burgos podria ser Valpuesta, el monasterio donde estaban los primeros escritos de castellano que se copiaron despues en Silos.
http://www.valpuesta.com
Al comienzo de esta entrada nombras la torre de Padrones, cuando creo que te refieres a Prádanos de Bureba.
ResponderEliminarUn saludo y sigue así.
Gracias, Alfredo, por hacerme ver la errata. En efecto, se trata de Prádanos y no de Padrones. Ya lo cambio. Un saludo.
ResponderEliminarEste mensaje es para Carlos Mathé, autor del primer comentario, o para quien pueda informarme de cómo contactar con él, bien a través de su correo electrónico o cualquier otro medio.
ResponderEliminarQuedaría sumamente agradecido