Un año más, siguiendo una tradición ancestral, arderán esta noche de San Juan hogueras en infinidad de lugares de España y del mundo, también de Burgos. Más difícil será encontrar a alguien que se bañe con el rocío mágico del alba, o que lleve su ganado a los ríos y fuentes, antes de que el agua sea tocada por el sol que da vueltas, para prevenirle de la sarna y otros males. Ya no queda en los pueblos gente ni ganado que aproveche esa medicina, la despoblación se llevó también una cultura de siglos.
Una advertencia para los amigos y seguidores de este Cajón de Sastre:
La mañana de San Juan, cuando la zorra madruga, el que mucho vino bebe, con agua se desayuna.
RUEDA DE LA FORTUNA
Es mañana de San Juan, Lluvia, la luz llega tenue de un sol todavía invisible. Momentos de calma y de expectación en el principio del día y del mundo. Cierto, aire escondido, el viejo ha jadeado en la ascensión, pero ahí está, como todos los años, como todos los siglos al alba, esperando en Peña Monte ver el portento; está limpio, se ha bañado con mi rocío mágico, nocturno y purificador, y ahora aguarda su ración de fortunas sin cuento que le ofrece nuestro hermano Sol, cuchillos de oro que al poco se revolverán de locura. Silencio, que ya asoma por lomas de bruma ardientes, ya se ve la corona del poderoso, nimbo dorado que ilumina de esperanzas vanas la cara del viejo. ¿Ves ahora la Rueda de la Fortuna? ¿Ves cómo da vueltas Santa Catalina?, le dice el abuelo al nieto ausente, le dice el padre que se fue al hijo que emigró. Sí, abuelo, sí, padre, veo en mis sueños una rueda de fuego que baila el destierro.
De Ecos de la lluvia y el aire (Peñahorada, 2006)