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Empedrado de la nave. Cuando la paciencia se hacía arte. |
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Sillares autodecorados, arenisca veteada |
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Arcos proyectados en el claustro |
FOTOGRAFÍAS: Monasterio de Santa María de Juarros (Tomadas en julio de 2014).
Continuando con Santa María de Bujedo,
de cuyo monasterio hablábamos ayer, traigo hoy unas imágenes que me ha parecido
justo compartir con vosotros, queridos amigos y seguidores de este Cajón de
Sastre, que tenéis la paciencia de seguirme en mis pasionales inquietudes. Pero antes de ello, permitidme que os haga
una reflexión. Uno va a visitar un
monumento, un monasterio, por ejemplo, Santa María de Bujedo, por aludido, y
nuestros ojos se dirigen, por lo general, hacia la magnificencia, hacia las
amplitudes y el arte mayor, si es que lo tuviera. Pero es cierto que a veces
conviene detenernos en las cosas menores, por ejemplo en un suelo
maravillosamente empedrado de tréboles, al gusto y paciencia medievales, o en
unos sillares de piedra del planeta Juarros con anillos metálicos de capas
geológicas, o en una luz claustral del mediodía que se desliza por los arcos
hasta caer al empedrado. En fin, son esas imágenes que pueden pasar
desapercibidas si no estamos ojo avizor.
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