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Minúsculo y perdido cementerio entre Puebla y Oaxaca, visto en marcha, a través de los cristales del autobús. |
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Cementerio en Yucatán, cerca de Izamal (Junio, 2016) |
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Cementerio chiapaneco con cruces de madera.
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Cementerio en Capadocia, sin panteones, en la tierra. |
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Cementerio a orillas del Bósforo, con leyendas escritas que parecen obras de arte. |
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Un cementerio de pega y de película en el valle de Mirandilla (Contreras-Burgos).
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FOTOGRAFÍAS: Cementerios de México y Turquía (Tomadas en mayo de 2013 y 2010). Recreación de cementerio para la película El bueno, el feo y el malo (Valle de MIrandilla, Burgos. Tomada en 2009).
Existe el turismo de cementerios,
seguro, porque el turismo invade todo y hay gente para todo. Ocurre, sin
embargo, que ese turismo está pensando para los cementerios monumentales,
bellos y famosos, como el de Recoleta en Buenos Aires, o el de Bruselas donde yace
Hergé, por poner solo dos ejemplos muy conocidos, mientras que los más
chiquitos y de culturas pobres viven el anonimato que da la humildad. Hoy, víspera de muertos y flores, quiero
tener un recuerdo y una flor para esos cementerios humildes, sin panteones, de pueblos desconocidos
y remotos, donde también se llora o han llorado difuntos. Os dejo, queridos
amigos de este Cajón de Sastre, algunos que me salieron al paso en mis idas y
venidas, donde descansan ciudadanos que fueron del mundo.
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