FOTOGRAFÍAS: Ventanas en casona de La Aldea (Tomadas en septiembre de 2021)
Tras
largo tiempo de no abrir el arcón de las ventanas, hoy me ha costado Dios y
ayuda poder destaparlo. Han gemido los goznes como condenados, tanto como los herrumbrosos
carcelarios del conde de Montecristo. Y es que como bien sabéis, queridos
amigos de este Cajón de Sastre, el tiempo puede llegar a oxidar todo, incluso el
alma. Por eso hoy he decidido echar un poco de tres en uno, para que aperturas
venideras no sean tan dificultosas. En fin, el hecho es que tras muchos
esfuerzos he podido guardar una ventana que descubrí el pasado sábado en el
lugar de La Aldea. He tenido que hacer sitio para acomodarla, también con gran
esfuerzo, pues el arcón se halla repleto, tan lleno y apretado que barrunto que
será difícil guardar otra ventana más que se presente (estoy pensando en que quizá
tenga que habilitar un cofre nuevo).
Una excursión por las faldas de La Tesla, me llevó a La Aldea, un lugar en el que hacía 25 años que no me detenía, entonces para otros asuntos. Y allí saltó la sorpresa, cuando ya pensaba que en el Gran Norte no habría más ventanas que registrar, apareció una casona en la que no una, sino tres ventanas, decoraban su noble y principal fachada. La central, con esbelto y remarcado escalonado, a modo de alfiz y con escudo en su interior, es en verdad una maravilla, como lo son también las dos superiores, ejecutadas a imitación del arco y torre de Villapanillo, que en algún escondido lugar del arcón guardamos también. Por si a alguien sirviera, apunto la posibilidad de que ambas obras fueran ejecutadas por el mismo maestro cantero.
No hay ventanas como las de Burgos, parecen estar a la espera de que alguien desde dentro salga, desde tiempos pasados, a decirnos qué de nuevo hay tras este paréntesis que ha supuesto, no quisiera repetirme, un enjambre furioso que nos hizo calibrar de otra forma nuestras vidas. Gracias. Un saludo.
ResponderEliminarTe preguntas qué de nuevo hay tras el paréntesis. En mi opinión, lo mismo de antes. Lo de calibrar nuestras vidas tras el paréntesis me parece a mí que es flor de un día.
ResponderEliminarGracias, Rosa, por tu comentario.
Un abrazo