FOTOGRAFÍAS: Palacios de Espinosa de los Monteros (Tomadas en 2011 y 2012).
Siempre he pensado que Espinosa de los
Monteros podría haber sido el pueblo más bello y notable de Burgos, y quizá
también uno de los diez con más encanto de España. Por su enclave geográfico,
rodeado de montañas de nieve, por su historia de los Monteros, aureolada por
hermosa y vieja leyenda, por ser capital de los pasiegos, esa noble estirpe con
cultura propia que ahora sucumbe, pero sobre todo, por sus muestras de
arquitectura fortificada, representada en su soberbio castillo de los Velasco,
a orillas del Trueba, y por sus numerosos y hermosos palacios que, por no sé qué
suerte de milagro, aún podemos admirar, salpicados aquí y allá, encerrados en
la trama urbana. Si me apuráis, queridos amigos y seguidores de este Cajón de
Sastre, creo que resultaría difícil encontrar un núcleo de población rural de su tamaño tan extraordinariamente
dotado de palacios. Su conjunto constituye una riqueza cultural que, en mi opinión,
aún no ha sido suficientemente “puesta en valor”, por emplear una expresión tan
en boga hoy. Y cuando digo que es un milagro su conservación, estoy pensando en
lo pintoresco que debía ser Espinosa antes de que sufriera la gran transformación
de su caserío, cuyo resultado gris ahora podemos ver. Debe haber sido en el último
medio siglo cuando gran parte de su arquitectura popular, que a juzgar por las pocas muestras que
quedan puede uno imaginar como una auténtica delicia, fue notablemente disminuida, siendo
sustituida –signo de los tiempos- por otra mucho más impersonal, irrespetuosa
con el buen gusto, cargada de “modernos” y encajonados bloques de
pisos. Pudiendo haber construido con respeto a lo tradicional se optó por lo fácil
y feo. Afortunadamente, la preciosa Plaza Mayor sigue inmutable, con su esplendor y gracia de siglos. Afortunadamente también, los palacios están ahí todavía, altivos, góticos, renacentistas,
barrocos, cada uno con su historia y época, luchando por sobrevivir y recordándonos
que Espinosa de los Monteros fue mucho más
que un pueblo de montaña ganadero. Aquí os dejo, queridos amigos, algunas
estampas palaciegas espinosiegas. Que las disfrutéis.
Plaza Mayor de Espinosa un martes de su tradicional mercado, 1995. En ella se respira las esencias del buen gusto constructivo. |
NOTA: Sé que no he aportado nada nuevo al decir lo
que he dicho, pero, no sé cómo os diga, necesitaba decirlo.
Buenas tardes, Elías Rubio:
ResponderEliminarEs estupendo que tuvieras ganas de decir...
Verdaderamente ¡qué construcciones en ese bonito lugar!
Las paredes sin abertura de ventanas son una prueba del frío que debe hacer en invierno, y del que debían protegerse los habitantes antiguos.
No cuesta imaginarlos en el interior –oscuro- reunidos al lado de una lumbre.
No sé quién será el propietario del edificio de la primera fotografía, pero esas puertas metálicas deberían quitarse ya mismo, si es que no tenían un carácter provisional.
Saludos.
Que bellos palacios. Que pena que se encuentren engullidos por un entorno urbano propio de una época arquitectónica desafortunada. Existen otros muchos de similar belleza en algunas localidades del Valle Valdivielso, en similar situación.
ResponderEliminarQué bien dicho....se puede decir mas alto,pero no mas claro.Desde que conozco Espinosa,hace ya 15 años,me maravillo de la arquitectura del pueblo como quien admira lo que se perdió.Mucho tienen que cambiar las cosas para que Espinosa esté en esa lista de pueblos con encanto....donde debería estar desde siempre.En vez de intentar dar a conocer tanta maravilla,se dedican a derribar edificios para levantar nuevas construcciones,sin tener en cuenta para nada la arquitectura típica.....Una pena !!!!
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