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Una fuente, un campanario, un despoblado. |
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Una columna señala una obra reciente e inacabada. |
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Hubo un pueblo que se llamó San Martín de Tormiellos. |
FOTOGRAFÍAS: "El Campanario", Huerta del Rey (Tomadas en marzo de 2014).
Qué tendrán
las rocas que tanto nos atraen. Qué tendrán, que a los místicos siempre
llamaron. Da igual que sean de arena, caliza, yeso, o... Solo que sean roca y
allí estaremos, beneficiándonos de su
belleza. Y si la roca es exenta, prominente, que alguien apretó como se
hace en un globo para que salga un chichón, entonces la roca se convierte en
magia y saca a relucir nuestro instinto soñador. Por eso el pastor las abraza
con sus ovejas, por eso graba en ellas el narcisista su nombre, por eso el
eremita las modeló, excavó su vivienda y levantó campanarios en lo más alto.
Por eso los pueblos nacieron a su cobijo y dominio. Aquí, en este protuberancia
del roquedal, nació uno de ellos, dicen que con el nombre de San Martín de
Tormillos. “El Campanario”, llaman a este lugar entre enebros, a este
despoblado medieval cerca y lejos de Huerta del Rey. El campanario de piedra está tuerto, solo tiene un ojo, porque el otro desapareció quién sabe cuándo y
de qué siglo. Alguien ahora ha querido restituir el que faltaba, pero la
operación de oftalmia no llegó a buen puerto y el resultado es una cicatriz mal
curada y de feo especto. Ah, sí, las campanas. Las campanas dicen que suenan
hoy en Espejón, que allí fueron trasladadas. Quizá se oigan desde aquí en los
días de difuntos.
El pueblo, ya inexistente, se llamaba Tormillos
ResponderEliminarNO es Huerta "del" Rey. Es Huerta de Rey
ResponderEliminar¡Uy, perdón! En efecto, así figura ahora donde miremos en Internet, pero hubo un tiempo en que se decía y escribía Huerta del Rey (Sic. Diccionario de Pascual Madoz y Catastro de Ensenada).
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