Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

domingo, 16 de septiembre de 2018

LOS BURGOS PERDIDOS, LO QUE PERDEMOS


Cuando la belleza era de uso normal y común

FOTOGRAFÍAS: El Toro de Arroyuelo. Arquitectura de Valdebezana (setiembre de 2008)


Acabamos la pequeña serie “De ruta por el Gran Norte” habiendo remontado el puerto de Angulo. Podría haber seguido en aquella ocasión describiendo cosas que me salieron al paso en tierras de Losa. Podría haberos contado, por ejemplo, la fuerte impresión que me causó Villalba de Losa cuando vi sus casas pintadas de colores. (Me dicen que ya no se pinta de blanco, que ha de ser de cualquier color menos blanco. (¿De quién fue tan luminosa idea?). Aquella Villalba amurallada ya no es la Villalba que conocí cuando exploraba cuevas por  aquellas tierras de piedra seca, eran tiempos de cuando Zaballa se vendía por módico precio, como símbolo de la despoblación que ya por entonces causaba estragos. Podría haberos hablado de eso, querido amigos, o del toro de Arroyuelo, ese que  imita al de Osborne en una altozano a la entrada del pueblo (hoy los vecinos mayores de Arroyuelo, han interiorizado perfectamente el negro morlaco,  tanto que cuando al atardecer salen a pasear se dicen unos a otros: “vamos hasta el toro”.  De eso y más podría haberos hablado, pero preferí cambiar de aires.


El Toro de Arroyuelo, a imitación del Osborne


Hoy es otro día, hoy es el Gran Norte también pero por otro extremo. Os hablo, queridos amigos, desde los hondones de Zamanzas y Bezana, os cuento desde lugares perdidos, sumergidos, envallados, abismados, soñados, donde el abandono era de esperar tras siglos de penurias ancladas, ancestrales, donde la vida hoy es imposible, donde la arquitectura vernácula, ya sin uso, muere sin remisión, siendo el patrimonio más importante de las Montañas de Burgos, y diría que de toda la provincia. En Villaescusa Escondida, sumergida en selvático pozo, entre nogales imposibles y tras los que se vislumbre la majestuosa Peña Dulla, siento que mi corazón se sosiega y enfada, al mismo tiempo y con la misma intensidad. No, no es posible que tanta belleza construida pueda desparecer por nuestra incuria. Así va a ser, ay. Buscaba ventanas y me encontré con un paraíso ignoto, con un paisaje de ensueño que solo debe anidar en los sueños, al que quizá este burgalés errante ya nunca volverá y al que quizá nunca vuelva nadie.   


Aldeas escondidas de Valdebezana,
testigos de un tiempo que se fue para no volver

Arquitectura tradicional de las Montañas de Burgos,
 un patrimonio de inmenso valor que desaparecerá



¿Quién defiende o protege tanta belleza?



2 comentarios:

  1. Aún es posible ver en rincones solitarios, donde la hiedra cubre los nombres escondidos de aquellos lugares que anidaron sueños y que aceptaron trato humano, que hay señales latiendo más allá de los muros cargados de años. Aún hoy es posible ver geranios en orden, alineados junto a una fuente, una silla que parece vacía, un lavadero con retazos de jabón...por suerte, aún hoy es posible encontrarse con esos paraísos perdidos. Gracias por elevar como una cometa los cielos de este Burgos añorado. Saludos.

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti, Rosa Cruz, por el optimismo que desprendes respecto a lo que queda de los paraísos. Pronto, de muchos no quedará nada, solo tejados y muros caídos, y zarzas, muchas zarzas.
    Saludos

    ResponderEliminar

Solo se admiten comentarios constructivos. Los comentarios anónimos, o irrespetuosos, no serán publicados, tampoco los que no estén correctamente identificados.