Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

lunes, 18 de febrero de 2013

PISADAS EN LA ROCA

Pisadas encima de la casamata.



Las pisadas se pierden en un pequeño cantil.

Las pisadas podrían
corresponder a un 38 o 39.

Las pisadas siguen un paso normal. 

FOTOGRAFÍAS: Pisadas en la roca junto a una casamata. (Tomadas el 15-2-2013).

Seguro que lo que voy a contaros hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, tiene una explicación totalmente normal, sin ningún misterio milenium ni nada que se le parezca. Pero lo cierto es que desde el pasado viernes, cuando pretendía llegar con unos amigos a Robredo de las Pueblas y la nieve nos lo impidió, dejándonos a medio camino, sigo soñando con un descubrimiento que nos dejó atónitos. La nieve, en efecto, nos interceptó, pero no fue obstáculo insalvable para que, caminando sobre ella, llegáramos a un alto cerro desde el cual se divisaba un amplísimo panorama del norte burgalés. Todo era blanco a nuestro alrededor. Sobre los montes nevados de la Mata Nela, Vega Nela y las Peñas de Montoto reinaba (o al menos nosotros así lo percibíamos) una espesa e inevitable bruma de silencio y guerra. Y es que, en mi caso, no podía dejar de pensar en exploraciones pasadas, cuando seguí las huellas del Frente que en 1937 quedó establecido en estos montes. Recordaba graffitis de los italianos (que digo yo que, qué pintaba gente del Laccio o el Piamonte, perdida en estas brañas, tan lejos de novias y familias), las casamatas y trincheras de piedra y hormigón desperdigadas en cuetos y pandos, muretes de fusiles y ametralladoras, noches estrelladas de balas y silencios rotos, de miedo y dolor. Todo se agolpaba en mis recuerdos de veinte años atrás. Umm, creo que me estoy metiendo en un jardín que me llevaría muy lejos. En realidad, lo que quería contaros es lo que, con nuestros mismos ojos, pudimos ver grabado o inscrito en la roca  de aquel cerro, cerca del camino de Robredo y junto a una casamata de la guerra: nada más, ni nada menos, que ¡once pisadas humanas, de pies descalzos, hundidas sobre la roca arenisca! Ante ellas, no pudimos por menos que pensar en las icnitas de dinosaurios, tan prolijas en la provincia de Burgos, y en las pisadas del hombre prehistórico que tuvimos la fortuna de descubrir en Ojo Guareña en 1969. ¿Pisadas humanas sobre la roca arenisca, sedimentaria y con muchos millones de años? ¡Asombroso! ¿Qué era aquello, una broma?  Once pisadas en la roca, consecutivas y marcando el paso de un humano normal, cuya secuencia se interrumpe en un pequeño cantil. Once pisadas perfectas que, añadiendo más misterio al asunto, se encontraban pintadas de blanco. Once pisadas humanas junto a una casamata de hormigón, quizá un viejo puesto de mando. Unimos nuestros esfuerzos y no encontramos explicación alguna. Descartado que las pisadas no pudieron ser hechas en el momento de blandura del material ahora rocoso, sólo quedaba la opción de que alguien tuvo que esculpirlas en tiempo más reciente, y de que ese alguien tuvo la santa paciencia de hacerlo con sumo cuidado y perfección (no hay ninguna desbaratada, lo que hubiera sido normal de ser hechas con alguna herramienta punzante). Y entonces, ¿quién pudo ser? ¿Quizá un soldado de aquellos que hicieron guardia sobre los luceros en la casamata? ¿Quizá aquel José Gómez, cuyo nombre aparece en un graffitti dentro de la casamata y fechado en 1937?  Probablemente, pues las huellas parece que se marcaron con calcetines. Lo del pintado de blanco debe ser aún más reciente. Pero, ¿y si fuera un performance de algún artista moderno? No parece lógico. Ahí quedan los interrogantes, queridos amigos, para que soñéis.    



miércoles, 13 de febrero de 2013

CANTEROS Y MONUMENTOS

Maximiano ,  uno de los esforzados de la pica,
posa junto al monumento de Cubillo del Campo.

Cantera de Las Cabras, donde sacaron piedra
Maximiano y sus hermanos.. 

FOTOGRAFÍAS: Monumentos de Cubillo del Campo y Hontoria de la Cantera. Cantera de las Cabras (Tomadas en febrero de 2013). 


Su tatarabuelo fue cantero; su abuelo fue cantero; su padre fue cantero; él y sus cuatro hermanos ejercieron como canteros. De más atrás no tenemos hoy testimonio oral. Todos trabajaron en las canteras de Cubillo del Campo..., ¡huy, perdón!, quise decir en las canteras de Cubillo del Campo-Hontoria de la Cantera, que las sensibilidades están a flor de piel en cuestión de denominación de origen de la piedra y sobre la pertenencia de los montes donde se ubican minas y bocarones. Maximiano del Pino es uno de los pocos canteros vivientes, de los históricos, que hoy podemos encontrar en Cubillo, un pueblo en el que la mayoría de sus vecinos, a lo largo de los siglos, se emplearon en la extracción de la piedra llamada de Hontoria. Sí, esa piedra blanca con la que fueron construidos todos los edificios más notables de Burgos, incluida la Catedral. Maximiano, con sus 82 años, es testigo vivo de cuando en los montes de las canteras sonaban las picas por cualquier escondido rincón del encinar.


MISA EN LA CANTERA DEL POLVORÍN

Ya de muy niño tuvo sus primeros contactos con los huecos abiertos al monte, eso era cuando los domingos asistía a la misa que se celebraba en las profundidades de la cantera El Polvorín para los presos republicanos que, durante la guerra, estuvieron trabajando en la construcción de la carretera de Tornadijo y en labores para habilitar las viejas canteras como polvorines: “Allí hicieron como unas habitaciones para los presos y allí estuvieron refugiaos. Nosotros íbamos de chavales a la cantera, porque les decían misa a los presos; tenían un cura y decían una misa, nos juntábamos cinco o seis, y cuando se nos antojaba, decíamos: oye, ¿vamos a misa al Polvorín, que a las doce van a decir misa a los presos? Eso era en la cantera de abajo, que allí descargaban las bombas [pues] tenían una plazuela y podían dar vuelta los camiones”. Al poco de aquello ya tuvo que ir con su padre a la piedra, y a partir de los 15 años se dedicó de lleno a este laboreo formando cuadrilla con sus hermanos durante muchos años. Las cuadrillas salían a las nueve de la mañana hacia el monte y ya no volvían a Cubillo hasta caer la noche, con las narices colmatadas por el humo de los candiles. Unas se dirigían hacia las canteras del Polvorín, otras a La Alta, otras a La Hundida, y Maximiano y sus hermanos a las de Las Cabras, las más alejadas, al pie del que ahora llaman El Camino del Cid. Las mujeres, hijas y esposas, subían al mediodía, en solitario o en cuadrilla, monte a través o por caminos de carretas, a llevar la comida a maridos y hermanos: “Salías a las doce y media de la escuela y a la una o una y media tenías que estar allí”, cuenta la mujer del cantero. Con sus pucheros de cocido, colaboraban de esta manera en la economía que llegaba del pedregal.

En las profundidades de la cantera decían misa a los presos.
El cura se ponía arriba, los presos, abajo.


DOS MONUMENTOS A LOS CANTEROS

Maximiano del Pino puede impartir, a quien tenga curiosidad y se lo pregunte, lección magistral de cómo se llevaba a cabo la extracción de la piedra. Pero para esta cuestión, desde 2003 existe en Cubillo del Campo un monumento al cantero, sumamente didáctico, en el que se puede ver con nitidez la técnica empleada. Se trata de un conjunto escultórico, hiperrealista, con la figura de un cantero arrodillado y trabajando sobre un bloque de piedra semejante a los que sacaban en el pasado Maximiano y sus hermanos, y todos los canteros de Cubillo-Hontoria (entonces, con las picas,  sacaban un bloque a la semana, a lo sumo, dos, y ahora, con las máquinas modernas, sacan dos o tres en un día). Y es el de Cubillo un monumento que ya tiene su réplica en Hontoria, donde recientemente ha sido instalado otro conjunto escultórico de la misma temática, algo más abstracto, si se me permite la expresión. Ambos homenajes artísticos dan a entender una clara competición de los dos pueblos y que uno y otro pretenden defender su protagonismo en la historia de las canteras, y en lo que pueda devenir a través de ellas. 


Maximiano y monumento al cantero en Cubillo del Campo.

Pica, cuñas y candil. 

Hierro y piedra.  Monumento   al cantero
en Hontoria de la Cantera.



Conjunto escultórico en Hontoria de la Cantera.


lunes, 11 de febrero de 2013

UN EXTRAÑO CONJUNTO




FOTOGRAFÍAS: Casa de los Medina-Rosales, en Cadiñanos (Tomadas en febrero de 2013).

No recuerdo una fachada de casa doméstica (no palaciega) en Burgos, de carácter histórico,  tan bella y elegante como la que  guardamos hoy en este Cajón de Sastre. Pertenece a la primera casa o vivienda de los Medina-Rosales en la localidad de Cadiñanos, de cuyo magnífico palacio, renacentista y de la misma familia, dejamos aquí constancia recientemente. En un primer momento, uno puede quedar admirado ante las delicias de este frente arquitectónico, con ese estirado alfiz, de gusto tardo gótico, sobre la portada y en torno a una pequeña ventana con inscripciones bíblicas en latín. Pero pasada la sorpresa, y la admiración, uno ha de sentir cierta tristeza abrumado por los elementos extraños que rodean la fachada. En realidad, tampoco recuerdo un conjunto de anacronías semejante en torno a un monumento de tanta importancia histórico-artística. Llama la atención en primer lugar, un cuerpo de ladrillo, añadido y en ruinas, ajeno totalmente a la fábrica original y de tiempo indeterminado. Sorprende igualmente un simulacro de pared antigua, adosada por un costado y realzada con un extraño entramado de madera; y al pie de este entramado, un pequeño fragmento de arco señorial, con buenas dovelas, testigo de tiempos mejores (¿dónde fue el resto?). Para rematar, un enjambre de cables de la luz convergen sobre la fachada. ¿Hay quien dé más? Todo, resulta un tanto kitsch. Los responsables de Patrimonio de la Junta, deberían estar más atentos a estos pequeños detalles, ya que tanto se nos habla de poner en valor nuestros monumentos.  

Dispón de tu casa, porque morirás, leemos, entre otras cosas, en la ventana. Vamos a aplicarnos.

miércoles, 6 de febrero de 2013

ZARCERAS DE LA HORRA


Conjunto de zarceras en La Horra, hace 37 años.

El conjunto  se oculta ahora detrás de los pinos.

¡Qué maravilla!

Las chimeneas resisten ...

...el paso del tiempo y las transformaciones. 

FOTOGRAFÍAS: Zarceras en La Horra. Blanco y negro, 1976. En color,   2-2-2013.    

Cruzábamos en la anterior entrada la frontera entre el norte y el sur burgalés para situarnos en Aranda de Duero y su magnífico Museo del Tren. El sur, salvadas un par de ocasiones, era, y es, una asignatura pendiente en este Cajón de Sastre. De modo que vamos a intentar remediar este abandono, en lo que nos sea posible y a partir de ahora. Hoy, queridos amigos, os propongo la meditación a través de una fotografía que tomé en La Horra hace la friolera de 37 años, naturalmente en blanco y negro. Es una imagen que,  a pesar del tiempo transcurrido y de las miles de fotos hechas después, siempre he tenido in mente, de tanto como me sorprendió. Ese conjunto de zarceras, ese paisaje extraño de conos creciendo sobre los subterráneos del vino, emergiendo sobre lomas verdes, y que, salvadas las distancias, tanto pueden recordarnos a las chimeneas de las hadas (¡uf, qué nombrecito!) de Capadocia, es tan pintoresco y representativo del sur, de su paisaje genuino lleno de viñedos, que me impactó sobremanera. Por eso, desde hace tiempo tenía deseos de volver a visitarlo, y no solo por disfrutar con la visión, sino para comprobar que seguía allí y que no había sido objeto de transformaciones, a las que tanto he aprendido a temer. Pues bien, en días pasados volví a las zarceras de La Horra, con dos buenos amigos. Llevaba la fotografía, para que nos sirviera de guía. Y así, buscamos el punto en que fue tomada, y en apariencia nada se parecía a la imagen de 37 años atrás. Dimos una y treinta vueltas, miramos hacia el este, hacia el oeste, a uno y otro lado, el horizonte estaba demasiado gris, y nada me recordaba al paisaje de aquel tiempo, por ningún lado veíamos conjuntos de chimeneas que se parecieran, ¿lo habría soñado? ¡Si tiene que ser aquí!, insistía yo machaconamente. Hasta que, por fin, dimos con el punto mágico. En efecto, todo había cambiado, delante del observatorio teníamos una pared de pinos que ocultaban el conjunto, y había también un tapial de piedra que ayudaba en el camuflaje. Detrás de ello, ya nada me recordaba a la imagen en blanco y negro. Y con la transformación, se me fue el mito guardado.

domingo, 3 de febrero de 2013

ARTEFACTOS DEL VAPOR



Bomba para elevación de agua
a los depósitos de aguadas
Museo del Tren en Aranda de Duero.

Máquina de vapor para elevación de agua a
depósitos de aguadas.
Museo del Tren  en
Aranda de Duero.

Depósitos de aguadas en el Museo del Tren.
Aranda de Duero.
Cuando el modernismo vino
de la mano del hierro.

FOTOGRAFÍAS: Museo del Tren en Aranda de Duero (Tomadas el 2-2-2013). 

Han pasado tres largos años, parece que fue ayer cuando nos iniciamos en esta aventura de ver y contar. Este cajón de sastre necesita, como las calderas de vapor de los viejos trenes, que se le atice con el fuego de las curiosidades para no quedarse estancado en vía muerta. De vez en cuando, el fogonero internauta encuentra briquetas de aquí y allá, perdidas en pueblos y caminos burgaleses, y con ellas mantiene presión y movimiento de este tren de la memoria. Es lo que hacían aquellas viejas máquinas que movían los trenes de vapor y llenaban los depósitos de las aguadas, aquellas locomotoras que con su locura de nieblas motorizaban nuestras vidas viajeras. La vena ferroviaria viene a cuento porque ayer tuve la ocasión, y la fortuna, de visitar el magnífico museo ferroviario de Aranda de Duero (totalmente recomendable) y me encontré con una hermana gemela de la caldera-bomba-caldera que aquí dimos a conocer en mayo de 2011, aquella que se encontraba, y encuentra, expuesta en los jardines de ADIF, en Burgos; gemela también de otra que tuve ocasión de ver en la estación de Lermilla cuando ya el tren Santander-Mediterráneo no circulaba y la ruina se había apoderado del lugar y de los edificios, de eso hace ya hace muchos años. Por eso ayer sentí gran alegría al encontrarme con un  artefacto hermano, por eso quiero compartirlo con vosotros, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, que espero que el universo digital en que os movéis no os haya hecho olvidar la robótica del carbón. Aquí os dejo el artefacto, y junto a él, otro mayor que tenía las mismas funciones, un aparatoso y ferroso monstruo salido de una ficción de la antigüedad. Es lo que tiene:  cuando uno ha viajado en los trenes de vapor los lleva con él hasta el final de los tiempos.