Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 23 de agosto de 2013

VILLANUEVA DEL GRILLO, EL RETABLO PINTADO ( II )


Retablo pintado en iglesia arruinada de
 Villanueva del Grillo. 

Retablo restaurado de la iglesia de
Villanueva del Grillo , hoy en el
Museo del Retablo de Burgos.

Ruinas de Villanueva del Grillo en 1999.
A la izquierda, cubierta por la yedra,
se encontraba lo que quedaba de la iglesia. 

Ruinas de Villanueva del Grillo,
con la sierra de Árcena como telón de fondo.


FOTOGRAFÍAS: Retablo pintado (1999). Retablo restaurado (2013). Villanueva del Grillo (1999). 


El 23 de septiembre de 2011 insertaba en este Cajón de Sastre una entrada relativa a un retablo pintado, del siglo XVI, que encontré durante mis trabajos de campo para Los pueblos del silencio, en la iglesia parroquial de Villanueva del Grillo, un pueblo totalmente arruinado situado al pie de la Sierra de Árcena. Comentaba entonces mi sorpresa al encontrar una obra con semejantes características, pues no son habituales, ni mucho menos, los retablos pintados; en realidad, aquel era el primero que veía, y aún hoy no conozco ningún otro. Me hacía preguntas también, y escribía:

¿Fue este retablo pintado, con sus correspondientes calles, el definitivo, o fue tan sólo un boceto, algo provisional sobre lo que más tarde se instalaría uno convencional de madera? ¿Había en dicho siglo, o en otros cercanos, la costumbre de pintar los bocetos sobre los ábsides antes de colocar los armazones de madera, con sus nichos para la imaginería incluidos, o fue éste un caso aislado? Demasiada molestia para ser tan solo algo provisional, pienso. Quizá algún vecino de los que moraron en este lugar tobalinés podría decirnos si su iglesia llegó a tener retablo de madera. He vuelto a Villanueva recientemente, pero no encontré a nadie a quien preguntar, sólo hallé escombros ocultos por la maleza, el viento, el silencio y la áspera y despoblada sierra de Árcena”. 

Pues bien, al cumplirse casi dos años de aquella entrada y de aquellas preguntas, puedo decir que tengo respuesta para la principal de ellas: la iglesia de Villanueva del Grillo tuvo su retablo formal, es decir, uno de madera y con sus correspondientes calles, para más señas presidido por San Martín, patrón del pueblo. En estos días he visitado el magnífico Museo del Retablo, en la iglesia de San Esteban, de Burgos, y he podido ver este retablo, restaurado y expuesto, junto con otros de pueblos abandonados. Os podéis imaginar, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, las emociones que he podido sentir al encontrarme con estas obras pertenecientes a lugares que ya en 1999 eran sólo escombros y recuerdos.

Quedaría por encontrar, no obstante, respuesta a otra de las preguntas clave: ¿cuál fue antes, el retablo pintado o el de madera? Los estilos artísticos parecen corresponderse y nos hablan del siglo XVI, década arriba, década abajo, pero las escenas e imágenes representadas no son las mismas, y eso complica las cosas. Ahí queda el reto para los estudiosos del arte sacro.   

martes, 20 de agosto de 2013

NEOHERÁLDICOS DE BURGOS


Pequeña ventana con arco conopial
en una torre  blasonada
de Escalada. 

Ventana de líneas clásicas en
una casa de Escalada.. 

Ventana de hidalgo en una casa de La Cerca.

Ventana transformada en balcón en
una casa  hidalga
de  Linares de Bricia. 

Ventana con escudo en una
casa  eclesiástica de
Hornillos del Camino. 

Ventana de hidalgo en una casa
de Villataras. 

FOTOGRAFÍAS: Ventanas de Escalada, Linares de Bricia, Hornillos del Camino, Villataras y La Cerca. (Tomadas en 2013).  


Llama la atención la costumbre que parece ha tomado cuerpo en nuestros días y en nuestros pueblos de insertar escudos en fachadas de viviendas de nueva construcción, quizá tomando como modelo una vieja usanza. Debe responder esta práctica, en efecto, a un deseo de imitación de siglos pasados, cuando el lucimiento de las armas de apellidos nobles o hidalgos, ganadas de un modo u otro, era sinónimo de poder y distanciamiento de las clases más humildes. Bien es cierto, sin embargo, que la inmensa mayoría de los neoheráldicos no son señores de clase noble o hidalga, ni reciben privilegio alguno por lucir sus escudos, y que en realidad, lo que deben pretender es recordar apellidos comunes, linajes del más allá, alguna de cuyas ramas, puede pensarse, deben rozar siquiera levemente a sus antepasados y a ellos mismos. Vemos cómo esta actitud neoheráldica, que tiene que ver con la noble búsqueda de las raíces, se ha instalado más en los pueblos, por lo general en casas de reciente construcción o restauradas, y en menor grado en viviendas unifamiliares de la capital y ciudades. No hace muchos días que contrastaba opinión sobre este tema con un amigo, cuando él, con cierto orgullo, me mostraba dos escudos que había labrado con mimo y arte y que había colocado en la fachada remozada de su casa del pueblo. Lucía las armas de los apellidos matrimoniales, de él mismo y de su esposa, seguramente encontradas en Internet, en las muchas páginas que sobre heráldica se pueden encontrar, o compradas por módico precio en alguna gran superficie, como es mi caso, pues en una de ellas adquirí por curiosidad las de mi rubio apellido. Le hacía yo ver que los neo-escudos, o si se quiere, blasones copia, estaban fuera de contexto histórico, desubicados, y que de no ser datados y señalados convenientemente, pudieran  con el paso del tiempo, un siglo o varios siglos, cuando la pátina de los agentes atmosféricos haya hecho su labor, llamar a engaño a estudiosos y aficionados. Creo que le dejé hecho un lío, quizá apenado, y bien que lo siento.  

Aprovecho el comentario para traer aquí una serie de ventanas blasonadas inéditas, que vienen a sumarse a las muchas que llevamos ya guardadas en este Cajón de Sastre, en la alforja de las “ventanas con historia”. 

miércoles, 14 de agosto de 2013

NOTA MODERNISTA, LOS MEDALLONES BURGALESES DEL CÍRCULO


Ventanas en México DF.  La belleza.

FOTOGRAFÍAS: Ventanas modernistas en México DF. Medallones en edificio del Círculo Católico de Obreros, Burgos. Puerta junto al Ayuntamiento de Burgos (Tomadas en mayo y junio de 2013). 


Lo dije en anterior entrada, México DF es una ciudad infinita y de contrastes infinitos. Pero me olvidé de algo importante y que ahora añado: México es también una ciudad de maravillas infinitas, unas más grandes, otras más pequeñas, según los ojos con los que miremos y el corazón que pongamos. Una de estas maravillas son los barrios o distritos que allí llaman “colonias”, llenos de calles con exótico arbolado bajo cuyas sombras puede uno buscar refugio cuando el sol de Moctezuma más aprieta. Por una de estas colonias, la de “Roma”, paseábamos una noche de tormenta cuando nos guarecimos bajo esta maravilla modernista que aquí os traigo, la fachada iluminada de una casa con las ventanas más suaves y elegantes que jamás haya visto. Las ventanas, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, bien lo sabéis, son uno de mis tardías pasiones, y en este baúl que seguimos hay nutrida constancia de ello. Como tardíos son también mis amoríos con el arte modernista, que tantas gozadas me permiten en Bruselas, la ciudad del art noveau, que visito con frecuencia. El caso es que estas dos ventanas noveau de Df me permiten ahora rescatar de mis archivos una muestra modernista burgalesa que no por humilde deja de tener su valor. Me refiero a los medallones que coronan el viejo edificio del Círculo Católico en la calle Concepción. Cuatro medallones con los nombres de otros tantos obreros-artistas célebres, Juan de Orna, Francisco Salinas, Mateo Cerezo y Cristóbal Andino, y todos enmarcados con motivos vegetales en el más clásico estilo modernista o noveau. Para remate, traigo también aquí una puerta junto al Ayuntamiento de Burgos que tiene todos los aderezos decorativos del art noveau, pero que no parece que sea auténtica, sino más bien un capricho de quienes remodelaron recientemente el edificio. Quizá alguno de vosotros, queridos amigos, recuerde cómo era esta puerta antes de dicha remodelación.


Edificio del Círculo Católico de Obreros en Burgos. 

Medallón con nombre de platero del siglo XVI.  

Medallón con nombre de músico-compositor del S. XVI. 

Medallón con nombre de pintor del  S. XVII.

Medallón con nombre de rejero del S.XVI. 

Bella pero confusa. puerta
en la Plaza mayor de Burgos.  



domingo, 11 de agosto de 2013

EL MOLINO DE ESCUDEROS, HARINA JUNTO AL PUENTE

                                                                                        

Puente de piedra sobre el río Arlanza.

Edificaciones del molino de Escuderos.

Aliviadero del cauce junto al puente. 

Cinco ojos para cuatro piedras de moler.

En las entrañas del molino.

Compuerta para el rodete que movía la dinamo
 productora de luz eléctrica.
Cuadro con voltímetro y amperímetro, más un
interruptor de cuchillas.
Arqueología de la luz. 
vía
Limpia para separar las impurezas del grano.


FOTOGRAFÍAS: Granja-molino de Escuderos (Tomadas en mayo de 2013).

También podríamos intitular este artículo como la Granja de Escuderos, pues de las dos maneras se conocía, y aún se conoce, al conjunto de edificaciones localizado a orillas del río Arlanza, al sur de Santa María del Campo, junto al viejo puente de piedra. Os hablo, queridos amigos y seguidores de este cajón de Sastre, de un antiguo núcleo de población cuyo término, en la actualidad, está integrado en el de Santa María, pero que en origen pudo haber tenido su propia autonomía. Aunque no es la historia de este lugar con resonancias medievales lo que me guía hoy, para lo que carezco ahora de documentación, sino el molino por el que Escuderos es más conocido.

Antes de que nos metamos en harina, sin embargo, me gustaría haceros una confidencia: a lo largo de mis años de peregrinaje por todo el territorio burgalés, fueron muchas las veces que llegué a pasar por Escuderos, y siempre con ganas de detenerme, pues tanto me atraía el lugar. Hacía promesas, sí, un día volveré y me detendré, pero son de esas promesas que se hacen en los regresos y que van quedando atrapadas por otras historias. En fin, Escuderos tiene esa imán que te llama, sea por su nombre sugerente, sea por la magia de su maravilloso puente, o por la aureola de incertidumbres históricas y arqueológicas que lo envuelven, tal como la necrópolis antropomorfa que salió a flote hace algunos años cerca de la ermita. A mí me atraían también la corriente del Arlanza, cargada de leyenda, su molino y un sorprendente conjunto de palomares en el alto, al que en otra ocasión habré de referirme.

Así, en junio de este año, tras la mediación de gente amiga (gracias, Uqui, gracias, Elena), pude por fin, acompañado de mi esposa, visitar el Molino de Escuderos. Adolfo Calleja Arribas, uno de los propietarios y una de las memorias de la familia, fue quien nos acompañó en el recorrido por las instalaciones y quien nos proporcionó jugosos datos históricos y de funcionamiento. Procede decir cuanto antes que el molino, cuya maquinaria se conserva como el último día de actividad, hace apenas 30 años, tenía un extenso campo de acción, ya que abarcaba moliendas para un buen número de pueblos; llevaban sus granos a moler Villangómez, Villafuertes, Villahoz, Zael, Mahamud, Torrepadre, Quintana del Puente, Villafruela, entre otros. Se recuerda también a los carreteros de la sierra que, a su paso por Escuderos, camino de Valladolid y cargados de madera, hacían un alto en el molino y aprovechaban para moler algún saco de trigo, lo cual hacía más rentable el largo viaje. 

En realidad, más que molino, casi podría decirse fábrica de harinas, pues eran nada menos que cuatro las piedras que rendían con la fuerza hidráulica del  Arlanza y sus cuatro rodetes. Digo cuatro rodetes, con sus correspondiente compuertas, pero aún había un quinto, sin piedra, que era el que daba impulso a una dinamo generadora de electricidad para el autoabastecimiento del caserío. Fue en sus orígenes uno más humilde, uno entre los cientos de pequeños molinos existentes en la provincia de Burgos, de una o dos piedras, y no se encontraba en el emplazamiento actual, sino pegado al puente. Según refiere Adolfo Calleja, nuestro guía, a finales del siglo XIX, tras la Desamortización, fue la familia Calleja, entre cuyos miembros se encuentran personas de gran renombre, como el editor Saturnino Calleja y el compositor del himno de Burgos, Rafael Calleja, los que se hicieron con la propiedad y la pusieron en renta. Un Calleja también, Ángel Calleja, arquitecto que trabajó en el alzado del palacio de la Diputación de Burgos, fue quien dirigió la construcción del actual molino, y un nieto de este último, Enrique Calleja, padre de nuestro guía, fue quien empezó y llevó el peso de la actividad en él. La sombra del apellido Calleja, pues, parece alargada en este lugar del Arlanza.

Como ya he advertido, también se conoce al reducido caserío como Granja de Escuderos (aunque “granja, lo que se dice granja, no es”, según Adolfo Calleja), y hubo un tiempo en el que sus habitantes trabajaron como renteros. Entonces vivían cinco familias; había escuela (se recuerdan hasta 16 niños escolarizados), hornera comunal y ermita, quizá la que pudo hacer de iglesia. Y como sucede en las buenas granjas, diversificaba su economía, contando para ello, además de las fincas cerealistas, con amplia bodega y lagar, eso cuando las viñas abundaban en la vega (“Toda la vega eran majuelos”, según Adolfo); se llegaron a almacenar en esta bodega, que “tuvo vías y vagonetas para carga y descarga”, hasta 3000 cántaras de vino para la venta; más tarde, al desaparecer la vid, se abrieron varias piqueras y fue transformada en silo para cereal, llegando a constituirse en Comarcal. 

Contaba también el Molino de Escuderos con un aserradero, conocido como “Serrería del Molino”, que competía con los de Torrepadre y Antigüedad, y  se beneficiaba cortando y vendiendo madera propia (vigas, tablas y verjillas) y dejando que otros cortaran la suya. 

No puedo finalizar esta sucinta reseña molinar sin hacer una nueva llamada a quien corresponda para que molinos tan bien conservados como el de Escuderos, llámese Pampliega o Sordillos, y otros que significaron tanto en las economías de amplias zonas de Burgos, de los que ya hemos hecho referencia en este Cajón de Sastre, sean puestos en valor y pasen a constituirse en un atractivo patrimonial para el disfrute de todos.


UNA CALAVERA DE CINE



FOTOGRAFÍA: Calavera en el Museo Antropológico de México (Tomadas en mayo 2013)

México DF es una ciudad infinita y de contrastes infinitos, contraponiéndola con nuestra recoleta y previsible ciudad burgalesa. A mis ojos provincianos, como a los de aquel Cortés conquistador, todo fueron sorpresas y admiraciones en mi reciente viaje. Quiero compartir con vosotros, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, algunas de las curiosidades que más me sorprendieron. Cada una tuvo su momento y su lugar, y el estado de ánimo del que se siente detective y descubridor, razón de cada fotografía.  Empecemos, por aquello de la antigüedad, por el Museo Antropológico, donde llamó mi atención (¡y mira que hay cosas maravillosas en este lugar!) una calavera. A primera vista, y a la segunda y a la tercera, lo que yo veía en ella era su enorme similitud con la de los alienígenas de la película Mars attacks. Lo cual llega a sugerirme que, aunque nada se ha escrito al respecto, que yo conozca, los realizadores de este film debieron tomar como modelo esta calavera indígena. Ahí la tenéis, con sus ojos saltones, cráneo abultado y conato de risa malévola, judgad vosotros mismos, amigos de Marte.