Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

miércoles, 17 de febrero de 2016

ESCRITO EN LOS DINTELES, LOS MENSAJES DE FRESNEDO


Dos fachadas gemelas, dos escudos iguales,
dos inscripciones distintas


Una ventana humilde, un dintel blasonado y un mensaje escrito


Igual escudo, distinta inscripción


FOTOGRAFÍAS: Ventanas en casa de hidalgo en Fresnedo (Tomadas en enero de 2016)


Es muy corriente que los dinteles de las ventanas blasonadas, por lo general pertenecientes a casonas de hidalgos, lleven escritos los nombres de quienes las construyeron y las fechas en que se construyeron. Lo que ya no es tan corriente es que dichos dinteles, unidos a la heráldica distintiva, tengan largos mensajes y que en ellos se lancen consignas al exterior haciendo ver las cualidades, profesionales o humanas, de los moradores de las casas. Ya hemos podido ver aquí algunas inscripciones en parecido sentido, aunque siempre en ventanas relacionadas con la condición eclesiástica. Hoy, queridos amigos de este Cajón de Sastre, guardamos en el ya repleto baúl de Ventanas con historia, dos ejemplares con sendos escudos de iguales armas en sus dinteles, localizadas en el lugar de Fresnedo, que llevan inscritas dos leyendas ejemplificando lo dicho. Escritas en latín, en 1593, en la más larga puede leerse:

        PARVI INSIGNIA FORIS SI INTUS VIRTUTIS ANGUSTA SUPELLEX
                                             
Que traducido literal, quedaría así:

Las insignias (los escudos) de fuera son de poco precio si, dentro,
                          el caudal de virtud es parco

A la vista de semejante mensaje a uno se le ocurre pensar que quien lo mandó grabar era una persona de gran moralidad. Quizá le pareció que el magnífico escudo que acompaña era demasiad ostentoso (el hecho de lucir escudo ya es ostentación) y quiso quitarle importancia en una demostración de humildad. Quizá quiso también que su mensaje fuera ejemplo y lección para otros hidalgos más presuntuosos y con menos escrúpulos. Pero vaya usted a saber.

Choca, sin embargo, que en la otra ventana (parece que de otra fachada), con escudo de iguales armas en el dintel, la leyenda escrita sea un pelín contradictoria con la anterior, pues nunca la usura estuvo bien vista. Puede leerse:

                         EMIADDIDI QUIPEUSURA                   

Que traducido literalmente, vendría a significar:

        Compré, acrecenté (en riquezas). En realidad, usura

Es una pena que esta inscripción no vaya acompañada de fecha. Así, nos quedamos sin saber cuál de las dos inscripciones fue la primera y cuál la última.  



(Con mi agradecimiento a Josemi Lorenzo Arribas, traductor de las inscripciones)

martes, 16 de febrero de 2016

LA VENTANA ESCONDIDA DE OLMOS ALBOS


Una ventana noble en un edificio tosco

Un edificio auxiliar con una primorosa ventana 

Vecinos de Olmos Albos. Detrás puede verse la torre
y el muro que la protegía.
(Del libro de C. del Álamo Martínez 

Silos, cien años de historia 1880-1980)

Una simple valla de alambre intenta proteger
el espacio de la torre.


FOTOGRAFÍAS: Torre y ventana de Olmos Albos (Tomadas en 2015). Foto de época (del libro  Silos , cien años de historia (1880-1980). 


No sé qué maravilla más, si el nombre del lugar en que se encuentra la torre (¡Olmos Albos!), o la ventana escondida en edificio aparte de la torre, de la que nadie nunca habló. Olmos Albos igual a olmos blancos, que a veces la lírica está en los nombres. Es más que probable que en otro tiempo debió haber olmos en este lugar molinar junto al arroyo Ciriaco, y también que en otro momento debió impregnarse la torre de agradables aromas salidos de la destilería que los monjes de Silos tuvieron en ella entre 1893 y 1896, según se recoge en el precioso libro Silos, cien años de historia (1880-1980). 
Hoy, la elegante y blasonada torre que levantaran a mediados del siglo XVI Diego Gamarra, alavés él, y su mujer, Leonor Serón, tobalinesa ella, languidece en el abandono, anunciando una próxima ruina. El muro exterior de piedra que la protegía hace mucho que desapareció, y en su lugar se instaló una verja de gruesa alambre a la que ya se ha abierto hueco, permitiendo la entrada a todo tipo de vándalos y expoliadores. ¡Qué pena y qué vergüenza!
De todos modos, lo que en verdad nos trae hoy aquí es la ventana aludida al principio, que con derecho propio merece figurar en la ya larga lista de ventanas con historia que aquí seguimos y guardamos. Por su buena ejecución merecería estar en la cuadrilonga y noble torre, pero no, se encuentra en un edificio contiguo, de tosco sillarejo, que tiene toda la traza de haber servido como almacén, quizá del tiempo de la destilería, para guardar las plantas empleadas, o tal vez de lana, pues hay noticia de que los señores de la torre tuvieron aquí lavadero de este producto..., o probablemente para las dos cosas.
Llama la atención, en un muro tan tosco, la existencia de una ventana con ínfulas de nobleza. Su recercado de piedra primorosamente labrada, con dos cabezas de león, enfrentadas en los ángulos superiores, más otra humana, laureada, en el dintel superior, son elementos cultos que bien podrían llevarnos a los siglos XVII o XVIII.   


jueves, 4 de febrero de 2016

EL BALCÓN DEL LEÓN

Una delicia decimonónica

Conjunto

Un león bajo el alero


FOTOGRAFÍAS: Balcón en Tubilla del Agua (Tomadas en 2015)

Hablábamos ayer de la carretera de Santander (la N-623). Decíamos que, por su ya escaso tráfico, se había echado a dormir. Y siendo esto una especie de metáfora, no deja de haber cierta verdad en ello. Atrás ha quedado la época en que burgaleses y no burgaleses elegíamos esta ruta para llegar la capital cántabra o a las playas del norte, con el temible Escudo por delante, atrás el tiempo en que  había vida en los pueblos de sus orillas. Circular hoy por esta ruta, sin el agobio del tráfico pasado, aunque con las obligadas precauciones, se convierte en un plácido paseo y nos permite disfrutar, siquiera de reojo, de las muchas bellezas naturales que salen al paso, por más que nos sean conocidas. Cuántas veces, por ejemplo, en la travesía de Tubilla del Agua, más atentos a nuestra velocidad que a otra cosa, nos pasó inadvertido, o de refilón, el magnífico balcón de piedra de una de las últimas casas de la población, junto a la carretera. Puede ser ahora el momento de admirar esta joyita decimonónica, con su envoltorio, aunque mejor si nos detenemos y aparcamos el coche.

Fechado en 1897, época modernista, el balcón llama la atención por estar construido enteramente en piedra, cosa bastante curiosa, pues lo habitual es que al menos las rejas (en este caso columnas deliciosamente torneadas) sean de forja. Pero el conjunto escultórico va más allá, y nos deleita con bellos motivos ornamentales, desde jarrones floridos y ondulantes vegetales hasta una especie de tímpano románico (¿de ventana?) con león dentro, que sirve de remate en el sombrío del alero. El color de la piedra de este “tímpano” es distinto al resto del conjunto, lo cual podría estar sugiriendo dos cosas, o que es un elemento extraño, llegado quizá de algún templo románico próximo, o que se ha teñido con el agua de lluvia pasada por la madera del alero. En todo caso, estamos ante una curiosidad más de las muchas que podemos encontrar y disfrutar en los pueblos si nos fijamos en los detalles.  


lunes, 1 de febrero de 2016

DINTELES GRABADOS EN SEDANO


Una maraña de inscripciones sobre la puerta


Cruces protectoras bajo el alero


Máquinas de coser y aparatos de radio
en la Era del blanco y negro

FOTOGRAFÍAS: Dinteles grabados y letrero comercial en Sedano. (Tomadas en 2015-2011)



Conocí Sedano con tanta vida... Ahora, qué queréis que os diga, queridos amigos, cada vez que paseo por esta población dorada, o por la infinidad de bellísimos pueblos que pertenecieron a su viejo Partido, siento cierta añoranza, mucho más en invierno. ¿Cómo se llegó a este estado de quietud, a esta triste paz? ¡Si hasta la carretera de Santander que nos llevaba, no hace mucho con gran tráfico, hoy sestea el asfalto por falta de rodajes! He visto envejecer y desaparecer a tantos hombres y tantas mujeres que me contaron historias de bullicio y vida feliz en el gran Sedano, que mi desconcierto ahora es total. En el atardecer gris de ayer, repasando una vez más las balconadas y casonas hidalgas de Sedano, acudieron a mi memoria personas que conocí de la zona y que tanto sabían de aquella otra vida; el aire me trajo ecos centenarios de los hermanos Bárcena, de Covanera, de El Churrillo, de Gredilla, de Moisés Crespo, el trajinero de Pesquera, y de tant@s otr@s... Ayer, al salir de la antigua Tienda de Cayetano, único testimonio comercial vivo del Sedano que se fue, a punto de caer la noche y cuando el rojizo de las piedras hidalgas comenzaba a teñirse de negras sombras, recordé una reciente y soleada mañana en el barrio alto, bajo el rumor de su cascada. La luz me permitió ver en aquella ocasión lo que en sombras no llega a apreciarse, signos y mensajes en piedra, incisos, que por su rareza más me parecieron encriptaciones prehistóricas que otra cosa. Pude verlos en dos dinteles, uno de ventana y otro de puerta, en sendas casonas; verlos, digo, porque por más que traté de descifrarlos se me escapaba toda comprensión. Uno de los dinteles, el de entrada a la casa, está lleno de espigas, rodeando un contorno extraño, una especie de tela de araña que se tragó letras y dibujos ahora incomprensibles, palabras y representaciones incisas de otros siglos que alguien escribió en el lenguaje de la vida perdida, quizá como protectoras de las cosechas, o tal vez como cartela comercial de alguien que se dedicaba a la compra y venta de cereal. En el otro dintel, bajo el alero del tejado, pintados en rojo y sin orden aparente, pueden verse cruces y, con un poco de imaginación, adivinarse árboles, quizá frutales. ¿Trazos con simbolismo apotropaico para que la cosecha de fruta no se malograra? Elucubraciones para los dos dinteles.
Más clara y concisa está la cartela de buena caligrafía y letras de molde, bajo ventana y sobre la puerta de una casa del Sedano mayor, donde se anuncian un agente de ventas de máquinas de coser Sigma y aparatos de radio. ¡Qué maravilla de mensaje comercial! ¿no os parece, queridos amigos?, humilde, claro y sin ocultaciones, descriptivo de una época en blanco y negro.