Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 31 de octubre de 2014

CEMENTERIOS DEL MUNDO


Minúsculo y perdido cementerio entre Puebla y Oaxaca,
 visto en marcha, a través de los cristales del autobús.

Cementerio en Yucatán, cerca de Izamal (Junio, 2016)

Cementerio chiapaneco con cruces de madera.


Cementerio en Capadocia, sin panteones, en la tierra.  

Cementerio a orillas del Bósforo, con leyendas escritas
que parecen obras de arte. 

Un cementerio de pega y de película
en el valle de Mirandilla (Contreras-Burgos).


FOTOGRAFÍAS: Cementerios de México y Turquía (Tomadas en mayo de 2013 y 2010). Recreación de cementerio para la película El bueno, el feo y el malo (Valle de MIrandilla, Burgos. Tomada en 2009).   



          Existe el turismo de cementerios, seguro, porque el turismo invade todo y hay gente para todo. Ocurre, sin embargo, que ese turismo está pensando para los cementerios monumentales, bellos y famosos, como el de Recoleta en Buenos Aires, o el de Bruselas donde yace Hergé, por poner solo dos ejemplos muy conocidos, mientras que los más chiquitos y de culturas pobres viven el anonimato que da la humildad.  Hoy, víspera de muertos y flores, quiero tener un recuerdo y una flor para esos cementerios humildes, sin panteones, de pueblos desconocidos y remotos, donde también se llora o han llorado difuntos. Os dejo, queridos amigos de este Cajón de Sastre, algunos que me salieron al paso en mis idas y venidas, donde descansan ciudadanos que fueron del mundo.


martes, 28 de octubre de 2014

CAMINO DE SANTA CASILDA (III) DESDE ROJAS POR EL PASO DE LAS CUEVAS



Rojas. A la izquierda de la imagen
 puede verse su castillo. 


Molino de Los Congostos.


Molino de Los Congostos.


Gran cavidad en el paso de Las Cuevas.
En ella vivieron gitanos nómadas.
¡"Cuántos gitanos habrán nacido ahí en eso"!

Paso de Las Cuevas, camino de Buezo.
Hubo quien caminó descalzo por la roca.



Paso de Las Cuevas

Al final del camino se aprecia la entrada
 al paso de Las Cuevas.

Santa Casilda al borde del precipicio.


FOTOGRAFÍAS: Rojas. Camino de Rojas. Paso de las Cuevas. Santuario rocoso de Santa Casilda. (Tomadas en octubre de 2014). 

Hace dos años (¿dos años ya?) que en este Cajón de Sastre, para el capítulo de “Pasos de Montaña”, recorrimos algunas de las rutas que siguieron los devotos de Santa Casilda para llegar al santuario de la princesa mora convertida. Recordemos que la última de ellas fue la que, partiendo de Quintanavides, lleva a Buezo pasando por Reinoso. Dos años, ya digo, y parece que fue ayer. Hoy venimos con una nueva ruta, la que desde Rojas, como punto de confluencia de devotos de numerosos pueblos de La Bureba y de Las Torcas, pasaba por la estrechura conocida como Las Cuevas, camino de Buezo. Las Cuevas es un pintoresco pasaje entre peñascos calizos que debe su nombre a la existencia de algunas cavidades a uno y otro lado del río que discurre paralelo al camino. En una de ellas, la de mayor amplitud, se cuenta que salió un pollo que habían metido por la Cueva del Moro, de Quintanaurria. 

Rojas es un lugar con especial veneración a Santa Casilda, como lo demuestra que cada 9 de abril celebran su fiesta. Como lo demuestra también que cada día de San Juan y cada día de San Miguel, sus vecinos tenían y tienen la costumbre de subir en romería al santuario para celebrar sendas comidas campestres (había bailes y se mataba un pollo para cada ocasión) en torno a la ermita y al milagroso Pozo Blanco. Y si a todo ello le sumamos que generación tras generación sus vecinos han visto pasar por su calle mayor a infinidad de peregrinos camino del santuario, podemos decir que Rojas es un pueblo casildiano, si se admitiera tal definición.

A Rojas llegaban devotos desde lugares bien distantes, cada uno por donde le venía mejor, pero la mayoría confluyendo en el pueblo castelar. Los que llegaban de Las Torcas, Melgosa, Valdearnedo, Cobos, Abajas, Arconada, La Molina, los Rublacedos..., esos pasaban por Quintanaurria, el pueblo de las higueras, donde tomaban un camino montesino que los conducía hasta el molino de Los Congostos, inicio del paso de Las Cuevas, sin necesidad de entrar a  Rojas. Pero los que peregrinaban desde el oeste de la Bureba, dígase Poza de la Sal, Llano, Hermosilla, Castil de Lences, Lences, Carcedo, Quintanilla,.., esos tenían a Rojas como paso obligado. 

Rojas y su amplia y aseada calle mayor (desde 1910, Avenida de Toribio Saiz, benefactor del pueblo, ya que fue quien sufragó la traída de aguas), en efecto, era lugar de paso para los devotos de la santa. Sus vecinos de siempre los vieron pasar, andando o en burros, en grupos o en solitario, algunos descalzos haciendo penitencia para pedir favores ("De aquí mismo, de este pueblo [de Rojas] pues a una que tuvo un nieto la meningitis...., y el niño se quedó ciego, pues se ofreció a Santa Casilda. De rodillas subió la mujer toda la ladera, pero al chiquillo no se le quitó la ceguera ...".), otros ocultando en las alforjas los exvotos de cera que ofrecerían en el santuario. Todos en dirección a Las Cuevas, donde el camino a Santa Casilda se hace roca y ensombrece.


domingo, 12 de octubre de 2014

LAS “DERROTAS” DE SANTA GADEA, LA BAJADA DEL GANADO


Una cerca para recibir el ganado

El ganado no entiende de carreteras y el jinete
 tiene que esforzarse

Las vacadas de Hijedo entran en Santa Gadea

De nuevo pasan por el pueblo

Al fondo puede verse Quintanilla de Santa Gadea

Salen del cercado

Un jinete va delanrte

Las yeguas corren por el pueblo...

Parece que quieren llegar cuanto antes al Monte Hijedo

Los músicos de Valdeporres animan la fiesta ganadera

Se reparte entre los asistentes carne guisada,
carne criada en Hijedo

Un caballo americano (EEUU) fuera de exposición

De vuelta a Hijedo, por Peña Castigo.

Mañana (12), por fin, pacerán la hierba retoñada
en el Serengueti burgalés


FOTOGRAFÍAS: Santa Gadea de Alfoz y Monte Hijedo (Tomadas el 11 de octubre de 2014)

  
¡No, no, no se trata de ninguna derrota en algún conflicto! Más bien es al contrario, en lo que sabemos, Santa Gadea de Alfoz, solo disfruta de triunfos. Bien cercanos están los dos primeros premios conseguido por el Ayuntamiento de este  lugar del norte de Burgos (compuesto por Quintanilla, Higón y Santa Gadea) por haber sabido conservar su patrimonio, edificado y natural. Y bien que lo ha merecido. Ayer, por segundo año, se celebró en Santa Gadea de Alfoz, como una fiesta de nueva creación, lo que desde tiempo inmemorial se ha llamado  las “derrotas”. Con este nombre se refieren a la vieja costumbre de la bajada del ganado de los montes circundantes, en especial del Monte Hijedo, a los extensos praderíos que rodean el pueblo (al Serengueti, como le gusta decir a su alcalde), para que coman los nuevos brotes de hierba, los que salen por estas fechas después de la última siega a la entrada del verano; son esos brotes que los pasiegos burgaleses de Cuatro Río llaman el “retoño de otoñada”. Las derrotas siempre se han hecho de manera natural, como una de las actividades que los ganaderos de este alfoz están obligados a hacer todos los años a la entrada del otoño para alimentar a su ganado. Ayer tuve la gran suerte de disfrutar de este evento festivo-ganadero al que auguro halagüeño porvenir como fiesta popular. La verdad que fue un espectáculo total. Ya nada más acercarnos a Santa Gadea pudimos ver en la lejanía, recortados en las primeras nieblas de la mañana, cómo unos jinetes a caballo intentaban a gritos conducir una manada de vacas coloradas hacia el pueblo, era una escena que recordaba a las que tantas veces hemos visto en las películas del oeste americano, sin John Wayne, pero con actores oriundos que harían magnífico papel en Hollywood. No sin esfuerzo por parte de los jinetes, la  manada llegó por fin a la carretera, la seguimos detrás hasta llegar al pueblo. A la entrada, los cencerros de las vacas apenas si se oían por el estridente sonido de canciones tradicionales de la montaña; los altavoces, potentísimos, parecía que encabritaban a las vacas, que pasaron como una exhalación por medio del pueblo, junto  a la iglesia, los puestos de los ambulantes y el público congregado,  hasta llegar a una campa cercada donde ya había más ganado “aparcado”. Vacas de todos los colores y de todas las razas, acompañadas de yeguas rojas, fornidas y brillantes, cada cual en su recinto. Vacas pirenaicas, pardas de la Montaña, mestizas, charolesas, tudancas, pintadas rojas, limosinas, toda una exposición ganadera, que es en lo que en realidad han de convertirse, si no lo son ya, las ancestrales “derrotas”. Y en medio de la campa, el chiringuito, donde se repartió carne guisada de vacuno alimentado en el Monte Hijedo. Y alrededor del chiringuito, ganaderos con sus típicas varas, quizá hablando del próximo San Lucas en Soncillo, más los gaiteros de Valdeporres, que a duras penas se hacían oír por los estridentes altavoces. Un bullicio que habría de durar hasta las tres de la tarde, que es cuando se dio suelta al ganado para ser conducido de nuevo al monte. Fue emocionante, y muy hermoso, ver pasar a toda velocidad vacas y yeguas por la calle mayor de Santa Gadea. Nosotros las seguimos hasta que se perdieron por los prados y caprichosos peñascales de Hijedo. Mañana (por hoy) de nuevo los jinetas de a caballo habrán de ir a buscarlas al monte para bajarlas a los prados, pero esta operación es hoy una añadido para la fiesta, porque las “derrotas” eran de un solo día. 



Más pronto que tarde, las "derrotas" serán
 fiesta de interés turístico,
que es lo que se lleva ahora.



miércoles, 8 de octubre de 2014

UNA VENTANA AL CIELO DE VILLANUEVA DE PUERTA



Delicia de otros siglos,
milagro de conservación.


Villanueva de Puerta


FOTOGRAFÍAS: Ventana y lugar de Villanueva de Puerta (Tomadas en octubre de 2014).

Digo Cielo con mayúsculas porque la ventana maravillosa que hoy os traigo, queridos amigos, tiene dos escudos que la delatan como eclesiástica (llaves de San Pedro en uno y Cáliz en otro) y también porque su arte proclama una belleza y perfección fuera de lo común. No dejo de sorprenderme cuando veo una de estas joyas en algún pueblecito perdido de nuestra geografía burgalesa, a la vista de alguna de ellas siempre me hago la misma pregunta: ¿cómo es posible que ventanas tan ricamente adornadas, en casas sencillas (aunque sean rectorales), en pueblos pequeños (cuando no en aldeas) hayan perdurado  cuatro o cinco siglos, o incluso más, sin ninguna modificación? Agradezcamos el milagro a los distintos dueños que las gozaron y que tuvieron el buen sentido de dejarlas como las recibieron. Gracias.


viernes, 3 de octubre de 2014

DE ABANDONOS Y DESAPARICIONES, LA LEY DE ACACIO


1999

2014

1999

2014

1999

2014

1999

2014


 FOTOGRAFÍAS: Imágenes de Icedo (Tomadas en 1999 y 2014)

Mi inolvidable y ya desaparecido amigo Acacio, el solitario de Linares de Bricia, de quien ya dejamos huella en este Cajón de Sastre, al hablar de la despoblación de los pueblos me soltó una vez una frase lapidaria referida a Linares: “Esto, Elías, fue monte y monte se volverá”. Quería decir, obviamente, que su pueblo y otros pueblos algún día podrán desaparecer, que sus casas se hundirán y la vegetación salvaje reinará de nuevo en ellos. Bueno, afortunadamente, las predicciones de Acacio no se han cumplido en su Linares, pero sirven para otros que, tras haber sido abandonados, caminan a marchas forzadas hacia la desaparición total. Ejemplos hay muchos en Burgos.

Un día quise comprobar si las golondrinas llegaban a los pueblos abandonados, y dejé dicho aquí, tras hacer la comprobación en uno de ellos, que no, que estos simpáticos alados no quieren saber nada de ruinas y abandonos y desdeñan por ello los pueblos donde no habita nadie. Ninguna vi en Bárcenas de Bureba, y no será por falta de mosquitos  y otros insectos veraniegos. Y es que, así son estas amigas, que con su no presencia dan señales de lo que está sucediendo y de lo que está por venir.

Bien, pues hoy he querido hacer una nueva comprobación, la de si las previsiones de Acacio, de las cuales yo mismo no dudaba, eran certeras. Y bien que lo son. He visitado uno de mis pueblos del silencio, uno de aquellos 64 que tuve la suerte de conocer hace quince años y he comprobado que su imagen ha cambiado significativamente. Ya nada parece lo mismo en Icedo, casas que entonces estaban medio arruinadas ahora lo están del todo, y los muros y paredes caídos ahora se ocultan entre maleza salvaje y nuevos árboles, y de lo construido apenas quedan señales. El cambio es tan brutal que ni siquiera he podido acceder a los puntos desde los cuales hice las fotografías de entonces, aunque sí bastante aproximados. Tenía razón Acacio, Icedo se está haciendo monte.

Os dejo, queridos amigos y seguidores, imágenes de antes y de hoy de Icedo. Comparad, pero sabed que no son errores.