Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 24 de junio de 2011

EN REBOLLEDO DE LA TORRE



FOTOGRAFÍA: Rebolledo de la Torre (Tomada en junio 2011). 


        A la derecha de la imagen puede verse un poco del fantástico atrio románico de la iglesia de Rebolledo de la Torre. A la izquierda, las ruinas del castillo gótico (S. XIV), que como no podía ser de otra manera tienen la dignidad de Bien de Interés Cultural. Y entre medias de los dos monumentos, lo que podéis ver, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre. Para esta estampa sobran más palabras.

lunes, 20 de junio de 2011

VENTANAS CON HISTORIA



 La ventana tapiada de Cornejo

Quién construyó con tanto mimo esta ventana. Para quién se derrochó tanto arte. Quién, noble, miró, asomó, apoyó su busto en el alféizar de bolas. Quién tapió la historia de la casona. Quién, iluminado, rellenó el carpanel de bolas, sin temor a la maldición heráldica que pudo caer sobre su osadía. Qué leyendas del viento renacentista nos oculta esta belleza pétrea, ciega, olvidada en el callejón de sombras de Cornejo.

 

La ventana de Tudanca

La ventana polifémica con su cuenca negra por vacía. El escudo altivo que ya no impresiona a nadie. Las bolas de piedra, inseparables compañeras de centurias pasadas. Las gallinas irreverentes que se ensucian en la historia, en la puerta exquisita por donde entraron y salieron damas y caballeros poderosos del Ebro. Puerta y ventana para una misma casona, hidalguía y patrimonio que a nadie importa ni impresiona.

martes, 7 de junio de 2011

EL LAVADERO DE ALBA




FOTOGRAFÍAS: Presa y lavadero de Alba (tomadas en 2009).

        Hoy, queridos amigos de este Cajón de Sastre os traigo una historia que no por humilde deja tener su interés. Ha pasado una docena de años desde que visité por primera vez las ruinas de Alba, uno de los pueblos recogidos en mi libro Los pueblos del silencio. En aquella ocasión, intentando encontrar los restos del pueblo, hurgando entre la maraña vegetal que envolvía el lugar, encontré el lavadero del común, que estaba en su mayor parte oculto por una capa de hierba y tierra y corría sobre él el agua de un pequeño arroyo desbordado. Entonces, por mucho que lo intenté, no pude leer en su totalidad una inscripción, de buena caligrafía, que se adivinaba más larga que la simple fecha y firma de los constructores. “Alba 6 de junio de 1931. Jesús Solórzano hizo esta obra”, creí leer. Y ahí quedó la cosa, con la incógnita de saber si debajo de la capa vegetal había escrito algo más. Varios años más tarde conocí a un tipo en el Espacio Tangente, de Burgos, que habiendo ojeado o leído mi libro y picado por la curiosidad, sus dotes de detective le llevaron un día a Alba. Rebuscó como yo entre la selva y encontró también el citado lavadero. Todo su afán desde entonces fue descifrar el mensaje escrito en él. Y así, un día y otro, y otro, volvió al lugar para hacer una concienzuda limpieza del conjunto. Tras minuciosa labor, propia de un restaurador de arte, un día descifraba una palabra nueva, otro, dos más..., hasta que llegó un momento en el creyó que el mensaje empezaba a tener sentido, y sobre todo, mayor trascendencia que la de la simple datación y firma del constructor. Con todo ello, un día me invitó a visitar juntos las ruinas. Y tengo que decir que quedé admirado por la labor que había realizado. Ya la inscripción podía leerse con claridad, aunque todavía no del todo completa. El mensaje nos habla de una época en la que los roles de hombres y mujeres estaban bien definidos en Alba. Y dice así:

Este lavadero es solo para las mujeres.
Queda terminantemente prohibido lavar los hombres.
Y para que conste firmo la presente.
Alba 6 de septiembre de 1931
Jesús Solórzano.

Firman también a uno y otro lado de la pared, de cemento duro como la piedra, los que parecen ser vecinos y testigos de la normativa inscrita: al lado izquierdo, Cayetano Rubio y de nuevo Jesús Solórzano, que bien podría ser el mismo constructor o un hijo suyo con el mismo nombre; al lado derecho firman otros dos testigos, cuyos apellidos Rubio y Cámara llegan a leerse con claridad, pero no sus nombres, que se prestan a la confusión.

Finalmente, cabe señalar que en un extremo de la pared que hace de presa del lavadero puede verse una pequeña hendidura, rectangular, que debió servir para aliviar el lavadero, pero que las personas que la hicieron creyeron oportuno darle el sorprendente nombre de “BUZÓN”. Buzón para el paso del agua, que no para correspondencia, creo.

A mi amigo Oscar de la Torre, buscador empedernido de lo insólito, trotamundos por la provincia.

sábado, 4 de junio de 2011

VENTANAS BURGALESAS DE OTROS SIGLOS






FOTOGRAFÍAS: Ventanas de Ozana, Gallejones, Quintanilla del Rebollar, Ahedo de Butrón y Santa Gadea de Alfoz (Tomadas entre 2007 y 2010). 

 Hay ventanas que merecen ser tan miradas como mirar desde ellas. La belleza dibujada en los vanos de otros siglos, contrastada con los aluminios y otras simplezas de hoy, nos causan honda admiración. Cuando veo en nuestros pueblos esas casas solariegas, con ventanas tan primorosamente trabajadas, pienso en los canteros artistas que detenían el tiempo para dejar su impronta creativa. Cuántas veces, al descubrir una de estas ventanas, me he preguntado quién o quienes se asomaron por ellas, qué historias se escribieron en las frías estancias de su interior. Y he querido ver a hombres y mujeres de indumentarias pasadas en los ojos vacíos, rostros enmarcados por parteluces góticos, o por dinteles, jambas y bolas renacentistas. Burgos está plagada de ventanas hermosas, a veces presididas por pintorescos escudos, a veces en edificios ruinosos. Hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, os regalo con algunas joyas repartidas por la provincia. Empezamos aquí la colección, que pretende tener su continuidad.

jueves, 2 de junio de 2011

RUMORES DEL PÁRAMO


FOTOGRAFÍAS: El pastor de Peñahorada. Llega el vendaval (junio 2009). Reborada en La Polera.


AMO PASTOR

De El año de la gripe y otros relatos burgaleses (2005).

Domingo de Quasimodo de un año olvidado. Amaneció ventoso, con lluvia racheada del poniente. Peñahorada se debatía entre ser azotado por el viento regañón, el que saca música de las chimeneas, y el que, cargado de puñales, llega siempre del norte maldiciendo y haciendo imprescindible la capa. Refugiado en un socallado del Alto del Arreadero, burlando la lluvia y atento a la titánica lucha que mantenían los dos aires por ver cuál de ellos al final habría de prevalecer, hacia las nueve el pastor de las ovejas vio salir del pueblo a dos hombres que tomaron el camino de las Dos Hermanas. Deben ser los que van a la mojonera, Lobo, ayer lo acordaron en el Concejo tañido. Sí, confirmó el perro, los reconozco, ellos me han ladrado muchas veces. Míralos bien, lobo, debajo de las capas se adivinan las azuelas de amojonar y las viandas para confraternizar; mal día llevan, son Claudio y Simeón. En efecto, gruñó el can, estoy viendo aquí debajo los borregos de cada uno. No les ladro, harta desgracia tienen, ya lo hace el viento, ya les hinca el diente el agua. Parecen dos olmos pelados que se agitan. Parecen dos gotas de lluvia negra que se enfrentan a lo que de frente les azota. Patrón, ¿me acerco? Déjalos, tienen prisa en llegar a la Mojonera de las Tres Llaves. Los de Ubierna y Gredilla lo tienen mejor, los vientos empujan a su favor. Todos han quedado a las diez en la gran piedra, los tres llegarán por aires y nortes distintos. Conozco el gorreño, nadie me lo ha podido arrojar todavía, he guardado y corrido muchas veces por aquel paraje de carrascas. ¡Ovejas, quietas, no os mováis, cumplid con vuestra obligación, no salgáis del racimo! Eso es privativo de los humanos, ¿verdad amo? Es discutible. Observa, perro, que las capas mojadas se acercan ya a las Dos Hermanas, fraternidad-eternidad hecha piedra, risco hendido, hierba en el trigal que no acaba de germinar pese al abono de milenios. Otros pastores conocí, amo, que la adoraron a la salida del sol. Levanta, lobo, corre al rebaño y di que se acabó el holgazaneo, que coman, que por la noche den leche. Voy a espabilar a estas remolonas, no saben sino estar en montón. ¿Qué os contáis al oído, bribonas? ¿Qué conciliábulos os traéis, arreglasteis ya el mundo? Soy vuestro patrón más directo, ¿dónde está vuestro portavoz? ¡Que se presente ante mí, le morderé si no se mueve el rebaño! Lobo, no preguntes, no oyen ni escuchan, sólo se escuchan a sí mismas, no saben, sólo hablan de cosas sin sustancia, derechos de hierba, no les mientes obligaciones de pensar en otra especie. Ya corren ladera abajo, en cuanto me huelen el aliento parten las patas que se las pelan. Muy bien, lobo, las muy bribonas se creen con derecho a rebañarse y a desperdigarse con libertad. Pero ojito, que sólo lo hagan cuando yo, que soy la fuerza que dirige, y tú, mi brazo ejecutor, lo ordenemos. Nuestro poder no tiene límites, y su obediencia tampoco ha de tenerlos, afirmo. Así ha sido y así será, amo pastor. Voy a presionar a aquella cuernicorta, que parece que se aparta del grupo. Tú, ¿adónde crees que te diriges, no ves la masa obediente? Las iniciativas te son prohibidas. Te morderé en tu sucio y vellonudo trasero si no vuelves al orden. Circulen, circulen. Apresúrate, Lobo, que escampa, mira que asoma por Rahedillo el que a todos nos da vida, condúcelas por el camino del polvo mojado, llévalas por donde fueron las capas, por Bachasul, y pon máxima atención, que en aquél hondón de maraña impenetrable viven tus hermanos más fieros, los sin civilidad, los que devoran lo que no es suyo, éntralos en razón, su libertad de domicilio y de carnicear es una ilicitud. Bien que lo he intentado, director, pero en cuanto les ladro un discurso, pliegan sus desmesuradas orejas y me miran con odio, son caínes y se me enfrentan, nada quieren oír ni saber de parlamentos. Sí, el único discurso que entienden es el palo, y mira que se les dio oportunidades. Pero, observa, lobo, allí se ven las dos capas al viento que no las mueve, junto al gran pedrusco fronterizo, y otras dos que viene del norte, más dos más que llegan del poniente; pronto rezarán a la piedra si está en su sitio, y si no lo está, que alguien en mala hora osó arrimar el ascua a su sardina territorial, maldecirán, multarán en primera instancia, si es que no hacen la guerra. La gran piedra, hija del rayo, cayó del cielo al formarse el mundo y dejó bien claro lo que era de unos y lo que era de otros. Los sagrados signos no daban lugar a distintas interpretaciones, por el lado del cierzo algún patriarca fundador escribió Gredilla, por el del regañón, otro dejó dicho Ubierna, y por el oriente, el gran padre de Peñahorada quiso perpetuar su nombre. Las tres llaves del cielo: lo que ha escrito el rayo que no lo borre nadie. Mira cómo recomponen las azuelas el hoyo separador-repartidor de cada una. Nunca meo en la gran piedra, amo, siempre me atengo a los lugares establecidos por la autoridad, soy un lobo de orden y me sirve cualquier espino. Pero, escucha, ¿no oyes, patrón?, ahí mismo, en el salón real de ese islote de carrascas, debe pernoctar una piara de jabalíes, ¿quieres que vaya a husmear? No, esos marranos nos traerían complicaciones, quédate mejor vigilando, no sea que alguna de tus protegidas llegue a pensar por su cuenta. El viento acerca palabras, ¿oyes, lobo? Oigo que rumian escabeche, ninguna migaja de interés voy a encontrar de la reunión. Silba el viento una lengua de vino churrillo que tú conoces. Tengo hambre, patrón, es media mañana y me siento algo cansado de dirigir la orquesta, ¿no ves mi lengua luenga y mi baba batida? Abre tu zurrón y saca un corrusco, sé generoso con quien te alivia del trabajo sucio. Tú descansas, tú ordenas, y yo brego con esta plebe lanuda. Pronto llegaremos a La Polera, comeremos en aquellos círculos de piedra que un compás de muertos trazó. Muchas veces he meditado allí, amo pastor, sobre este ganado que no entiende de razón, siempre con la cerviz cerca del suelo, como si algún poderoso imán le obligara a la sumisión. Los muertos inspiran, lobo, hasta a vosotros los canes, que por cuadrúpedos no tenéis asignada tan alta dignidad; los círculos son presidios del pensamiento de los que resulta imposible escapar. ¡Maldito carnero, pues no se ha metido en el círculo mayor, en el pensamiento más amplio! ¡Fuera, fuera!, ¿no ves que esto está reservado para el razonamiento de los humanos? ¡Vuelve a tu hierba de irracionalidad! Así me gusta, perro, el orden de las cosas no puede ni debe ser alterado, el mundo dejaría de serlo. Tunante, ahora te pones a escarbar, olvidas lo que tantas veces te he dicho: los huesos de estos muertos son de pensadores de otros siglos que esperaron la ración de Razón que nunca les llegó; sus huesos están lavados, no los encontrarás enjundia alguna porque están contaminados de desesperanza y locura, no te contamines tú con ellos. Quizá desentierres un brazalete de oro, un signo de lo que creyeron aquellos especuladores que era más importante que la Razón. Ya ves, lobo, para lo que les sirvió. Se enterraron con ello pensando que les perpetuaría gloria y vida eternas y ahora tú te cagas en el círculo. ¡Qué sabiduría la tuya! Aquellas paredes arruinadas pertenecen a las casas de un pueblo como el nuestro que existió hace dos mil años y un día de sosiego. Contempla como tus-mis ovejas descerebradas pacen ahora con gula y desmesura entre las ruinas. Para inmortalizarse, sus habitantes mandaban ser quemados, y ahora sus pavesas de la pira final se mantienen eternas por estos escombros de desolación, intentando encontrar todavía lo que en vida anhelaron sin su propio consentimiento: la Razón. ¡Infelices, como si Ella viviera en la tierra o en el cielo! Toma, come este mendrugo, que tu cabeza más que el estómago revienta de ambición. Ahí abajo, en la charca que bebieron los iluminados de este poblado de hierro, podrás beber tú también, pero ten cuidado, no sorbas el virus que les abocó al desastre.



De mi visita al castro de La Polera (Ubierna)