Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

miércoles, 30 de mayo de 2012

POR EL GRAN CAN DE MUÑÓ (II) CASETA DEL MAJUELO

Torreón de Mazuelo de Muñó. 

Preciosa ventana geminada en el torreón.

Caseta del Tío Julián.. 
Servía para vigilar el majuelo.

Caseta del majuelo.
Al fondo se puede ver la torre de Mazuelo de Muñó.

El arte de poner la piedra.

FOTOGRAFÍAS: Torre en el Gran Can de Muñó. Caseta del Tío Julián. (Tomadas el 24 de mayo de 2012).

Podría seguir hablando de las ventanas geminadas-ajimezadas de las torres que encontré en la ruta del Gran Can de Muñó, las de Arenillas y Mazuelo de Muñó, que son una maravilla. Pero no, hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, tras haber satisfecho una curiosidad de años, quiero traeros una humilde y singular construcción que, con forma cónica, sobresale en medio de un trigal cercano a la carretera, entre los dos pueblos citados. Es muy humilde, ya digo, y responde a ese tipo de construcciones menores que, en un pasado no tan lejano, cumplieron importantes funciones asociadas a diversas actividades agropecuarias. Ya vimos en otra entrada las numerosas y magníficas chozas de verano en Orbaneja del Castillo, que son paradigma. Y podríamos hablar también de las chozas de los carboneros, y de los  pastores, etc. Todas ellas conforman un valor etnográfico de indudable interés. Muchas, las más endebles, las construidas con tierra y vegetal,  han desaparecido ya. Pero hay otras que se resisten a desaparecer, como es el caso de la que comentamos. Sin duda, mucho tiene que ver para esta perduración el hecho de que fuera construida con buena piedra y con arte. La Caseta del tío Julián, que es como se la conoce en Mazuelo, tuvo como fin servir de refugio al vigilante del majuelo que en otro tiempo hubo donde ahora es trigo. Y esto ha de servirnos para recordar que no hace tanto tiempo el paisaje del Gran Can de Muñó, como otras amplias zonas burgalesas, estaba decorado con infinidad de viñedos. La caseta en cuestión, como es lógico, sólo era utilizada en el tiempo en el que la uva podía ser objeto de deseo de personas ajenas al majuelo.

Bodegas de la Cuesta del Conjuradero.
Villavieja de Muñó..


miércoles, 23 de mayo de 2012

RENACE EL PALACIO DE PLATÓN



Palacio de Platón, hace un año.
La techumbre estaba hundida. 

Palacio de Platón, hace un año.
La maleza ocultaba el escudo y los muros. 

Palacio de Platón, hace un año.
A la izquierda de la imagen se puede ver un magnífico palomar.


FOTOGRAFÍAS: Palacio de Platón en Arenillas de Villadiego (Tomadas en julio de 2011 y en abril de 2012).   

El 28 de julio de 2011, en la entrada “PÁRAMOS: TIERRA DE TORREONES Y PALOMARES”, al hablar de un magnífico palomar del siglo XVIII en Arenillas de Villadiego, comentábamos también el estado de un palacio arruinado, blasonado e igualmente de la misma centuria,  que se encontraba anexo. Decíamos que, con su techumbre hundida y comido por la maleza, se consumía en su ruina. Pues bien: hoy, queridos amigos, os traigo una buena noticia. En mi reciente visita a Arenillas, llegué a dar saltos de alegría al ver que el palacio, indistintamente llamado “Palacio de Platón” o “Casa de Platón”, se encontraba en avanzado estado de recuperación. Entre tantas desgracias del patrimonio histórico-artístico-rural-burgalés, que han pasado y pasaran por este cajón de Sastre, alegra saber que de vez en cuando algo no empeora, sino que mejora. Aquí os dejo algunas imágenes de cómo estaba hace tan sólo un año y de cómo está ahora el palacio. Enhorabuena a todos, que se culmine pronto y con éxito la recuperación y que cunda el ejemplo.

Palacio de Platón, hoy.
La maleza ha desaparecido y se puede ver  el palacio
en su auténtica dimensión.  

Palacio de Platón, hoy.
La torre palomar se encuentra anexa al palacio. 





lunes, 21 de mayo de 2012

VILLALIBADO REVIVE



FOTOGRAFÍA: Iglesia, nogal y palomar en Villalibado (Tomada en abril de 2012).  


Palomar sin palomas ni pichones, nadie lo habita, tal vez la lechuza reina. La nogala, inclinada por los achaques de la edad, quiere tumbarse, echarse un profundo y ganado sueño. En la torre caída y levantada se obró un imposible, y a través de las bóvedas ya no se ven las estrellas. El pueblo muerto ahora quiere volver a la vida. Pronto Villalibado va a surgir de los infiernos del abandono, el milagro se va a producir y hay que estar atentos.  

CAMPOS DE ZAEL Y VILLAHIZÁN, DONDE LA ARDILLA DETUVO SU VIAJE

FOTOGRAFÍA: Encina y campos de Villahizán (Tomada en enero de 2009).

Desde que comenzamos a usarla, los humanos hemos hecho que la  tierra cambie constantemente de imagen.  Nada nuevo digo, lo sé.  En realidad, lo que quería decir es que, poco a poco, a fuerza de querer vivir con mucha ambición y poca reflexión nos vamos cargando todo lo que sale a nuestro paso. Siendo parte de ella, nos cargamos la naturaleza de modo natural, como si tal cosa, es decir, matamos lo que nos da la vida. Y porque somos naturales, lo que lleva implícito que seamos igual de listos que tontos, hemos deforestado los bosques, sobre-explotado las tierras resultantes, agotándolas y saturándolas de química, contaminado los mares, los ríos e incluso el aire que respiramos, entre otras atrocidades. Ya digo, con nuestras muy naturales actuaciones vamos cambiando la faz de la tierra. Y así, en el cambio, van surgiendo imágenes nuevas, algunas ciertamente no exentas de belleza. La deforestación de nuestro territorio burgalés, un día feraz y apretado de sombras, hizo que la famosa ardilla que cabalgaba por España sin apearse de los árboles se detuviera al no encontrar ramas sobre las que continuar su viaje. Esas aisladas y robustas encinas de los campos de Zael y Villahizán, sobrevivientes de una espesura, emergiendo sobre el rojo de la sufriente tierra, conforman una imagen de impacto. Arte en la naturaleza, diría yo, aunque la naturaleza sea ya menos natural. 

sábado, 5 de mayo de 2012

UN BURGALÉS EN PUEBLA. LAS ESCUELAS DEL INDIANO DE ATAPUERCA


Antiguas escuelas de Atapuerca.
En el centro estaban las aulas,
 y a izquierda y derecha las viviendas
del maestro y la maestra respectivamente.. 

Retrato de Pablo García Vilumbrales.
Presidía las aulas escolares.

Patio de las escuelas.
en los últimos años fue utilizado por los maestros como huerto.

Busto del indiano presidiendo el conjunto escolar.

Placa que conmemora la inauguración de las escuelas en 1932.

FOTOGRAFÍAS: Escuelas de Atapuerca y su fundador. (Tomadas en marzo de 2012).


“... Nunca habían olvidado nada.
Y ahora tenían dos memorias
y tenían dos patrias...”. 
E. Galeano

Hoy que tanto se habla de salir fuera de España en busca de trabajo y de un futuro que se adivina difícil para los próximos meses y años, parece oportuno abrir la carpeta “Burgaleses de ultramar”, y así volver a encontrarnos con los indianos burgaleses, con aquellos paisanos  que, a finales del XIX, principios y mediados del XX, se vieron obligados a cruzar el Gran Mar en busca de mejor suerte, con aquellos que soñaron en “hacer las américas”.  Traigo hoy a esta galería indiana a Pablo García Vilumbrales, un humilde vecino de Atapuerca que habiendo nacido en 1866, emigró a México e hizo fortuna en Puebla trabajando como Administrador de la fábrica de tabacos “El Pabellón”, de Penichet y Cia, fundada en 1875 por el empresario de La Habana Manuel Penichet Valdés. Al parecer, este y otros empresarios tabaqueros cubanos tuvieron que salir de su isla por conflictos revolucionarios y acomodarse en el Golfo de México para emprender nuevas empresas, unos elaborando puros por vitola y otros, como “El Pabellón”, fabricando cigarrillos. En el último cuarto del siglo XIX el atapuercano (¡qué mal suena!) tomó las riendas de la administración de dicha fábrica, y al parecer debió ejercer con gran éxito su trabajo, pues llegó a labrarse una fortuna. Antes de morir, en 1927, había dejado en testamento una suma importante de dinero (168. 000 pesetas) a su pueblo natal para que el Ayuntamiento construyera escuelas públicas para niñas y niños. Tras un dilatado proceso a  partir de su muerte (cinco años), en el que entraron en juego Ayuntamiento burgalés, albaceas y abogados de Puebla y del The Nacional City Bank of New York, por fin dicha  cantidad llegó a Atapuerca. Y así, a finales de los años veinte pudieron iniciarse las obras del magnífico complejo escolar que hoy todavía, aunque dedicado a otros usos, podemos admirar en céntrico lugar del pueblo, pegado a la carretera que lleva a San Juan de Ortega.

Según refieren algunas personas mayores, las obras fueron dirigidas por el constructor burgalés Jacinto Martínez, luego convertido en industrial maderero, y contaron con la participación de expertos canteros gallegos, que trabajaron la piedra extraída de las canteras cercanas de “Fuentecillas” y “Torcas”. Inauguradas en 1932, las escuelas contaban con magníficas aulas para ambos sexos y viviendas para la maestra y el maestro, así como con un amplio patio interior de recreo, y estuvieron abiertas hasta el curso 1974-75. Cuarenta largos años, pues, en los que niños y niñas de Atapuerca llegaron a formarse más y mejor gracias a Pablo García Vilumbrales, el indiano que triunfó en Puebla. Una obra filantrópica que ha de recordarnos, sin duda, a otra del mismo estilo que en Siones de Mena llevó a cabo Lucas Aguirre, de la cual dejamos cumplida constancia en este Cajón de Sastre.

martes, 1 de mayo de 2012

MÁGICO VILLADIEGO


Intrusiones en el callejón. 

Palacio de los Velasco. 

Adaptación, carnicería y pescadería en el palacio. 

Sorpresa modernista en soportales blasonados. 

Detalle modernista. ¿Anagrama? Debe tener su explicación. 

Anilla para caballería en la Plaza mayor,
lírica de aparcamiento. 

FOTOGRAFÍAS: Villadiego (Tomadas en abril de 2012). 

Creo haber dicho ya, en este mismo Cajón de Sastre, que Villadiego tiene una magia muy, pero que muy especial. Sin embargo, no sé por qué, tengo la sensación de que esta villa es la gran desconocida de Burgos. Sus rincones de otro tiempo, sus numerosos elementos histórico-artísticos, su arquitectura vernácula de la Castilla profunda, su ritmo y cadencia de vida, lánguida y con raíces milenarias asentadas, hacen de ella un lugar para el  descubrimiento y el des-estrés. Uno llega a Villadiego hacia la mitad de una tarde de domingo invernal, y al callejear se encontrará con esa magia, con detalles que hay y con otros que se adivinan, pero sobre todo con ese relax total que parecía imposible encontrar. Qué queréis que os diga, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, uno tiene sus debilidades.

Tomar un café en una taberna bajo los soportales, cuando los coches no se mueven y el sopor de la sobremesa tiene recogido todavía en sus casas al vecindario. Luego, caminar con sosiego, observar y sentir. Es entonces cuando nos podremos encontrar con las sorpresas, con lo que da carácter a Villadiego. Aquí veremos un palacio de los Velasco, de piedra, magnífico, con carnicería en un extremo y pescadería en el otro, desconcertante, aunque práctica adaptación. Allí, una calleja de piedra, paseo-atajo hacia la calle mayor con su gran arco-cárcel-museo, solitaria y con duende, entre el palacio y el convento de las agustinas. Y a la entrada del pasaje, una casa esquinera, noble y blasonada, de piedra y ladrillo pero con incrustaciones fuera de lugar (corríjanse). Al otro lado, en una  amplia plaza, un paquete-regalo de casas colgadas sobre sombrío soportal, con escudos desapercibidos de pasadas centurias, y sobre una de ellas un anagrama en la fachada, una sorpresa modernista fuera de contexto. En lugar no lejano, en la porticada Plaza Mayor, asombra en una columna una cartela lírica que nos advierte y lleva a tiempos de tiro animal. He aquí  el mensaje:


“MEDITA CON HUMILDAD,
CUANDO AQUÍ APARQUES EL COCHE:
SI EN DESTREZA HACES DERROCHE,
Y ALARDE EN VELOCIDAD,
MODERA TU VANIDAD,
Y SÍRVATE DE CONSUELO,
CUANDO LLEGABA A ESTA VILLA,
CON EL CORDEL A ESA ANILLA
ATABA EL BURRO TU ABUELO”

Y seguiremos otro día sorprendiéndonos con Villadiego, seguro, pues todavía queda mucho de qué hablar. 

NOTA: La vieja ferretería de la que os hablé en otra entrada, ha cerrado para siempre. Descanse en paz, tras sus setenta años de clavos y cacharros.