Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

martes, 12 de julio de 2022

HASTA SIEMPRE, ABILIO

Muere en Santa Gadea de Alfoz Abilio Rodríguez Bustamante, 
informante predilecto y entrañable amigo
de este bloguero. 


FOTOGRAFÍA: Abilio Rodríguez Bustamante, de Santa Gadea de Alfoz (Tomada en 2017). 

MOMENTOS VIVIDOS 

Mis entrevistas-conversaciones con Abilio de Santa Gadea fueron muchas y tuvieron lugar en su taller. Y no fue este un mal lugar para ellas, más bien todo lo contrario, pues lo encontré lleno de magia e inspirador de fantasías. Pegado a su vivienda, el taller de Abilio es un abigarrado y colorido colmado de objetos donde resulta fácil dejarse llevar por ensoñaciones. En su interior a uno se le vuelve nebulosa la mirada de tantos cachivaches como tiene colgados en las paredes o depositados en el suelo, tantos, que bien podría decirse aquello de “aquí ya no cabe ni un alfiler. Pese a ello, y aunque parezca imposible, él sabe dónde encontrar lo que necesita, en cada momento y sin atisbo de duda, lo que parece en verdad un auténtico milagro.

Además de afable, una de sus principales virtudes, Abilio es ganadero, toda su vida lo ha sido, y por eso domina todo lo que se refiere a esta disciplina, al igual que el resto de sus convecinos de Santa Gadea, pero es a la vez un hombre multifuncional, un Homo Habilis moderno, podría decirse, pues conoce todos los oficios que le eran, y aún lo son, útiles para la no dependencia. De ahí que en su taller no falte nada de lo que le pueda ayudar para hacer sus trabajos, como el banco de carpintero, el torno, la fragua con su yunque, zancadas de afilar y todo tipo de herramientas; en realidad, bien podría decirse que dispone de todo lo necesario para, llegado el caso, serrar un árbol, hacer una cuba, una rueda de carro, extraer y labrar la piedra, hacer zuecos, almadreñas, dujos de colmenas…, Abilio tiene habilidades para todo eso y más. Por todo, en el taller de Abilio no solo me resultó fácil dejarme llevar hacia el mundo perdido de la autosuficiencia, sino también que las entrevistas fluyeran con un halo de autenticidad difícil de encontrar en otro lugar.

AMPLIACIÓN: Ayer, 11 de julio de 2022, al poco de redactar esta pequeña semblanza sobre Abilio, recibí la trágica noticia de que un accidente con el tractor que manipulaba acabó por cercenarle la vida. Bajo la luna llena sentí una tremenda y dolorosa punzada. Ya nunca más volvería a ver su imagen de Geppetto carpintero, en su taller de verdades y sueños, ni volvería a escuchar sus relatos del más allá de su pueblo. Dolor. Santa Gadea de Alfoz ha perdido a uno de sus más entrañables y sabios vecinos, y este cronista, a uno de sus informante predilectos y más queridos. Con Abilio pierdo algo más que un amigo, pero sé que su palabra y memoria perdurarán a través del tiempo, grabadas y escritas en letra de imprenta. Hasta siempre, Abilio. 


domingo, 10 de julio de 2022

LOS CENIZALES DE BRAVUM SE TORNARON VERDES


Castro de La Polera en Ubierna.
Hierba peinada sobre el lago.



FOTOGRAFÍAS:  Laguna en Los Cenizales (Ubierna) . Tomadas en junio de 2022

   Donde fue un lago azul, hoy es un herbal encendido. Los Cenizales de Bravum se transformaron para dar un soplo de color distinto en la paramera de los turmogos. Se evaporó el lago y en su lugar se alzó una hierba misteriosa, pronto todo se enrubiará. El azul índigo, profundo y estático, y el verde que el viento ha peinado de olas se compincharon y relevaron, creando arte para nuestro deleite.    

domingo, 3 de julio de 2022

LA VENTANILLA DESDE DENTRO

Una ventanilla para el recuerdo.
"Un billete a Castrillo, por favor"


FOTOGRAFÍAS: Estación de Salas de los Infantes (Tomadas en junio de 2022)

En algún aciago momento alguien decidió que las estaciones de trenes de líneas abandonadas tenían que desaparecer al ser clausurado el servicio ferroviario que prestaban. Ese era el aprecio reinante entonces por todo el patrimonio ferroviario que quedaba a su suerte. Sus deseos se han cumplido. Hoy, lo mismo las del Madrid-Directo que las del Santander-Mediterráneo, todas ellas de preciosa arquitectura, la mayoría se han convertido en un muestrario arqueológico que avergüenza. Quizá alguien pueda ver como normal que esto suceda con las estaciones de pueblecitos, pero puede ser también que haya quien se sorprenda al ver que el mismo destino puede aguardar a estaciones de cierto empaque, como por ejemplo la de Salas de los Infantes. Camino lleva. Cuando uno entra en la estación de la capital serrana, por la parte que da a las vías, donde todo se encuentra abierto, lo primero que ve es desolación. Es como si Atila, o cualquier otro bárbaro ostrogodo (que me perdonen los ostrogodos), hubieran acampado en ella en alguna de sus operaciones de castigo y desguace. Qué pena. La estación de Salas de los Infantes, un caserón de época, testimonio importante de la arquitectura ferroviaria del primer cuarto del siglo XX, que tantos servicios prestó a Burgos, debería ser protegida y conservada. Estaría bien que se le diera una nueva utilidad.  

Entre tanta desolación como puede verse, como una especie de milagro, aún puede verse, en su integridad, pero sellada a cal y canto, la ventanilla por donde muchos serranos viajeros dejaban ver sombrero, boina o pañolón cuando solicitaban sus billetes y donde todos aparentábamos ser simples retratos. Lo que se ve de ella es el otro lado, el que ningún viajero veíamos desde la sala de espera. Al mando de esta reliquia uno se imagina hoy a aquel señor uniformado y con gorra plato que expedía los billetes y manejaba los cajoncitos del dinero, los mismos cajoncitos que pueden verse en la fotografía que aquí se muestra. “Un billete a Burgos, por favor”, otro a Rabanera, otro a Soria..., y así otros tantos billetes a destinos y paradas como el S.M. hacía, desde Hontoria del Pinar hasta Cidad-Dosante, o a la inversa. La ventanilla de Salas de los Infantes nos permite viajar ahora solo al triste lugar de los recuerdos.


Estación de Salas de los Infantes.
O se la da un uso o no tardando mucho
se convertirá en una ruina