Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

sábado, 28 de enero de 2017

LOS PEREDA, BURGALESES DE BEDÓN QUE TRIUNFARON EN ARGENTINA



Palacio Pereda en Buenos Aires

Estampa de Bedón, cuna de los Pereda 
(Gentileza de Miguel Moreno)


Paisaje sotoscuevino con el pueblo de Pereda en el hoyo


FOTOGRAFÍAS: Palacio Pereda. Bedón. Pereda. Portada de libro. Retrato de VIcente Pereda. Villa María. Escuela de Bedón. Vapor León XIII 



“Se lanzaron a conquistar, con su trabajo, 
el entonces desierto campo argentino”
(Sic. Memorias de Celedonio Pereda)


                
         Bien conocidos en Argentina y prácticamente ignorados en Burgos, los Pereda, con raíces en Bedón, en la Merindad de Sotoscueva, emigraron a Argentina cuando en aquel país estaba todo o casi todo por hacer y las oportunidades eran muchas para los que llegaban sin importar la  procedencia (creo). Eso, más su tenacidad y capacidad de emprendimiento, llevó a esta saga familiar, de cuatro generaciones (1805-1941), a constituirse, diversificando sus negocios, en una de las más prósperas y de mayor prestigio de Argentina, primero como empresarios comerciantes y después como grandes estancieros terratenientes e inversionistas. 

        Hace poquitos días me llegó vía E-mail la fotografía de un grandioso edificio que, situado en la aristocrática avenida Alvear, que es como decir en lo más suntuoso de la capital porteña, recibe el nombre de Palacio Pereda, en alusión a uno de los Pereda que lo mandó construir en el primer cuarto del siglo XIX como vivienda familiar. Me la enviaba Juan Carlos, un amigo de Buenos Aires, a quien ya me he referido alguna vez en este Cajón de Sastre, tan gran conocedor como enamorado de las Merindades y que gusta de pasearse de vez en cuando por esta bitácora. Es un colaborador espontáneo y generoso a quien mucho agradezco esta y otras  noticias como me ha proporcionado. Junto con la foto, me enviaba también un enlace donde pude obtener noticias del constructor de dicho “palacio”, el doctor y terrateniente don Celedonio Pereda, hijo y sucesor de Vicente Pereda, este último nacido en Bedón. Desde que recibí la fotografía, sueño con estos Pereda que, habiendo podido ser originarios del pueblo que lleva su apellido,  por afinidad del mismo, lo fueron del pueblecito vecino de Bedón, a tan solo tres kilómetros y donde, justo es decir, había tantos Peredas como en el mismo Pereda.

       Hasta el momento de recibir la susodicha fotografía eran varios los burgaleses emigrantes a América que llevábamos  guardados en este Cajón de Sastre, en su particular camarote de “Burgaleses ultramar”, pero ninguno en forma de saga familiar ni que hubiera alcanzado el alto nivel económico y social que alcanzaron los Pereda. 


Portada de libro en el que aparecen tres Peredas.
Se supone que son, de izquierda a derecha,
 Celedonio Mateo Pereda, Vicente Pereda
y Celedonio Pereda


Retrato de Vicente Pereda, padre de
Celedonio Pereda

Aspecto que presentaba la fachada principal del Palacio Pereda, llena de miembros de la familia,
 el día en que se presentó el libro "Trabajo. Constancia. Economía"
(Fotografía: gentileza de Gonzalo Pereda)


        Si se rebusca en Internet puede encontrarse documentados trabajos sobre este linaje de estancieros agropecuarios que tanto sobresalió y que tanto colaboró para transformar la Pampa húmeda, el “desierto campo argentino”, en el granero del mundo. Escarbando en la Red he encontrado las memorias de Celedonio Pereda, las que él mismo dejó escritas en 1938 y que una de sus hijas, Susana de Pereda de Bary, con gran generosidad, dejó abiertas al disfrute de todos. Según estas memorias, la historia de esta familia al otro lado del océano comienza en tiempos del Virreinato, cuando Celedonio Mateo Pereda, nacido en Bedón en 1782 e hijo de Juan de Pereda y Bustillo y de Santas Pereda, se embarca para la ciudad porteña muy a principios del siglo XIX, donde muy pronto se convertiría en destacado “comerciante naval”. Lo que sigue después, lleno de datos y detalles, sumamente interesantes para el conocimiento de la gran transformación de Argentina de entre siglos, se halla bien contado en abundantes escritos, y estos se pueden encontrar tanto en Internet como en libros; no procede, pues, repetir algo que es ya conocido y accesible. Pero permitidme, queridos amigos de este Cajón de Sastre, especialmente aquellos que nada conocíais de estos Peredas triunfadores (entre los que yo mismo me encontraba), que os ofrezca algunas perlas del relato de Celedonio y que os muestre algunas obras construidas que dejó como legado, espectaculares en La Argentina y mucho más humildes en Medina de Pomar y Bedón, lugar de sus raíces. Comenzando por las primeras, sobresale con luz propia el ya mencionado Palacio Pereda, una impresionante mansión familiar, arquitectónica y decorativamente realizada con influencias parisinas, que en su momento llegó a deslumbrar al embajador de Brasil. Tanto se enamoró este diplomático de la casa que, por su intercesión y tras una venta pagada en toneladas de hierro, Brasil la compró para convertirla, desde 1945, en su embajada. Igualmente majestuosa es la estancia Villa María, cuyo nombre recuerda a la esposa de Celedonio Pereda, María Justina Girado, una mujer terrateniente “de raíz muy antigua, muy reconocida en círculos porteños”. De estilo Tudor normando e inaugurada en 1927, la vivienda o residencia (casco en argentino) se trata de una especie de castillo–chalé (“un castillo en la Pampa”, se ha llegado a decir), construido a 45 kilómetros de Buenos Aires, en la localidad de Máximo Paz; su gran lujo, exterior e interior, expresa a las claras el nivel de prosperidad que llegaron a alcanzar estos burgaleses de Bedón. 



Villa María, suntuosa residencia de Celedonio Pereda
construida en estilo Tudor normando


DE MEDINA A BEDÓN A CABALLO

        A Celedonio Pereda le gustaba viajar, no hay más que leer sus Memorias para comprobarlo. Recorrió América y casi toda Europa, y como no podía ser menos, visitó y recorrió España, el país de sus ancestros. En este viaje visitó también, cómo no, Bedón, lugar de nacimiento de su propio padre. De esta visita, primera y última que hizo al pueblo burgalés, escribe en sus Memorias: 

        “Con María nos embarcamos en el [vapor] León XIII en noviembre de 1889, donde permanecimos hasta enero de 1891. Visitamos partes de España y a mi tío Ángel Pereda y mi tía Lorenza en Medina de Pomar. Yo fui hasta el pueblo de Bedón, cuna de nuestros antepasados y María se quedó en Medina pues el viaje había que hacerlo a caballo y duró de 4 a seis horas. Después recorrimos parte de Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Alemania e Inglaterra”.


        Entre las muchas donaciones y colaboraciones filantrópicas que Celedonio Pereda llegó a hacer, hay que hacer mención de las que hizo a Bedón y Medina de Pomar. En las  Memorias se describe así:

“[...] No se olvidó de España, de donde era oriundo su padre. En Bedón dio para la construcción de una escuela que lleva su nombre, y en Medina de Pomar para el hospital [debe referirse sin duda al Hospital-Asilo de Nuestra Señora del Rosario, hoy residencia para mayores con el mismo nombre].



Tarjeta postal  del Hospital-Asilo de Medina de Pomar (en 1923)

TRAS LOS PASOS DE CELEDONIO PEREDA EN BURGOS

        Después de conocer esta fantástica historia, os podéis imaginar, queridos amigos de este Cajón de Sastre, la impaciencia que me entró por acercarme a Bedón, a los orígenes de la misma. Así, hace pocos días, acompañado de mi mujer, me presenté en este lugar en una mañana de hielo, pero con tan mala fortuna que nos vimos envueltos en la niebla. Digo mala fortuna porque por el camino, hasta el puerto de La Mazorra, el espléndido sol del páramo de Masa iluminaba los Picos de Europa y de La Demanda, los dos vestidos de novia por las recientes nieves. Una pena la niebla en Bedón, pues nublaba la memoria indiana e impedía ver con claridad la escuela que fundó Celedonio Pereda.

        De mis tiempos en Ojo Guareña recordaba Bedón como una aldea perdida en las montañas de Burgos, con no más de veinte casas, de humilde y tradicional construcción, y un exiguo vecindario, pues ya la despoblación de los setenta había comenzado su labor de zapa. Hoy el caserío está totalmente remozado y es difícil ver una ruina, salvo la de la antigua escuela, que fue sustituida por la que fundó don Celedonio. Esta ya no cumple tampoco misión docente, ya no hay niños en el pueblo y ha sido transformada para vivienda. Aún así, todavía puede verse cómo era el conjunto, con la casa del maestro adosada y haciendo escuadra. Una placa azul en un esquinal de la vieja escuela lleva escrito el nombre del fundador: “PLAZA DE D. CELEDONIO PEREDA”. Nada parecido con el suntuoso “Palacio Pereda” de Buenos Aires.
                   
Culminamos la excursión en Medina de Pomar, donde quisimos encontrar el hospital para el cuál donó parte de sus cuartos D. Celedonio. Pero encontramos que, tras sufrir un devastador incendio en enero de 1965, había sido totalmente remozado y funcionaba como moderna residencia de ancianos. Sin embargo, en un libro que recoge la historia de este centro, titulado “Residencia para mayores Ntra. Señora del Rosario. Crónica reciente (1965-2007), pudimos ver una tarjeta postal en la que se aprecia cómo era en 1927, cuando cumplía las funciones de Hospital-Asilo. 



La escuela de Celedonio Pereda en Bedón,
ya transformada.
La parte derecha era la casa del maestro


Una placa recuerda al fundador de la escuela


... Desde la cubierta del León XIII, Celedonio Pereda, con una suave brisa oceánica acariciando sus emociones, avistó la costa española y vio en ella la pequeña aldea que su padre y abuelo le describieron.


Vapor León XIII, en el que Celedonio Pereda
hizo su primer viaje a España




lunes, 23 de enero de 2017

VENTANAS CON MENSAJE EN HUMADA Y JARAMILLO DE LA FUENTE


 Un contrafuerte moderno oculta una parte de la ventana de Humada


Siguiendo la estela de las ventanas notables de Burgos, la que iniciamos aquí hace ya la friolera de seis años (20/6/2011), guardamos hoy, en el correspondiente compartimento de este Cajón de Sastre, dos nuevos ejemplares con mensajes inscritos. Una de ellas, la de Humada, del siglo XVI, es una maravilla artística, y por eso resulta extraño que no se encuentre en la fachada principal de la casa, bien orientada a la luz solar; en otoño e invierno, la joya vive en las sombras, y es una pena. Sin descartar del todo que fuera trasladada de otro lugar, parece lícito pensar que quien la mandó insertar en el actual muro, para mejor lucirla, debió tener muy en cuenta la calle mayor, en algún momento posible Camino Real y por ello lugar de tránsito de todo tipo de gentes. Haciéndolo así, todo el que pasaba junto a ella podía leer los mensajes o citas que se leen en sus piedras primorosamente labradas, tanto en el escudo sostenido por los dos heraldos de apariencia mitológica, mitad humanos mitad aves o sirenas (que las dos cosas parecen), como en la jamba de la izquierda, libre de interferencias.  En el primero se lee    

IN / HOC / SIGNO / VINCES   con este signo (una cruz) vencerás

Y en la jamba

DISCE VIVERE, DISCE MORI  aprende a vivir, aprende a morir


         Queda por saber lo que se oculta en la otra jamba, la tapada por un inoportuno contrafuerte, si es que algo se esconde detrás. Sea como fuere, lo visto nos sirve para pensar que la casa (como se ha sugerido, probablemente transformada) debió pertenecer a algún eclesiástico, o quizá a algún noble de convicciones cristianas (¿perteneciente a la Orden de Malta, quizá? La dos cruces de malta, una sobre cada jamba, serían una pista). De lo que no hay duda es de que estamos ante una de la ventanas más bellas registradas en Burgos hasta el momento.   
    


Ventana de Jaramillo de la Fuente


    Y de la ostentación de Humada pasamos a la  humildad de Jaramillo. Mientras que la primera es una alarde de elementos decorativos, la del pueblo serrano es todo lo contrario, destila sencillez por todos sus poros. Tienen en común, eso sí, que las dos ventanas van acompañadas de mensajes de contenido religioso. En Jaramillo, en el dintel del destartalado ventanuco, puede leerse la leyenda  

Dn. JPH  VIVA LA FE DE DIOS

Inscripción que parece señalarnos el nombre con apellidos del dueño de la casa y la condición religiosa del mismo. Los dos números finales, 5 y 6, parecen apuntar a una fecha no acabada de escribir.

Con mi agradecimiento a los profesores Josemi Lorenzo Arribas y Miguel Moreno Gallo


martes, 17 de enero de 2017

DE LOS CARTEROS DE A CABALLO A INTERNET



FOTOGRAFÍA: Cartero de Quintanilla VIvar en 1950 (A.M.BU)


       Puedo decir que soy de la época del blanco y negro, no me duelen prendas en confesarlo, al fin y al cabo, eso que llevo por delante; y además, el blanco y negro tampoco estaba tan mal. Pero siendo de entonces, no llegué a conocer a los carteros de a caballo. Como mucho, y habiéndome criado en la ciudad, solo recuerdo al cartero peatón y de uniforme aporreando el llamador de mi portal y gritando los nombres de los vecinos que recibían carta. Por eso no deja de sorprenderme la imagen que aquí dejo hoy. Ahora que todo va a la velocidad de la luz, y que todo lo que no sea mensajería instantánea es una antigualla, descubrir la imagen de uno de aquellos carteros rurales, que repartían el correo por los pueblos con una caballería, hace setenta años, puede producirnos el mismo efecto que el que produce a los arqueólogos de Atapuerca el descubrimiento en sus excavaciones de los restos de un homínido de vete a saber cuántos cientos de miles de años de antigüedad. A mí, queridos amigos, qué queréis que os diga, me produce algo parecido.
       Cartas que viajaban a caballo por nuestros pueblos, ¡qué maravilla olvidada! Seguro que Pedro Varona, este cartero de Quintanilla Vivar, repartió siempre buenas noticias, se le ve feliz.  

miércoles, 11 de enero de 2017

LA DIOSA PEÑAMAYA


Diosa Amaya y la iglesia de Fuenteodra en el centro mágico




FOTOGRAFÍAS: Peña Amaya y Fuenteodra (Tomadas en enero de 2017). 

Cuando se crearon los dioses y las diosas y se repartieron los nombres, se olvidaron de Amaya, o mejor, de la Peña Amaya. Y mira que es raro que pasara desapercibida, esta especie de pirámide maya. En estos días de enero y hielo, de cielos limpios como nunca los hubo, y de luces tan inmensamente intensas como tampoco nunca existieron, uno mira al gran bastión de Amaya a contraluz, desde cerca del nacedero del Odra, y le entran deseos de inclinarse y adorarle, o adorarla, porque la peña es femenina, una diosa. Pienso en otros hitos rocosos de Burgos que pudieran competir y no los hallo (quizá Carazo), pienso en otros de más allá y tampoco los encuentro. La diosa Amaya burgalesa, partida en dos hermanas que se cogen fraternalmente de la mano, dominadora de horizontes y dominada desde horizontes, con mil historias bajo su piel, es un dios de la "mitología" burgalesa, una diosa a la que encomendarse en los momentos bajos, por ejemplo los que atravesamos ahora, cuando hasta la fuente de Manapites aparece seca como tierra etiope. Pidamos a Amaya que llueva, que nieve, para que la fuente siga haciendo perlas, para que las aguas den nueva vida a las cascadas interrumpidas. 


lunes, 2 de enero de 2017

VENTANAS CON ARCOS TÚMIDOS, ARTE MUDÉJAR EN MEDINILLA DE LA DEHESA


Arco túmido en el ábside románico de la iglesia de Medinilla de la Dehesa


Esplendores mudéjares en Medinilla de la Dehesa


FOTOGRAFÍAS: Iglesia de Medinilla de la Dehesa (Tomadas en diciembre de 2016).


       Permitidme, querido amigos  de este Cajón de Sastre, abrir el año con una ventana. Me ha parecido oportuno hacerlo de esta manera porque una ventana bien puede simbolizar nuestro afán de asomarnos al mundo y decir “aquí estamos de nuevo, un año más saliendo de nuestro ensimismamiento”. Llevamos recogidas y guardadas ya decenas de ventanas de todos los signos, etapas históricas y artísticas, mas aún no habíamos recogido ninguna ejecutada por manos conocedoras del arte musulmán, que también las hubo, y muchas, en Castilla y León, y algunas, poquísimas, en Burgos, como las de la iglesia parroquia de Arcos de la Llana y la que ahora traemos aquí de Medinilla de la Dehesa. La dos pertenecen al llamado “arte mudéjar”, aunque también “hispano-musulmán”. La primera es bien conocida y se ha escrito mucho de ella, no así de la segunda, que, pudiendo pertenecer al grupo de las iglesias románico-mudéjares castellano leonesas, ha pasado más desapercibida, aun teniendo particularidades que hacen de ella una rara avis.  Sorprende que, no siendo construida en ladrillo, como es lo habitual en dicho grupo, contenga elementos claramente mudéjares, como lo son la magnifica portada que mira al norte, con arquivoltas apuntadas, friso de esquinillas y remarques de ladrillo, y las ventanas con arcos túmidos, también de ladrillo, de su semicircular ábside. Uno ve estos arcos y ha de preguntarse quién fue este artista que tan bien conocía los rudimentos del arte musulmán, por qué dejó ciegas las ventanas y qué vientos le llevaron para recalar en este humilde y apartado rincón burgalés. Preguntas para las que, por desgracia, no tengo aún respuesta. Disfrutemos mientras tanto de su bella y morisca imagen.