Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 30 de marzo de 2018

PASIÓN DEL PATRIMONIO

 
Descendimiento entre ruinas
                          

Perspectiva clásica, ¿una pista para la datación? 


 FOTOGRAFÍAS: En un  lugar de Zamanzas (Tomadas en marzo de 2011)

        Entre la antología de ruinas burgalesas que aquí llevamos guardada veíamos en reciente entrada las pinceladas policromas de Quintanajuar, los restos murales del conjunto que en su día embelleció la iglesia de este lugar ahora despoblado. Comentábamos que ya que ninguna figura en concreto podía distinguirse en los fragmentos que se conservaban del naufragio, mejor era dejarse llevar por la imaginación. Hoy, en cambio, queridos amigos de este Cajón de Sastre, lo que traigo son pinturas perfectamente identificables que, aunque muy deterioradas, en días recientes encontré en una iglesia arruinada del valle de Zamanzas (no digo el nombre del pueblo para evitar que a alguien se le ocurra ir a visitarlas y tenga un accidente, dado el estado ruinoso del templo). Son pinturas que parece debieron hacer las veces de retablo de altar mayor, quizá porque en su momento no hubo recursos para instalar uno tallado en madera. Otros ejemplos de “retablos pintados” hay en Burgos, ahora me viene a la memoria el de Villanueva del Grillo, del siglo XVI, que pudimos ver aquí mismo en 2011. Dijimos entonces que se trataba de un retablo pintado, algo anterior al que más tarde se colocó de madera y que hoy se puede ver, ya restaurado, en el Museo del Retablo de Burgos.
        Estaríamos, pues, en el caso de Zamanzas, ante un ejemplo más con la singularidad de que la pintura sobre revoco sustituyó al retablo. Bien es cierto que no es una imitación a retablo ni mucho menos aproximada, pues en la obra pictórica ni hay calles ni imaginería representadas, como es lo habitual en este tipo de muebles litúrgicos. Quedaría por saber, no obstante, si como en el caso de Villanueva del Grillo a estas pinturas sucedió un retablo formal y que este hubiera sido desmontado y llevado quién sabe dónde, pero es este un aspecto sobre el que hoy no tengo noticias. En todo caso, lo que queda de la iglesia amenaza con derrumbarse en poco tiempo, y entonces ella y su ornamentación pronto serán solo un recuerdo.
        Por otro lado, la casualidad ha querido que entre las pinturas comentadas (no me atrevo a sugerir su antigüedad) se encuentre, como representación principal y dentro de un gran círculo, una escena del Descendimiento, tan a propósito en estos días de Pasión.  La "Pasión" entre ruinas, podríamos decir, o la "Pasión" de nuestro Patrimonio, también.



Cada vez queda menos

Bella y original basa de columna, restos del naufragio



jueves, 15 de marzo de 2018

EL DINTEL VICTORIOSO DE UNA VENTANA


Tamayo, el doloroso encanto de las ruinas

El moral de la plaza sigue vivo

El abrazo de la hiedra. Ventanas del Siglo de las Luces




FOTOGRAFÍAS: Imágenes de Tamayo (Tomadas en marzo de 2018)

De nuevo en Tamayo. Otra vez en las mismas ruinas, y en algunas más que nacieron y crecieron después. Han pasado más de veinte años desde la última vez que sentí la emoción y el escalofrío que producen las ruinas de este pueblo del silencio, los espectros de las casas caídas, los agujeros negros de sus bodegas, que se prolongan hacia fondos ignotos. Hoy, los fantasmas de sus habitantes siguen despiertos, sobrevolando el esqueleto de la memoria que se esconde entre abrazos de poderosas yedras. Sigue vivo el moral de la iglesia, como guardián impotente de todo lo muerto, compañero del espacio vacío y grafiteado del gran templo gótico. Las ventanas, asomadas a los caminos, a aquellos que un día fueron calles transitadas, son muchas, todas con ojos vacíos por los  que pasan los vientos de un lado a otro a su libre albedrío. Tanto tiempo pasado y las sensaciones son las mismas, no pueden ser otras. Deben ser esas que genera la desolación de grandezas milenarias venidas a menos, la belleza de las ciudades y templos rotos, llámense Palmira, acrópolis ateniense o Pompeya enterrada. En su humildad, pero también en sus residuales y sobrecogedores muros, Tamayo produce ese magnetismo del que uno queda preso, esa fuerza telúrica que nos hace sentir extrañas ensoñaciones, tal vez las mismas que se diagnostican en el “Síndrome de Stendhal”. 



Algo más que un dintel





UN VITOR EN EL DINTEL 

        Si se escudriña bien, por más visitas que uno haya podido hacer, siempre podrá encontrar algo nuevo en una ruina histórica, algún detalle que pasó inadvertido en anteriores ocasiones. Hoy, queridos amigos de este Cajón de Sastre, puedo mostraros una reliquia en forma de dintel de ventana que encontré en días pasados mirando a lo más alto de las casas de Tamayo. La piedra no tiene desperdicio, pues todo su frente está ocupado por variopintas inscripciones, algunas solo trazos decorativos. Llama la atención en el centro un gran VITOR inciso flanqueado por una data: AÑO DE 1782. Y en torno a este vitor una serie de representaciones, igualmente incisas, que nos llevan a un horizonte de símbolos siempre de arriesgada interpretación. Contiene una roseta hexapétala, tan recurrida como elemento protector en infinidad de edificios; lo que parece un pavo real, que quizá, al igual que el vitor, represente un pavoneo más del constructor de la casa por haber logrado su obra o alcanzar alguna dignidad; más dos figuras, quizá árboles, tal vez palmeras, que podrían abundar igualmente en el vanidoso deseo de ostentación por el triunfo alcanzado. En resumen, se trata de un dintel de gran interés, por lo que tiene de original, que entre otras cosas pone de manifiesto el conocimiento que el cantero labrador o el dueño de la casa tenían sobre el mundo de los símbolos. Aunque, bien mirado, quizá todo lo expresado puedan ser meras especulaciones. 

domingo, 11 de marzo de 2018

"LA CASA DEL ESCUDO" EN AGUAS CÁNDIDAS

   

La "Casa del Escudo" debió ser la más notable de
Aguas Cándidas
Su escudo pregonaba cierta nobleza

Entre ventana y ventana, un blasón.
Nada de ello queda ya


Ahora todo es un montón de escombros

FOTOGRAFÍAS: "Casa del Escudo" en Aguas Cándidas (Tomadas en 2007 y 2016).  

 

        Las leyendas sobre pueblos que desaparecieron por invasiones de hormigas son numerosas en Burgos. Algunas ya están recogidas en la “Colección Tentenublo”, y se refieren a lugares o pueblos cercanos a Rupelo, San Millán de Lara o Urrez, por citar solo algunas. Pero en lo que siempre fue tomado como leyenda, en algunos casos puede solaparse una desconocida realidad. Sugiero esto porque hace apenas unos días que visité Aguas Cándidas, con intención de ver qué había sido de una casa de apariencia noble que encontré semi-arruinada en 2007, de la cual recordaba, como elemento de interés, una ventana con escudo, y me contaron que la causa principal de su ruina fue una invasión de hormigas termitas. Al parecer estas hormigas (probablemente termitas subterráneas) colonizaron el maderamen del edificio y fueron devorándolo poco a poco hasta que los vecinos, quizá viendo el peligro que se les venía encima, tuvieron que abandonarlo, cosa que debió suceder a mediados de los años cincuenta del pasado siglo, época en la que las termitas se esparcían por España como marabunta, alcanzando hasta el  mismísimo Palacio Real, entre otros monumentos de la capital del Reino. Pero no solo esta casa de Aguas Cándidas sucumbió por obra de las voraces termitas, otras del pueblo, según me transmitió un vecino de edad avanzada, sufrieron igualmente sus efectos y tuvieron que ser abandonadas. Dicho vecino sabía de lo que hablaba, pues él mismo tuvo que abandonar la suya por esta causa y construir una nueva, aunque, escarmentado, ya sin madera. Los voraces insectos “Eran de cuerpo blanco y cabeza oscura”, según me contó, “pero no se las veía, iban haciendo canales por dentro” hasta dejar huecas las vigas.
         Interesante y tentador motivo de estudio sería, sin duda, la propagación de las termitas en los pueblos de Burgos y sus devastadores efectos, al igual que lo sería ahondar en la relación entre leyenda y realidad en torno a los pueblos desaparecidos por invasión de hormigas. Pero ello nos desviaría del tema que ahora nos trae, que no es otro que la catalogación de una nueva ventana con historia, una más de los cientos que llevamos ya recogidas y guardadas en este cajón de Sastre.