Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

lunes, 23 de marzo de 2015

UNA VENTANA DEL XVI EN FRESNO DE RODILLA



En una humilde ventana, un derroche de elegancia

FOTOGRAFÍA: Ventana en la iglesia de Fresno de Rodilla (Tomada en marzo de 2015)


Hacía tiempo que no abría el cajón de las ventanas y me ha costado esfuerzo. Han chirriado los goznes, como en el castillo antiguo, pero al fin lo he conseguido. Al levantar la tapa me he encontrado con ese montón de reliquias apretadas, abigarradas, que fuimos guardando sin ningún orden. Afortunadamente, he vuelto  a comprobar que el compartimiento sigue igual, rebosante de arte y siglos, un revoltillo que nada ni nadie ha podido hacer que se inmute. Sigue limpio, sin polilla y sin telarañas, inmaculado como las sábanas del arcón de la abuela, pese al tiempo trascurrido desde que le abrimos por última vez, allá al empezar enero. Menos mal, parece que Internet, de momento, conserva muy bien.  Pero ha de llegar un día en que tendremos que poner orden en este oscuro ventanero, por si las moscas. Mientras tanto, guardamos una nueva ventana, una reliquia que hemos encontrado en la iglesia de Fresno de Rodilla. El arco carpanel y la decoración con follajes la delata como ejemplar del siglo XVI. Se encuentra en la parte baja de un pórtico de esta época que protege la espléndida portada gótica de la iglesia. La luz que pudo entrar por esta ventana debió servir para alumbrar la escalera de caracol que sube al campanario, todo un lujo de arte renacentista para una luz ya apagada. 


Pórtico con un tesoro en la iglesia de Fresno


domingo, 15 de marzo de 2015

UNA SIERRA DE AGUA EN QUINTANILLA DE VALDEBODRES



Un alarde de conservación.

Todo por una rueda movida por el agua

Sin academia, sin planos, inteligencia natural

El arte de hacer engranajes con dientes de madera

Volante y sierra, el único jmetal

Carro con cepos para sujetar las maderas que se iban a serrar


FOTOGRAFÍAS: Sierra de agua en Quintanilla de Valdebodres (Tomadas en marzo de 2015)

Decir sierra de agua debe ser lo mismo que decir sierra hidráulica. Como “sierras de agua” las encontramos citadas en documentos y libros antiguos, mientras que lo de “hidráulica” parece más un cultismo de última hora. Si seguimos el Diccionario de Pascual Madoz veremos que allá donde se relacionan estos artefactos se dice sierras de agua. Y así vamos a llamar a la que, en día reciente, descubrimos en Quintanilla de Valdebodres.

Ya lo he dicho en anteriores ocasiones, la nunca suficientemente ponderada "rueda hidráulica", con su tosco y estruendoso girar, movió los más dispares artilugios y complejos fabriles que precedieron a la era industrial. Molinos, batanes, norias, mazos, martinetes, sierras de agua, aserraderos, primeras fábricas de luz, etc., fueron accionados por la gran rueda, en un principio de madera y después de hierro. Es difícil encontrar un salto de agua en Burgos que en su día no fuera aprovechado para cualquiera de los artefactos mencionados, y son muchos los saltos de agua existentes en esta provincia. Pero su época de gloria pasó, el vapor y la electricidad hizo que cayeran en el olvido, las ruedas de madera se pudrieron y las de hierro el orín se las llevó. ¿A todas?, no, a todas no. En 1993 escribí notas de una sierra de agua que por entonces sobrevivía en Aldea del Pinar, en un edificio que hacía a la vez de molino harinero. Pedía entonces la restauración del conjunto, pero no sé qué habrá sido de él. Años más tarde, en 2013, guardamos en este Cajón de Sastre otra sierra de agua que funcionó en el molino de Escuderos.

La sierra de agua de Quintanilla no fue un aserradero industrial, como los muchos que hubo en tierras de pinares, sino más bien una oficina particular creada para la autosuficiencia de su constructor (aunque esporádicamente llegara a atender en ella encargos puntuales de ajenos, como la elaboración de ataúdes para vecinos fallecidos y alguna otra  urgencia). Su constructor, Félix López, padre del laureado inventor José Luis López Gómez, debió ser una de esas personas de inteligencia natural que no necesitaron pasar por universidades para desarrollar con ciencia los oficios que le eran necesarios en el medio natural en el que vivía. Aprovechando el torrente salido de una cueva en el mismo pueblo, Félix, con su sola intuición y la ayuda de un rodete de hierro movido por el agua, llegó a construir, hacia 1925, una sierra con todos los útiles necesarios para su funcionamiento. Entrar hoy en esta oficina de sierra es sumergirse en la noche de los tiempos, en un reino inventivo donde la madera domina el espacio, donde ejes, engranajes y correas cuentan cortes y aventuras pasadas. Es una suerte que la familia haya conservado este singular museo, y que nos lo haya mostrado. Gracias.    


Sierra de agua en Escuderos


miércoles, 11 de marzo de 2015

EL BALCÓN MODERNISTA DE PAMPILHOSA


Maravilla modernista en Pampilhosa.


FOTOGRAFÍAS: Balcón modernista en Pampilhosa. Fábrica de cerámica de Pampilhosa. Muestrario de baldosas que se produjeron en la fábrica. (Tomadas en 2008). 


Revolviendo en mis archivos, cada vez más profundos y ya totalmente ingobernables, he encontrado hoy una serie fotográfica de hace años. La obtuve fuera de nuestras fronteras, concretamente en la población de Pampilhosa mientras hacía tiempo esperando la llegada del tren que habría de llevarme a Oporto. Un paseo por los alrededores de aquella estación portuguesa me llevó a rondar por edificios fabriles abandonados junto a las vías, supuse que testigos de una época de esplendor en esta ciudad de azulejos y baldosas.
En aquel paseo descubrí una casa cercana al pie de una carretera. Tenía los cristales rotos y un jardín abandonado, bien se veía que en ella no vivía nadie desde hacía tiempo. Tenía también un maravilloso balcón de hierro con increíble decoración modernista, bajo el cual y sobre azulejos pude leer el nombre de Villa Rosa. Era una imagen decadente, pero a mí me sugería que debió pertenecer a algún notable empleado cuando la gran fábrica de  cerámica estuvo a pleno rendimiento. No sé a vosotros, queridos amigos, pero a mí estos complejos fabriles de finales del XIX y principios del XX (arqueología industrial llamamos ahora), con sus poblados ya vacíos y su arquitectura de entre siglos, me producen hondas sensaciones. Me pasa en Arija también.
Todos sabéis, por otro lado, de mi tardía afición por las ventanas notables de la provincia, muestra de cuyo desvarío es el ya apretado compartimento del baúl donde he ido guardando todas las que me han salido al paso en mis excursiones. Y todos conocéis también mi otra debilidad, la del art noveau, nacida de mis frecuentes viajes a Bruselas y de cuya expresión he dejado aquí notables muestras. Por eso me vais a permitir que  hoy guarde el extraordinario balcón art noveau de Villa Rosa. Que lo disfrutéis. 


Fábrica de cerámica abandonada. 

Muestrario de cerámicas de la vieja fábrica.



domingo, 8 de marzo de 2015

A LA MUJER TRABAJADORA EN EL 8 DE MARZO


Mujer cavando una finca de patatas



FOTOGRAFÍAS: Mujeres trabajando en campos de Burgos. (Tomadas en 1995 y 2007) 

Memorias de Burgos se suma hoy al reconocimiento de la mujer trabajadora con dos imágenes captadas en el medio rural. Por regla general, las mujeres de las que tengo memoria trabajaron bastante más que los hombres a lo largo de sus vidas, y siempre por menos.


Mujer amontonando la hierba segada

jueves, 5 de marzo de 2015

EL NAVEGANTE DE PIEDRAHITA



Escudo en Piedrahita de Juarros

Leyenda en el escudo


FOTOGRAFÍAS: Escudo en Piedrahita de Juarros. (Tomadas en febrero de 2015)


Lo que pretendía aquel día era conocer si aún se conservaba en Quintanilla del Monte la Casa de la Hermandad de Montes de Oca, donde, según el Diccionario de Pascual Madoz, se guardaba mediado el  XIX el Archivo “con todos los documentos, antiguos y modernos, correspondientes a dicha Corporación”. Vana pretensión, pues nada encontré de aquello, ni siquiera un pequeño recuerdo. Y es que a veces mi optimismo no tiene límites. Pregunté a un vecino,  entrado en años y salido de las soledades mañaneras, por la casa y la Hermandad. “¿La Casa de la Hermandad? No, no he oído nada. Como no sea una que hay ahí arriba...”. Me llevó a la parte alta del pueblo, hasta un conjunto edificado de pobre traza donde parte de un arco de piedra parecía recordar a una casa de cierta nobleza ya desaparecida. Tal vez pudo ser el acceso a la casa de la Hermandad, pero al carecer de más datos, lo dejé en el aire. Quizá vuelva en verano, cuando en Quintanilla haya más vecindario y alguien ilustrado o muy mayor pueda aportar alguna noticia. 


Arco de piedra en Quintanilla del Monte,
resto de la posible casa de la Hermandad de Montes de Oca.

Así, sin casa y sin archivo, salí de Quintanilla y me perdí por una carretera que habría de llevarme por pueblos con apellidos sorprendentes: de la Sombría, de la Solana, del Invierno... ¡Ah, la toponimia, tan sugerente siempre, tan maravillosa! La ruta me hizo pasar también por Pidrahita de Juarros, donde tuve que parar en seco al ver, empotrado en adobón, un gran escudo en una construcción que ni casa se podía llamar. Me pareció evidente que el escudo estaba fuera de su ubicación original, por lo que sentí curiosidad y me acerqué para  tomar fotografías. Que fue así cómo llegué a descubrir la leyenda que ha dado motivo a estas líneas. Tallada con letras propias del siglo XVII, dice así:

“AGUAYO PASÓ LA MAR, LARGAS TIERRAS Y HONDOS MARES,
MATÓ CON MANO SUYA, LA CABEZA Y LA PROFIA DE LOS QUE ERAN INMORTALES”

          Se me ocurre que si no es parte de un poema, se  lo parece. En todo caso, sugiere también que el portador de las armas del escudo debió ser alguien de Piedrahita, o de su entono, que navegó, algún Aguayo que mató allende los mares, que se sentía orgulloso de ambas cosas  y que por eso mandó tallar la leyenda al pie. Tema interesante para investigar, o para el inicio de una novela.