FOTOGRAFÍAS: Iglesia románica de Gredilla de Sedano. Calcando grabados sobre papel transparente. Marcas de cantero. Tablero simbólico. Pavos reales incisos (Tomadas el 27 de septiembre de 2010).
Entre finales de los ochenta y principios de los noventa estuve ocupado en recoger los signos lapidarios de los monumentos medievales más conocidos de Burgos, iglesias, castillos, puentes etc. ¡Ahí es nada! Fue tanta la cantidad de signos que llegué a almacenar en dos años de rebusca que luego no supe qué hacer con ellos. El asunto me desbordó, por lo que decidí posponer cualquier estudio y guardar las marcas en carpetas que ahora no sé donde pueden estar, seguramente que perdidas en el desván. De aquel trabajo de recuperación de marcas de cantero guardo en la memoria algunos grabados, de distinta disciplina y contenido, que llamaron mi atención: me refiero a cosas tan curiosas como los tableros de juego (alquerques) en los que un día se entretuvieron los monjes de los monasterios (me impresionaron los que localicé en un claustro del monasterio de las Huelgas o los de San Pedro de Arlanza y San Juan de Ortega), los bellos rostros de mujer incisos de San Juan de Ortega y Tinieblas de la Sierra y algunas escenas tan sugestivas como la que hoy me traen aquí.
En las hiladas de sillares más bajas del exterior de la iglesia parroquial de Gredilla de Sedano me sorprendió, en aquella época lapidaria, una serie de graffitis incisos que se escapaban del tema que entonces me llevaba. Sabía que algún día habría de volver para ocuparme de ellos, pero no sospechaba que tan tarde. Ha pasado la friolera de veinte años y ayer, por fin, en un día luminoso que hacía brillar hasta el éxtasis la preciosa portada románica de Gredilla, pude situarme frente a los paneles de mis recuerdos. Y entre tanta maraña de líneas superpuestas como pueden verse, seguramente la mayoría ejecutadas por manos populares y sin finalidad artística alguna, pueden distinguirse, con bastante claridad, otras representaciones aparentemente más cultas; me refiero a dos estilizados pavos reales, cada uno en un sillar diferente, y a una escena ecuestre que es la que más puede sorprender, con tres caballos, uno de ellos enjaezado y con un desmembrado y confuso jinete.
En otro panel de la fachada, ocupando casi todo un sillar, puede verse también un tablero geométrico, inciso, de perfecto trazo y con estrella de cuatro puntas. Desconozco su simbología y el fin para el que fue dibujado, aunque se intuye en él la mano de un especialista cantero, casi seguro versado en la mística y los simbolismos medievales, o tal vez en astronomía.
Unos y otros grabados, caballos, pavos y tablero, más otros que no he acertado a ver, probablemente sean de época medieval, aunque no por fuerza del mismo siglo. En todo caso, pienso que son un aporte más al enorme valor artístico de esta iglesia y una curiosidad que añadir al universo mágico de la iconografía y gliptografía en las piedras del medioevo.
Entre finales de los ochenta y principios de los noventa estuve ocupado en recoger los signos lapidarios de los monumentos medievales más conocidos de Burgos, iglesias, castillos, puentes etc. ¡Ahí es nada! Fue tanta la cantidad de signos que llegué a almacenar en dos años de rebusca que luego no supe qué hacer con ellos. El asunto me desbordó, por lo que decidí posponer cualquier estudio y guardar las marcas en carpetas que ahora no sé donde pueden estar, seguramente que perdidas en el desván. De aquel trabajo de recuperación de marcas de cantero guardo en la memoria algunos grabados, de distinta disciplina y contenido, que llamaron mi atención: me refiero a cosas tan curiosas como los tableros de juego (alquerques) en los que un día se entretuvieron los monjes de los monasterios (me impresionaron los que localicé en un claustro del monasterio de las Huelgas o los de San Pedro de Arlanza y San Juan de Ortega), los bellos rostros de mujer incisos de San Juan de Ortega y Tinieblas de la Sierra y algunas escenas tan sugestivas como la que hoy me traen aquí.
En las hiladas de sillares más bajas del exterior de la iglesia parroquial de Gredilla de Sedano me sorprendió, en aquella época lapidaria, una serie de graffitis incisos que se escapaban del tema que entonces me llevaba. Sabía que algún día habría de volver para ocuparme de ellos, pero no sospechaba que tan tarde. Ha pasado la friolera de veinte años y ayer, por fin, en un día luminoso que hacía brillar hasta el éxtasis la preciosa portada románica de Gredilla, pude situarme frente a los paneles de mis recuerdos. Y entre tanta maraña de líneas superpuestas como pueden verse, seguramente la mayoría ejecutadas por manos populares y sin finalidad artística alguna, pueden distinguirse, con bastante claridad, otras representaciones aparentemente más cultas; me refiero a dos estilizados pavos reales, cada uno en un sillar diferente, y a una escena ecuestre que es la que más puede sorprender, con tres caballos, uno de ellos enjaezado y con un desmembrado y confuso jinete.
En otro panel de la fachada, ocupando casi todo un sillar, puede verse también un tablero geométrico, inciso, de perfecto trazo y con estrella de cuatro puntas. Desconozco su simbología y el fin para el que fue dibujado, aunque se intuye en él la mano de un especialista cantero, casi seguro versado en la mística y los simbolismos medievales, o tal vez en astronomía.
Unos y otros grabados, caballos, pavos y tablero, más otros que no he acertado a ver, probablemente sean de época medieval, aunque no por fuerza del mismo siglo. En todo caso, pienso que son un aporte más al enorme valor artístico de esta iglesia y una curiosidad que añadir al universo mágico de la iconografía y gliptografía en las piedras del medioevo.
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