Antonio Benaiges, maestro en Bañuelos de Bureba (1934-1936) |
FOTOGRAFÍAS: Antonio Benaiges (Gentileza de Asociación Escuela Benaiges- Bañuelos de Bureba). Portal de la escuela de Bañuelos. Pupitres de la escuela. (Tomadas en enero de 2015)
Por su gran
interés, en el contenido y en la forma, continuamos con el formidable relato de
Jesús Viadas, alcalde de Bañuelos de Bureba y Presidente de la Asociación Escuela Antonio Benaiges.
DESENTERRANDO LA HISTORIA
“[...]
Al maestro Antonio Benaiges le mataron en la guerra, fue uno de los primeros
[maestros] que mataron en la guerra, le mataron el 25 de julio.
Nosotros
no sabíamos nada, toda la historia ha aparecido porque varios maestros que se
exiliaron a México [como consecuencia de la Guerra Civil], se llevaron allí la
técnica Freinet. Y hace diez o doce años empezaron a pedir desde allí documentación y cosas
del maestro de aquí. Y entonces, nosotros no sabíamos nada. Y había un señor
que preguntaba, y este señor, desde [San Andrés de Tuxtla], México), preguntaba
por Internet que el que supiera cosas del maestro que se lo diría. Y este señor
vino de México a Bañuelos, y se puso también en contacto con la familia del
maestro, que era catalana, de Mont-roig del Camp [Tarragona]. Pero cuando vino
al pueblo había otro alcalde y yo no le vi.
Se
puso en contacto con la familia. Y la familia, igual que él, siguió también
preguntando por Internet cosas del maestro.
Entonces
nosotros, los chavales, no sabíamos nada del maestro, y preguntamos a los
mayores del pueblo, y algunos se acordaban y otros no, y algunos se habían
muerto ya. Pero nadie quería decir nada, ya sabe que de las cosas de la guerra
se habla muy poco en todo los sitios; siempre hay alguno, pero se habla muy
poco. Entonces, nos pusimos en contacto
con la familia, y que a ver qué querían, para ver lo qué pedían.
-Pues
mira, es que había un maestro en Bañuelos y que hacia unos cuadernos...
Preguntamos
y aparecieron dos cuadernos que tenía un señor por aquí. Y yo, antes de eso, ya
había visto los cuadernos, pues un primo mío, de Briviesca, va un día y me
dice:
-Mira
qué tengo, dos cuadernos, que son estos. -Y me los enseñó.
En
total, que me trajo dos cuadernos...no, dos no, uno. Y me dice:
-“Mira
lo que encontrao, lo que me ha dejao un amigo. (A él se lo había agenciao
un amigo, y a ese amigo, por otro amigo, por varios amigos...).
Bueno,
el caso es que a este amigo le dijeron:
-Mira,
he visto unos cuadernos de tu pueblo (él es de Briviesca).
El
caso es que apareció el cuaderno y él me lo enseñó.
-Mira
lo que he visto –me dice:
Lo
primero, me quedé asombrao, pues cuadernos en color..., nunca había oído
nada de esto... ¿Qué es esto? Así que lo primero que hice, como tenemos
fotocopiadora, hacer fotocopias.
Y a
partir de ahí fue cuando la familia de Mont-roig empezó a preguntar sobre el
maestro. Nos pusimos en contacto con la familia y nos pasaron toda la
documentación que tenían de él; tenían todos los cuadernos menos uno, catorce
cuadernos; pero les faltaba uno, yo creo que porque se hicieron pocas copias,
una o... En total, que el primero no lo tenían ni la familia, solo tenían la
portada, igual que nosotros; nosotros tenemos la portada, pero lo demás,
no.
Bueno,
el caso es que nos pusimos en contacto con la familia y nos pasó toda la
documentación que tenían del maestro; nos lo pasaron por Internet y nosotros
hicimos fotocopias de todos los cuadernos.
Cuaderno de la serie "Gestos". |
DE LA EXHUMACIÓN
AL LIBRO
Luego,
a partir de ahí, se empezó a hacer la exhumación en La Pedraja, [fosa común de
la guerra], que el maestro está enterrao ahí. Bueno, pues cuando estaban en la exhumación, un primo mío que
tenía dos niños pequeños, estaba de veraneo aquí, y este primo decía que la
mejor forma para que se duerman los niños después de comer es coger el coche y
dar una vuelta con ellos. [Y así lo
hizo]. Y se fue a La Pedraja cuando estaban haciendo las excavaciones. Y allí
se puso a hablar con un antropólogo que había allí del CSIC, Francisco Ferrándiz.
Bueno, pues se puso a hablar con él y le dice:
-Aquí
está enterrao el maestro de mi pueblo.
-¿Qué,
qué me dice?
-Sí,
sí, que aquí está enterrao el maestro de mi pueblo.
Y se
puso a hablar con él y tal y cual. Y le
dice:
-Y
tenemos una historia del maestro, de unos cuadernos que hizo.
Y este
señor se interesó mucho. Y le dice:
-Lo
tengo en el pueblo, si quiere ir a verlo, vamos a verlo.
Agarraron
el coche los dos y al pueblo. El caso es que vinieron al pueblo para ver los
cuadernos. Se lo enseñamos todo esto [todas las fotocopias de los cuadernos]. Y
le interesó muchísimo. Dijo:
-De
esto hay que hacer un libro y tal y cual. Ya me voy a poner yo en contacto con
gente, esto y lo otro.
Nos
pasó documentación que tenía de él, de libros que había escrito él de
enterramientos de la Guerra Civil en otros lados; nos pasó su documentación y
nosotros le pasamos la nuestra. Después
él se puso en contacto con...
Las
exhumaciones continuaron en La Pedraja en años siguientes. [Y en una de las ocasiones]
vino otro fotógrafo catalán, Sergi Bernal, vino aquí al pueblo para conocer la
historia y eso. Y a partir de ahí, se pusieron en contacto los dos y
escribieron el libro [Antonio Benaiges. El maestro que prometió el mar],
que trata de La Pedraja y del maestro (1).
Portalón de la escuela. Cuando las inclemencias del tiempo impedían salir a la calle, los niños pasaban sus recreos en este espacio. |
LA NEVADA
Hago
un inciso en el orden de la narración
para, en estos días que nos sentimos acorralados por la nieve, insertar un
texto editado por los niños de Bañuelos con la imprenta de Antonio Benaiges.
Forma parte de un cuaderno de la serie “Gestos” y describe unos días de grandes
nevadas en el pueblo burebano. En el corto relato se dejan ver las dificultades
de las gentes en los pueblos para sortear los trastornos causados por la nieve.
Su interés es evidente.
“Estos días ha
nevado mucho. Los hombres dicen que ha caído más de una vara. Yo no lo sé
porque no lo he medido. Los más viejos del pueblo no habían visto una nevada
como ésta.
El sábado 26 de
enero comenzó a nevar. El domingo ya no pude ir a misa. Y toda la semana sin
venir a la escuela.
Los pobres pájaros
se metían en nuestras casas, helados. Por las calles no se veía a nadie.
Algunos, a veces, salían a hacer senda. Senda para ir al río, a la taberna, a
la iglesia,
a los pajares...
Nadie podía entrar
ni salir de Bañuelos. El cartero estuvo diez o doce día sin venir. En las casas
comenzaba ya a faltar de todo.
Durante la nevada
ha muerto una mujer. Cogió frío y le vino un parálisis”
Gestos, nº 2
(abril 1935)
(1): Editado en 2012, firman dicho libro Francesc Escriban, Francisco Ferrándiz y Queralt Solé, con fotografías de Sergi Bernal.
Continuará
No hay de qué, Gema. Pocas veces una historia me ha conmovido tanto como la de este maestro.
ResponderEliminarUn abrazo y muchas gracias a vosotros por la labor que estáis haciendo para recuperar su memoria.
Como has visto es una historía tan bonita, tan llena de coincidencias y encuentros que el que tú hayas llegado a ella se suma a las sorpresas que estamos cada día teniendo en la Asociación Escuela Benaiges de Bañuelos de Bureba .
ResponderEliminarGracias Elías, por tu visita y tu interés en la historia del maestro. Espero el siguiente.........
Es verdad, Carmen, toda la historia está llena de coincidencias y encuentros. Mucha culpa de ello lo tiene el milagro Internet.
ResponderEliminarAhí estamos.
Un cordial saludo
Que bonito leerlo así, como se cuentan las historias. Oyendo en tu escrito la voz de Jesús tal cual habla.
ResponderEliminarQue sensación me provoca ver la historia que tan bien me sé, por entregas.
Entregas que voy siguiendo como si no supiera el desenlace...
Que bien, Elias, que aparecieras por mi pueblo un día e hicieras de su historia, una historia compartida.
Gracias!
Muchas gracias, Renacer. Me alegro que sigas con interés el relato y que te guste. Es verdad que Jesús trasmite con apasionamiento.
EliminarPor otra parte, con cariño te recuerdo que los comentarios deben ir bien identificados, como aquí abajo se expresa. Nunca me han gustado los anónimos ni los seudónimos, que para el caso es lo mismo.
Un saludo cordial