Escudo con leyenda en Quintanalacuesta |
Ventana en Paralacuesta |
FOTOGRAFÍAS: Ventana y escudo en Quintanalacuesta. Ventana en Paralacuesta (Tomadas en julio de 2018)
Valdelacuesta,
Quintanalacuesta, Paralacuesta..., tres pueblos burgaleses que se reconocen en
la ladera norte de la Sierra de la Tesla, al pie y abrigaño de una cuesta
protectora donde se acurrucaron hace mil años gentes que tenían miedo a los
vendavales que llegaban de los altos. Los tres llevan el mismo apellido, y los
tres su seña personal: Valle, Quinta y Para. De las tres, la que más me gusta
es la última, pues su acepción podría estar aludiendo a cómo la cuesta de dicha
sierra “para” los vientos (¿la cuesta que detiene los vientos?). La toponimia
de los pueblos es así de maravillosa, y casi siempre clarificadora.
Hace nada
que veíamos aquí el naufragio de Valdelacuesta, de cómo a lo poco que quedaba
de este pueblo se lo había engullido la floresta. Era la viva imagen de la
desolación, una triste visión de las que cuesta recuperarse. Por eso, del “val” de la
cuesta seguimos bordeando La Tesla norte con intención de encontrar algo de
vida que nos alegrara la mañana. Y así, al poco, llegamos a Quintanalacuesta,
donde nos esperaba la sorpresa-regalo del día, una preciosa ventana hidalga;
una más de las muchas hidalgas que en Merindades llevamos guardadas en su
correspondiente cajón. Se trata de un magnífico ejemplar geminado, con su correspondiente parteluz y arcos mixtilíneos, digna de cualquier casona del
siglo XV o XVI. Una joya, sin duda. Pero no contenta con ello, Quintanalacuesta
nos iba a regalar con otra maravilla en la parte alta del pueblo, un espectacular
escudo labrado en 1725 con las Armas Díaz, Trechuelo y Yedra. Y a la vista de
tanta perfección escultórica y de tanta filigrana como contiene y adorna este
escudo, uno no puede por menos que preguntarse quién o quienes lo esculpieron; item
más: quiénes eran los escultores de escudos, a qué gremio o logia
pertenecían, de dónde procedían, dónde estaban su talleres, quién les enseñó
las directrices heráldicas..., pues de todo eso y de más, lo reconozco, me
siento ignorante. Se ha estudiado bien la heráldica en su vertiente de
pertenencia, linaje, simbología y distribución de los motivos en los escudos,
etc., pero, que yo sepa, nada se ha dicho de los artesanos anónimos que los
labraron, algunos, como el que ahora nos ocupa, verdaderas obras de arte.
¿Alguien conoce el nombre y apellido de algún constructor de escudos de la Baja
Edad Media, o incluso de siglos posteriores hasta el XVIII?
Sin
abandonar la estrecha carretera llegamos a Paralacuesta, donde otra maravilla
de ventana nos esperaba. Fechada en 1724 y con el apellido Serna, alusivo
sin duda al dueño de la casa, su decoración pertenece a esa constante de líneas
geométricas sumamente elegantes que tanto abundan en el periodo dieciochesco.
Pienso tras leerlo en aquellas familias que ofrecían sus recursos, sus enseñanzas, sus habilidades a cada descendiente, así estos gremios de canteros, unos a otros fueron traspasando ese magnífico lenguaje que se desarrolla en cada escudo, porque aunar simbolismo con palabras debe llevar implícito un arte genuino que solo entendían los artífices de tan ilustre ocupación. Ahora que aún nos empeñamos en que nuestros hijos sean mejores que nosotros en algo, seguimos, sin saberlo, repitiendo lo que antes acontecía sin darle la mayor importancia. Una pena que oficios tan dignos queden relegados a algún taller o a alguna escuela. Un dato más en la historia para no olvidar. Felicidades hoy por partida doble. Un saludo.
ResponderEliminarGracias también por partida doble.
ResponderEliminarSaludos