Necrópolis de Cuyacabras (Quintanar de la Sierra). |
FOTOGRAFÍAS: Necrópolis de Cuyacabras (2023), Quintanilla de Santa Gadea (2017) y Villanueva Soportilla (2024).
Recientemente
he visitado varias necrópolis altomedievales excavadas en roca (Quintanamaría,
Villanueva Soportilla, Cuyacabras, Revenga). Hay algo en estos cementerios de
tumbas antropomorfas, de la época de la Repoblación, que me atrae
especialmente; tal vez por mi vocación frustrada de arqueólogo, o quizá por la
cantidad de dudas que siempre me surgen cuando estoy pisando sobre ellos. Se me
dirá que mis dudas han sido estudiadas y respondidas por especialistas y que
poco o nada puede añadirse ya. No estoy seguro de ello. Hay aspectos que, en mi
opinión, y en mi ignorancia, creo que no se han tratado con suficiente claridad,
lagunas que quedarían por despejar y que son las que siempre me han llevado a especular
y a plantearme preguntas, seguramente las mismas o parecidas preguntas que os habréis hecho
vosotros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, cuando habéis visitado
alguno de estos cementerios. En este sentido, la primera de las interrogantes surgidas
a un profano en la materia sería la de conocer la localización del poblado, asunto fundamental
pero casi siempre complejo de concretar. Cabe pensar que se encontraran prudencialmente
apartados de las necrópolis, por la simple razón de protegerse de los malos efluvios e
insalubridad que podía emanar de los cuerpos en descomposición enterrados (es muy probable que los sellados de las tumbas, con losas o capas vegetales, no serían del todo herméticos). Pero
esta ubicación, a veces, cuando no se ven restos arqueológicos en superficie, no es fácil de situar, pues si
algún resto hubiera quedado, después de más de mil años transcurridos estará muy enterrado e imposible de descubrir si no es con métodos de rastreo y localización
modernos, lujo que, intuyo, quizá nunca se van a emplear en yacimientos que, por lo general, deparan muy pobres
hallazgos. Abundando en ello, pienso que ni aun conociéndose los aportes histórico-documentales
sobre grupos y movimientos de la Repoblación, ni ayudados por la toponimia
(tan valiosa en ocasiones) serviría para situar con precisión dicha localización.
Arqueólogos hay a los que compete esta cuestión.
Otras muchas interrogantes pueden plantearse, entre ellas las de cuánto tiempo de vida tuvo el poblado en un mismo
lugar, de cuánto “vecindario” se compuso o cuáles fueron las causas de su desaparición,
si fue por política de los conductores-directores de la Repoblación (por lo general monjes),
por traslado a lugar más seguro o por haber sufrido algún fuego o epidemia de especial
incidencia que los consumió, entre otras posibles causas, en realidad, todas las que podamos imaginar. Pudo suceder también que cuando decidieron moverse no se desplazaran a
lugares lejanos y que, por el contrario, se establecieran cerca y dieran lugar así
al nacimiento de alguno de los pueblos hoy existentes en su entorno. Podría ser.
En cuanto al número de pobladores que componían el núcleo creo que sería muy difícil
hacer una aproximación, ya que por aquellos tiempos oscuros (ss. IX y X) no debían
hacerse padrones, y si por algún tipo de milagro se hubiera hecho algo parecido no ha llegado hasta nosotros. Resulta evidente, eso sí, que por el número de
enterramientos que están a la vista, puede deducirse que unos poblamientos
tuvieron mayor o menos número de habitantes. Así, grupos de mayor población debieron
ser los de La Sierra (Revenga y Cuayacabras), con cientos de tumbas, y más
reducidos los norteños de Quintanamaría y Pajares, por citar solo algunos.
Sirvan
las reflexiones anteriores como marco para situarnos en dichos cementerios de
la Repoblación excavados en roca, monumentos singulares que tanto nos llaman hoy
la atención, que sirven como reclamo turístico y que tantas interrogantes pueden
plantear al visitante curioso, como es el caso de quien suscribe. Lo veremos en
siguiente entrada.
Necrópolis de Santa María de Tejuela (Villanueva Soportilla). |
"Tumbas de los Moros", necrópolis en Quintanilla de Santa Gadea. |
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