Apenas un puñado de hojas resisten como testigos del otoño. |
FOTOGRAFÍAS: Moral de Revenga (Tomadas en noviembre de 2024
Quise fotografiar el moral de
Revenga en su versión otoñal, que es cuando se viste de amarillo y ofrece una
de sus más bellas versiones, por no decir la más bella, pero por una causa y
por otra lo fui dejando, y cuando por fin pude visitarlo, hace apenas tres días,
ya era demasiado tarde, pues apenas un puñado de hojas escondidas podían verse a
resguardo de su inmenso y arrugado tronco. He dicho viejo y arrugado, aunque también
podría haber dicho anciano y decrépito, ya que, para que os hagáis una idea,
queridos amigos de este Cajón de Sastre, el moral necesita ahora media docena de
gruesos postes para sujetar tan solo una de sus ramas, la principal. Han pasado
siete años desde mi última visita. Entonces todavía el árbol, creo recordar, no
usaba cachava para mantenerse en pie, pero hoy necesita no una, sino seis. Los
siglos le pesan, y por eso los vecinos de Revenga, quizá pensando que su monumental
moral ha de durar tanto como su iglesia románica, pues creen que ambos son
hermanos y que nacieron y plantaron al mismo tiempo, hacen lo posible para
mantenerlo erguido y con cierta dignidad.
La inmensa Rama de la Fuente necesita hoy seis cachavas para sostenerse |
Se fueron las hojas amarillas. Otro otoño ha de venir, espero. |
Sobre el gigantesco y viejo moral de Revenga escribíamos en el verano de 2015:
En 300 años no quedará un
solo árbol en el planeta, nos lo acaban de decir los que estudian y saben del
tema. La demoledora y creíble noticia está caliente aún, como recién salida del
horno, y nos ha golpeado donde más debe dolernos. Por eso me ha parecido
oportuno traer hoy aquí, a modo de homenaje a nuestros bosques y arboledas, un
nuevo monumento vegetal de los numerosos que atesoramos en Burgos, un ejemplar
singular más que acompañará a los muchos que llevamos ya guardados en este
Cajón de Sastre. Se trata del viejo moral de Revenga, otro de los que crecieron
al amparo de las iglesias y ermitas de nuestra provincia, románicas o góticas.
Un desvencijado y retorcido árbol que acabo de descubrir, que se resiste a
morir y que durante siete siglos ha abastecido de moras al campo de Muñó y
aledaños. Se le conoce como El Moral, sin más sobrenombres, aunque algunas de
sus hijas-ramas, tres, que llegaron a ser descomunales, pero que ya cayeron por
su peso y volumen, fueron merecedoras de nombres propios; Rama de las Campanas,
llamaban a la que se dirigía hacia el campanario; Rama de la Fuente, a otra que
se enfilaba, desafiando la gravedad, hacia el venero, y Rama de las Tralleras,
a la que no producía moras, quizá por su juventud y múltiples ramificaciones
venosas.
De Presencio, de Ciadoncha,
de Villaverde, de Villafuertes, de otros pueblos de la zona, se acercaban a
partir del día de Santiago para hacer acopio de moras del famoso moral de
Revenga, que no sabe que dentro de tres siglos ya no existirá.
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