Ruinas del castillo de Torregalindo y otra cosa. |
Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.
sábado, 29 de marzo de 2025
CASTILLO MEDIEVAL Y OTRA COSA
miércoles, 12 de marzo de 2025
LA MONTAÑA CAÍDA DE VALDECONEJOS, EN ROS
La Montaña Caída de Valdeconejos. |
Camino de Valdeconejos. Al fondo puede verse La Montaña Caída. |
FOTOGRAFÍAS: Montaña Caída en el término de Ros (Tomadas en febrero de 2025)
El derrumbe de La Montaña Caída de
Valdeconejos pudo suceder por el día, pero también por la noche. Personalmente más
me inclinaría por esto último, pues siempre he tenido la impresión (no entiendo
por qué razones) de que cuando se desploma y desgarra una montaña, o se mueve o desplaza
la tierra en lugares solitarios y apartados de los núcleos de población, lo
hace con nocturnidad y sin testigos, salvo las aves nocturnas que posan cerca (Deslizamiento de Tamayo). No es
muy científica esta apreciación, lo sé y me disculpo. En cualquier caso, fuera por
el día o fuera por la noche cuando la montaña colapsó, nadie podría haber oído
el estruendo que debió producirse, de tan alejada como está de Ros (el lugar
poblado más cercano) y dada la existencia de montañas y vallejadas que se interponen en el eco.
Consultadas las personas más mayores de dicho lugar, nadie supo decirme ni la
fecha ni el momento exacto en que se produjo el derrumbe. Hay coincidencia, eso
sí, en que debió tener lugar a finales de los años setenta del siglo pasado,
entre 1977 y 1979.
Fácil de imaginar es que tuvo que
ocasionar gran ruido, dada la magnitud del “pedazo” de montaña desprendido,
cuya huella vemos hoy como si hubiera ocurrido hoy el derrumbe. La blancura del descarnado resultante es bien visible y a gran distancia pues contrasta con el gris del
resto de la montaña.
Lo que hoy se conoce como La Montaña Caída
(quizá antes del suceso geológico no recibiera nombre alguno) era hasta el momento de su derrumbe un
lugar rocoso refugio de pastores con sus rebaños. Al parecer había oquedades
suficientes para el cobijo, así como también grietas profundas en la base, lo que,
sumado al reblandecimiento de la capa margosa en que se sustentaba la capa de piedra, a consecuencia de que los años citados fueron muy húmedos, propició el colapso.
No sé a vosotros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, pero a mí lo que de verdad me impresiona de este suceso es el momento preciso del silencio violado cuando se rompe la montaña, sobre todo si los únicos testigos de ello pudieron ser las estrellas y los búhos; hay algo mágico y a la vez tétrico en él que me produce emociones profundas. Siento que la tierra tiene su propia autonomía, que, sin nuestra colaboración, puede modificar cuando quiere la virginidad del paisaje de siglos que nos fue tan familiar, con crudeza y en tan solo un instante, en realidad, algo parecido a lo que ocurre con los terremotos.
Sobre tan peregrinas y telúricas ideas meditaba cuando, por
el camino de Valdeconejos, iba acercándome en soledad a la Montaña Caída de Ros.
lunes, 3 de marzo de 2025
LA FUENTE BÚNKER DE VILLASILOS
Impresionante arca de la Fuente Vieja. |
FOTOS: Fuente Vieja de Villasilos (Tomadas en febrero de 2025)
Solo
un hilillo de agua sale por su único y diminuto caño. Debió haber otro, o incluso más caños, más
nobles, pero aquellos desaparecieron y ahora son solo un vago recuerdo. La Fuente Vieja de Villasilos se
ha cansado, el agua encerrada debe bañarse en la pecina que debe inundar y
obstruir su interior. Nadie, en muchos años, se ha metido dentro de esta arca,
y aunque alguien quisiera meterse para limpiarla, ¿por dónde lo haría, si todo
es hermético? Es un bloque compacto cerrado a cal y canto, que más parece un búnker
o una tinaja atómica que una fuente. Me dicen que en un tiempo los vecinos de
Villasilos hacían cola en ella para proveerse de agua, y también que en épocas
de sequía la autoridad ponía candado a los caños por las noches con el fin de que ningún furtivo pudiera acaparar agua o vaciar el depósito. Es rara y original esta
fuente.
La frialdad arquitectónica del arca se intenta compensar, siquiera un poquito, con el adorno del frente. Apréciese la humildad del caño actual. |
martes, 4 de febrero de 2025
PERFORMANCE EN VILLAVETA (BODEGAS XI)
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Parcial de foto general. Mujeres y hombres, pañolones y sombreros, coloños y cestos para cargar uva, perros, y hasta un burro. Todo sirvió para dar verismo a la escena. |
FOTOGRAFÍA: Performance en las bodegas de Villaveta, de la convocatoria "Mi Pueblo es el Mejor". (fotógrafo desconocido pero que nos gustaría conocer).
Ayer volví a Villaveta, a ese pequeño lugar en el que, el 3 de septiembre pasado, refugiado en el coche con parte de mi familia, temí ser abducido y lanzado a la estratosfera como consecuencia de una descomunal tormenta, de vientos huracanados y torrencial lluvia, como jamás se había visto en el pueblo ni en su contorno. Seguro que lo recordáis, queridos amigos, pues os lo conté en este Cajón de Sastre al día siguiente, cuando la tormenta ya era solo un mal recuerdo. Quizá recordéis también que os hablé de las bóvedas de la iglesia del pueblo, que tanto nos maravillaron cuando se hizo la calma, obras dignas de una catedral y que parece increíble que se encuentren en un pueblecito tan humilde. Pero no es de esto ni de aquello de lo que hoy quería hablaros. He vuelto, digo, con mi compañera, a Villaveta, pues quería ver el rincón donde aparcamos el coche en aquella ocasión creyendo que en él íbamos a estar protegidos del ciclón. No fue así, no fue un buen refugio, ningún lugar en el exterior lo hubiera sido, tal fue la fuerza de la tempestad. En fin, todo aquello son truenos y agua pasada, y en esta nueva visita, al contrario que en la descrita, el sol fue generoso para con el pueblo, paseándose y sembrando de luz plazuelas, callejuelas y el imponente campanario palomar. Ello nos animó a pasear a nosotros también y a buscar el barrio de las bodegas (que no hay pueblo en los partidos de Villadiego y Castrojeriz que no tenga su propio barrio de bodegas, uno o incluso más). No hizo falta ir muy lejos, pronto, a las afueras, por el norte, muñones descarnados de adobe sobre un terreno alzado nos anunciaron que allí debía encontrarse dicho barrio. Como así fue. Aquellos muñones rojos parecían, en efecto, restos de bodegas derrumbadas, o por mejor decir, de los merenderos que hubo sobre ellas, aquellos donde un día se elevaron porrones y comieron arenques. Pero no todas las bodegas están hoy hundidas y enterradas, algunas hay, mochas y sin merendero, que mantienen sus puertas, lo que permite adivinar que su interior guarda la misma oscuridad y el mismo frío de los siglos pasados, además de algún vino churrillo haciendo edad. Otras pueden verse, muy pocas, sobre las que se han construido merenderos modernos de caprichosa arquitectura. Dar pasos sobre este campito, donde uno puede tropezar con las bóvedas camufladas por la hierba, es un riesgo hoy, pues los derrumbes están al acecho y puedes ser tragado al menor descuido y en cualquier momento.
Bueno,
y todo lo anterior, ¿para qué? ¿Cuál es el motivo de este introito y de esta entrada? Todo tiene
su razón de ser, amigos, os cuento. Tras nuestra visita a las bodegas, nos
acercamos a la plaza del pueblo, donde nos alegramos de que la cantina estuviera
abierta. Entramos, era buena hora para un café. Y allí fue donde saltó la sorpresa
de la mañana. En una de sus paredes vimos una fotografía enmarcada que tenía su
miga. Cuál no sería nuestra sorpresa al ver en ella a todo un pueblo reunido
delante de las bodegas que acabábamos de abandonar. La foto parecía corresponder a
una de las convocatorias anuales que en Diario de Burgos se hace cada verano con
el título de “Mi Pueblo es el Mejor”. En cada una de ellas los pueblos participantes
hacen lo que buenamente pueden para tratar de ser los “mejores”, creando
performances de todo tipo, a veces ciertamente interesantes. Este puede ser el
caso de Villaveta, que encontró la manera de recordar vendimias pasadas (aunque
no olvidadas), recuperar el valor de las bodegas y el costumbrismo ya perdido
en torno a ellas. Y así, ataviados con sombreros de paja y ropas de antaño durmientes
en los desvanes, y mostrando cestos y útiles de todo tipo necesarios para la
vendimia y transporte de la uva, los vecinos de la foto recrean un ambiente pasado
que conmueve. Llama la atención el hecho de que en la imagen solo aparezcan tres niños, el resto parece gente de cierta edad, sin duda personas que debieron conocer bien aquella vida de uvas no tan lejana.
Ahora
ya solo resta que los vecinos, hecho su cuidado performance, valoren y consoliden los testimonios de bodegas que
aún permaneces en pie para que su pueblo pueda seguir presumiendo de su pasado vitivinícola.
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Testigos añorantes de una actividad vitivinícola que hace tiempo se perdió. |
lunes, 27 de enero de 2025
UNA BODEGA MULTIUSOS (BODEGAS X)
Sobre una de las dos bodegas se construyó un merendero y un palomar |
Feliz año, amigos, y perdón por el abandono al que os he sometido. A ver si puedo abrir el Cajón, que seguro que habrá creado óxido por falta de uso. Uf, suenan los goznes, como en una película de terror, pero parece que va a haber suerte. ¡Ya está, el cajón, por fin, se ha abierto! A simple vista todo lo veo tal cuál lo dejé antes de las fiestas navideñas, o sea, como un totum revolutum de cientos de historias menores, muchas de las cuales ya tengo olvidadas. Heme aquí, pues, dispuesto a sumar contenido en este Cajón, mi particular archivo, que bien sabéis que es también el vuestro. Para ir aclimatándome, regreso a las bodegas para dar cuenta de un asuntillo relacionado que en su día me llamó la atención por su indudable valor etnográfico. Me refiero a una bodega antigua en Villangómez que, con el paso del tiempo, fue transformándose hasta convertirse en un edificio de usos múltiples. Primero (de eso hará una eternidad), fue un subterráneo del vino con todos sus pertrechos, una bodega con toda ley; después, el edificio se recreció para dar lugar a un merendero, y más tarde, un poco más para alumbrar un palomar. De esta manera, lo que hoy vemos ha de llamarnos la atención, pues nos habla de cómo, a veces, las necesidades agudizan el ingenio. Por lo que me fue contado, la bodega, con su eclecticismo popular, sufrió dichas transformaciones hacia la mitad del siglo pasado.