Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

jueves, 4 de diciembre de 2025

CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II). SEGUNDA PARTE, SEXTA ENTREGA


CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II). 

SEGUNDA PARTE, SEXTA ENTREGA


LA MAGIA DE SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS 

Vista parcial de San Cristóbal de las Casas.

El hechizo de una calle colonial en San Cristóbal de las Casas.
Al fondo se aprecia el volcán apagado Huitepec.


Iglesia de Santo Domingo de Guzmán, puro arte colonial. 


LA MAGIA DE SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS

LA MAGIA DE SAN CRISTÓBAL DE LAS CASAS

Antes de seguir adelante en estas memorias, antes de llegar a San Cristóbal de las Casas, nuestra próxima estación, y por si todavía no había quedado claro, creemos oportuno el siguiente apunte: en nuestro ya largo periplo mexicano llevamos vistos ciudades maravillosas y lugares increíbles difíciles de olvidar, tanto por sus bellezas naturales como por las arquitectónicas y su huella colonial. Pero siendo todo ello el motivo conductor de nuestro viaje nos faltaba algo por aclarar en las memorias precedentes, y es la coincidencia y el hecho de que todos los lugares visitados fueron relevantes para la Independencia de México. Sin haber programado para nuestras visitas esta circunstancia histórica, fuimos a dar a lugares emblemáticos como Guanajuato (“Alhóndiga de Granaditas”), Dolores Hidalgo (“Grito de Dolores”), San Miguel de Allende (“Fragua de la Independencia”) y Santiago de Querétaro (“Cuna de la Independencia”), todos ellos con algún acontecimiento histórico sobre sus espaldas y que tienen que ver con dicha Independencia. Así, bien podría decirse que, sin haberlo pensado ni esperado, hicimos lo que bien podría llamarse “Ruta de la Independencia”. Así fueron y así son las cosas.


 Dicho lo anterior situémonos ahora en San Cristóbal de las Casas, lugar al que llegamos después de aterrizar en Tuztla Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas. San Cristóbal, que en el momento de nuestra llegada ya lucia catrinas y altares para el día de muertos por cada rincón de la ciudad, es una de los muchos “Pueblos Mágicos” de México, y bien que se merece este título, aunque no sea pueblo, sino ciudad. La mayor parte de esta conserva la autenticidad colonial de siglos pasados. Tan es así que costaría creer que en los tres siglos precedentes su disposición y arquitectura fueran distintos. En este sentido, San Cristóbal, población más importante de la región Los Altos de Chiapas, parece una ciudad dormida en el tiempo. Y sin embargo está llena de vida, con inusitado movimiento de gente, foránea y autóctona. Quizá uno de sus atractivos más llamativos sea eso, la mezcla entre turismo (que lo tiene, y mucho) y la población mestiza e indígena, lo que conlleva una interesante mezcla de lenguas, fundamentalmente el castellano, el inglés, el tzotzil y el tzeltal; las dos últimas son voces mayas que se escuchan por doquier en los maravillosos andadores del centro y en los coloridos y abigarrados mercados, lo mismo en los de tejidos tradicionales mayas que en los de alimentación; los mercados son en sí mismos un espectáculo, un microcosmos vibrante y laberíntico donde  uno siente la necesidad de llevar brújula para no perderse.


Na Bolom, uno de los muchos y bellos patios de San Cristóbal de las Casas. 

Andador en San Cristóbal de las Casas bajo la luna llena.


Bien sabido es que San Cristóbal de las Casas es famosa hoy en el mundo entero por lo que tiene de relación con el movimiento zapatista. De hecho, mucha gente y de muchas partes acude a este lugar atraída quizá por un ideal romántico y por lo que significó y significa el alzamiento indígena y revolucionario del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, que en 1994 incluso llegó a tomar la ciudad. Pero de esto hay mucho escrito. 


Antifaz zapatista en un muro de San Cristóbal. 


Milagro debe ser cómo se las apañan los voltios
sancristobalenses para ver 
qué camino tomar. 


Colorido en un mercado de San Cristóbal de las Casas. 


San Cristóbal de las Casas es una ciudad lejana, muy lejana con respecto a nuestro Burgos, pero después de tantas veces como la hemos visitado, por lazos familiares, la sentimos cercana, entrañable y un poco nuestra, y por eso tratamos de conocerla mejor que al resto de ciudades que hemos visitado. Podría ser larga la lista de motivos y atractivos susceptibles de ser disfrutados en esta bella ciudad, queridos amigos de este Cajón de Sastre, entre ellos las iglesias y patios coloniales, pero ya que habíamos de tener en ella algunos días de estancia, y que muchos de esos motivos ya los conocíamos y habíamos publicado, pudimos permitirnos hacer visitas que con las prisas del turista son más problemáticas de hacer, como por ejemplo la que hicimos a la Gruta del Mamut, situada a 7 kilómetros de la ciudad. Este monumento natural, de proporciones gigantescas, se localiza junto a un río en un parque habilitado para solaz de los sancristobalenses, es de proporciones gigantescas y es perfectamente visitable. Esta excursión nos trajo el recuerdo de otra de la misma naturaleza que en 2016 hicimos al apagado volcán Huitepec, montaña icónica que por el poniente domina y protege la ciudad de San Cristóbal; “Montaña de colibríes” y “Bosque de niebla”, recibe como seductores nombres traducidos de lengua indígena. Una maravilla natural, amigos, con impresionante biodiversidad. En definitiva, dos paseos totalmente recomendables para quien quiera escapar del bullicio de la ciudad. 



Coladas estalagmíticas en la Gruta del Mamut
. . 




En la selva del Huitepec

 Próxima entrega: entre San Cristóbal y Tuxtla Gutiérrez 

domingo, 30 de noviembre de 2025

CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II). SEGUNDA PARTE, QUINTA ENTREGA


Majestuosa catedral de México construida sobre ruinas aztecas.


CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II). 

SEGUNDA PARTE, QUINTA ENTREGA

 

DANZANTES EN EL ZÓCALO 

Abandonamos Santiago de Querétaro y seguimos la ruta que teníamos programada en un cómodo camión (ya se ha dicho que a los autobuses se les llama camiones en México). Los autobuses mexicanos son muy espaciosos, dispuestos con gran confort; guardando oportunas distancias, nos recordaron a los ómnibus de Argentina que tuvimos ocasión de disfrutar en 2003, cuando nos movimos de Posadas a Buenos Aires. “Cruceros del Norte”, llevan por nombre. ¡Qué maravilla! En aquel tiempo -y creemos que nada habrá cambiado hoy-, los asientos se hacían cama extendida; por la noche te daban manta y almohada para dormir, también te servían cena, alguna bebida espirituosa y golosinas de la Argentina (alfajores podían ser); y cuando despertabas, ya amanecido, notabas que el aroma del café se había adueñado del ómnibus; te servían un desayuno más que aceptable, cruasán incluido. Todo lo cual, queridos amigos, te hacía sentir como en casa. (Igualito que por acá). 

Pero a lo que íbamos. Los autobuses [camiones] de gran recorrido son también muy confortables en México, y en ellos los viajes se hacen placenteros. Su moderada velocidad, te permiten ver y disfrutar el paisaje, al contrario que en los AVE´S de ahora, en los que apenas si te da tiempo a ver nada pues las imágenes pasan a la velocidad de la luz. Quizá Ir en AVE no signifique viajar, sino desplazarse con rapidez el que vive con prisa. 


REVIVAL DE DANZAS ACESTRALES PREHISPÁNICAS 

Había algo de mágico en aquellas danzas al anochecer.


Atavíos de otra época.  

Se echaba ya la noche cuando, tres horas después de haber salido de Santiago de Querétaro, llegamos de nuevo a Ciudad de México. Dejamos las maletas en un viejo y céntrico hotel, cerca del antiguo Palacio de la Inquisición, lo que nos permitió acercarnos sin ningún esfuerzo al Zócalo y disfrutar del ambiente nocturno en esta gran plaza que, todo hay que decir, siempre depara alguna sorpresa. En este sentido fuimos afortunados, pues hicimos nuestra entrada cuando dos grupos de danzantes (danzantes porque danzaban), ataviados a la usanza prehispánica, algunos con plumajes y en paños menores, ejecutaban bailes que bien podían parecerse a los de distintos pueblos que había en el territorio antes de la “Conquista”; y a la vez que unos bailaban, había quienes hacían sonar grandes caracolas y quienes quemaban sahumerios varios, cuyos humos y aromas se expandían por la plaza y nos envolvían. Disfrutamos del momento. Creímos que se trataba de una reivindicación de cultura patria y de un tiempo perdido, de un intento de recuperar un folklore salido de las ruinas de Tenochtitlan o de los murales mayas de Bonampak, por citar algún ejemplo imaginario. Aunque, quizá fuera otra cosa. Y mientras aquellos bailes se producían en el Zócalo, la catedral y el impresionante Palacio Nacional (sede del Gobierno de México y con cinco siglos a cuestas), que tanto poder de la palabra han tenido, tienen y tendrán, eran testigos excepcionales y mudos. En nuestro paseo nocturno bajo dicho palacio nos imaginamos a la actual presidenta durmiendo ya en él (caso de que allí tuviera su residencia), o en vela, atribulada por la difícil tarea de dirigir un país cuatro veces España y de cerca de 130 millones de almas. ¡Ahí es nada!                                   .             


Palacio Nacional, sede del Gobierno de México.

Ya con la plaza casi vacía, con el recuerdo del volteo y estruendo de las poderosas campanas de la catedral en la hora del ángelus, en un paseo por las bóvedas un día de 2016, nos retiramos al hotel. En pocas horas habríamos de tomar el avión a Tuxtla Gutiérrez para de allí continuar a San Cristóbal de las Casas. Nuestro próximo y más estable destino.

Próxima parada: San Cristóbal de las Casas

domingo, 23 de noviembre de 2025

CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II). SEGUNDA PARTE, CUARTA ENTREGA

 

Bello patio en el Museo del Calendario (Santiago de Querétaro). 


CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II).  

SEGUNDA PARTE CUARTA ENTREGA


UN INCIDENTE INFORMÁTICO. 

SANTIAGO DE QUERÉTARO (PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD)

En la ruta mexicana que llevamos deberíamos ahora detenernos en Santiago de Querétaro y saborear con imágenes otro de los lugares emblemáticos y programados en nuestro periplo. Pero un incidente con el ordenador, que no nos permite abrir muchas de las fotografías que nos trajimos en la mochila de los recuerdos (unas sí y otras no), va a trastocar o entorpecer la dinámica que llevábamos. Y es que, estaréis de acuerdo, queridos amigos de este Cajón de Sastre, en que sin imágenes lo escrito quedará huérfano, de tan imprescindibles como son para reflejar el color de la memoria y el atractivo de los lugares que visitamos. Nada hay que supere a las fotografías, por muchos juegos florales que pretendiéramos hacer.


(En un aparte, queridos amigos, quiero haceros una confesión: desde hace algunos años mantengo junto al ordenador dos cartillas “contra las brujas”, de esas que se clavaban en los hogares de los pueblos burgaleses, como talismán protector para todo, ya fueran incendios, males de ojo o cualquiera otra desgracia. Las compré a las monjas cistercienses del convento Villamayor de los Montes por el irrisorio precio de 1 euro cada una (¡qué significaba un euro si tanto poder tenían!). En un primer momento pensé que las había comprado solo como recuerdo etnográfico, sin embargo, al poco, me pregunté: ¿y si sirvieran para protegerme contra los duendes del ordenador que tan malas pasadas, de vez en cuando (seguramente que por mi propia ineptitud), suelen jugarme? Pensado y hecho: desde entonces las tengo una a cada lado del ordenador.  Lo que no tengo claro es si me han servido de algo; no sé otras veces, pero, a lo que se ve, para este caso no han funcionado). 


 Pero volvamos al relato del viaje mexicano que nos lleva, que en estos momentos ya no podrá ser completo debido a las fotos “perdidas” que más deseábamos. Por esa circunstancia algunos lugares maravillosos de los que visitamos no estarán incluidos y desarrollados. Así, nos saltaremos gran parte del Santiago de Querétaro que conocimos, con su huella colonial, y que al contrario de lo que creíamos al organizar el viaje, no es la ciudad que habíamos imaginado o soñado, recoleta al estilo del San Miguel de Allende que dejamos atrás, qué va: se trata de una gran urbe de cerca de dos millones de habitantes; fue nuestra gran sorpresa (¡ay, la ignorancia!). De nuestra visita a esta ciudad del Bajío guardamos el recuerdo del Hotel Hidalgo, el primer hotel en fundarse (1825) en el estado de Querétaro, en el cual nos hospedamos y en el que el general Antonio López de Santana también se alojó en más de una ocasión (quién sabe si durmió en la misma habitación que la nuestra; probablemente eso nunca lo sabremos). Vaya, vaya, otra vez sale a relucir en esta bitácora dicho personaje, el general que acabó con los rebeldes texanos de la misión del Álamo. Algunos todavía nos estremecemos al escuchar el famoso “Degüello” del trompetista Manny Klein en la película El Álamo, de 1961.

No hemos podido abrir las fotografías de dicho hotel, ya ha quedado dicho, así como tampoco las de otro más imponente aún, el conocido como Hotel Casa de la Marquesa, bello y antiguo edificio virreinal con decoraciones de aire morisco; ni siquiera pudimos abrir las que hicimos del magnífico Teatro de la República, en sus principios conocido como Teatro Iturbide, el que tuvimos igualmente la fortuna de visitar en una salida nocturna. Los recuerdos, sin embargo, aún recientes, compensan la falta de imágenes y nos llevan a algunos episodios históricos que en el interior de este teatro se vivieron, y que nos contaron, como por ejemplo el hecho de que en él fuera enjuiciado y condenado a muerte, en 1867, el emperador de México Maximiliano I y que en 1917 se promulgara la Constitución de 1917. Datos de sumo interés en la historia de México, sin duda. 

Como guinda del pastel en Santiago de Querétaro visitamos su gran Museo del Calendario, situado en un edificio de estilo colonial con precioso patio. Se trata del único de estas características en el mundo y en el que se exponen cientos de ejemplares de los siglos XIX y XX. En esta magna colección se evidencia la evolución de la creatividad artística, tanto en sus aspectos históricos, etnográficos o publicitarios como en su diversidad tipográfica. En lo que aquí concierne, se da la circunstancia de que entre el naufragio de las muchas fotografías que no nos ha sido posible abrir, hay dos solitarias que sí se muestran, dos náufragas que son las únicas visibles en esta entrega.

No haría falta decir que si en algún momento pudiésemos abrir en su totalidad la colección estaríamos encantados de insertar las fotografías que más convengan para este relato, respetando el texto en su actual composición, pues sería como una anécdota más en el camino que seguimos.

 


Exposición permanente en el Museo del Calendario, en Santiago de Querétaro,


ADENDA FOTOGRÁFICA:

Apenas han pasado cinco días desde que insertamos esta entrada en nuestra bitácora, cuando, por mediación de expertos, hemos podido tener acceso a las fotografías que en su momento no pudimos abrir. Permitidme, queridos amigos de este Cajón de Sastre,  que sea ahora y de esta manera, no muy ortodoxa,  cuando dichas fotos vean la luz. Aquí van y que las disfrutéis. 


Casa colonial con bello balcón esquinero frente al Teatro de la República. 


Calle de Querétaro. Arquitectura urbana colonial. 


Hotel Casa de la Marquesa, magnífico edificio virreinal en Querétaro.  





Teatro de la República en Querétaro.
En él tuvieron lugar importantes 
acontecimientos históricos.

 

martes, 18 de noviembre de 2025

CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II). SEGUNDA PARTE, TERCERA ENTREGA


CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II). 

SEGUNDA PARTE, TERCERA ENTREGA


 

Hacienda de beneficio al pie de mina, hoy convertida en museo y donde
la piedra se transformó en metal precioso. 

Exvoto que recuerda la inundación de una mina en Guanajuato. 
Los mineros iban desnudos. 


LA OSCURIDAD DE LA PLATA 

Como despedida de Guanajuato visitamos testimonios de las minas, las que dieron y dan personalidad a esta ciudad. Descendimos a las tinieblas de una de ellas, perteneciente al complejo de La Valenciana, guiados por un jubilado que, a sus 70 años corridos, roto de piernas por tantos años de trabajo en la mina que ahora enseña, ayudándose con la cuerda-guarda que alivia hoy a los turistas, baja con mucho esfuerzo, uno a uno, los pronunciados escalones, afortunadamente ya sin llevar ningún cargamento a la espalda. Quisimos ver el brillo de la plata en las paredes y solo vimos en ellas hombres desnudos, oscuridad y lamentos de siglos de explotación, minera y humana, solo eso. Quizá el filón se encuentre hoy en profundidades cercanas al infierno, en las que probablemente no habite San Cayetano, especie de protector de los mineros guanajuatenses a cuya devoción se levantó, arrimada a las minas y con gustos churriguerescos, una suntuosa iglesia que causa hoy admiración. La misma iglesia que visitamos de nuevo, al día siguiente, cuando emprendimos viaje a Dolores Hidalgo, en una de las típicas “combis” que hacen trayecto turístico de ida y vuelta de Guanajuato a San Miguel de Allende.   



Iglesia de San Cayetano, un santo protector para los mineros. 


DOLORES HIDALGO Y SU GRITO

     El trayecto a Dolores Hidalgo fue de lo más entretenido, sobre todo para el que le gustaran las rancheras, aquellas que, a todo trapo, no dejaron de sonar durante  toda la ruta. Las rancheras es un patrimonio mexicano que todos conocemos, y que tienen en José Alfredo Jiménez uno de sus más famosos y queridos exponentes. En realidad, visitar el colorido mausoleo de este compositor y cantante era uno de los motivos de la visita a Dolores Hidalgo, además de la iglesia parroquial desde cuyo atrio el cura Miguel Hidalgo lanzó, en 1810, su famoso “Grito de Dolores” con el que se inició la guerra de la Independencia. Al parecer y según describen algunas crónicas, su grito fue: ¡Viva la Virgen de Guadalupe! ¡Abajo el mal gobierno! ¡Viva Fernando VII! Es la Historia, amigos, por eso Dolores Hidalgo es considerada “Cuna de la Independencia de México”.  Así, pues, como los demás viajeros de la combi, visitamos también la monumental tumba de José Alfredo, donde parece obligado fotografiarse con sarape y gran sombrero charro, de ala ancha, por supuesto. Como así lo hicimos, ¡ándele!


                                        Parque en el centro de Dolores Hidalgo.
             Monumento a Miguel Hidalgo e iglesia en la que pronunció su famoso grito,
                                               el llamado "Grito de Dolores".





SAN MIGUEL DE ALLENDE, PATRIMONIO CULTURAL DE LA HUMANIDAD  


Bella arquitectura colonial en San Miguel de Allende.




EN SAN MIGUEL DE ALLENDE 

Finalizado el programa en Dolores Hidalgo, volvimos a la combi de las rancheras para seguir ruta, ya rumbo a San Miguel de Allende, una de esas ciudades de huella española con las que tanto habíamos soñado, que en el momento de su fundación recibió el nombre de San Miguel el Grande y que su actual apellido lo recibe del general insurgente Ignacio Allende, quien colaboró con el caudillo Miguel Hidalgo en el movimiento independentista.   

Se fue la combi con su música tras dejarnos en una ciudad que, en una primera mirada nos produjo grande emoción, por su bella arquitectura colonial, en la que destacan casonas e iglesias de fantasía y largas calles cuidadosamente empedradas y adornadas con buganvillas. No nos extrañó que, por este motivo, por la bonanza de su clima y por su existencia como pueblo tranquilo, en su día se le adjudicara el título de “Mejor ciudad del Mundo”, que fuera declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO y que haya sido elegida, como residencia temporal o fija por cierto turismo, fundamentalmente estadounidenses y canadienses, que, todo hay que decirlo, salen beneficiados también con el cambio de moneda.

Con todo, si hay algo que por su grandeza y espectacularidad llama la atención en San Miguel de Allende es su iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, monumental, neogótico e icónico conjunto que, si no fuera porque sabemos que no lo es, la confundiríamos con una catedral gótica de las famosas europeas. Haber tenido el privilegio de estar sentado en un banco una apacible noche en la plaza central de la ciudad, queridos amigos, admirando esta obra tan asombrosa, es algo impagable, mágico y un regalo para los sentidos y para la memoria.   

    

¡Cómo no enamorarse de San Miguel de Allende!


Parece gótico, pero es imitación, ¡bella imitación! 



Iglesia colonial de Nuestra Señora de la Salud con
espectacular concha. 



"EL CHARCO DEL INGENIO” 

         Antes de dejar San Miguel de Allende aún teníamos programada una visita al parque que llaman “El Charco del Ingenio”, situado a corta distancia, a orillas de la carretera de Querétaro (antiguo Camino Real) y que debe su nombre a una poza encajonada en una gran grieta por donde discurre un río, cerca de donde hubo un batán. Se trata de un extenso jardín botánico en el que se cuidan y exhiben toda suerte de cactus, además de otras especies protegidas de México, y “Un espacio de paz”, como lo bautizó el Dalai Lama en su visita de 2004. Caminar por alguno de los senderos establecidos es un atractivo más de los muchos recomendables en San Miguel de Allende que no nos quisimos perder.   


"Charco del Ingenio", una profunda garganta con salto de agua incluido. 


Charco del Ingenio, el jardín de todos los cactus.


Una vista del "Jardín Botánico el Charco del Ingenio".

Próxima parada: Querétaro, y más        

 



sábado, 15 de noviembre de 2025

CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II). SEGUNDA PARTE, SEGUNDA ENTREGA


El color, una característica de Guanajuato. 


Recoleta plaza de la ciudad minera.


SEGUNDA PARTE, SEGUNDA ENTREGA 

UN ENCUENTRO INESPERADO, EL ABRAZO DE GUANAJUATO 

   Hay ocasiones en que los encuentros entre personas, por sorprendentes e inesperados, tienen algo de especial, por no decir mágico. Esto podría decirse del que tuvimos en Guanajutao en el viaje que nos lleva. Lo cuento como sucedió. El Festival Internacional Cervantino, como ya se ha apuntado, entre sus muchas actividades había organizado distintos conciertos musicales, entre ellos el de Carmina Burana, que iba a tener lugar por la tarde en un escenario instalado junto a la célebre Alhóndiga Guanajuateña (de la que luego hablaremos). Este escenario, grande y semejante a los que vemos en televisión y que acogen los conciertos de grandes divas y divos, se me pasó por la cabeza que debía ser parecido a los que mi buen amigo Sergi Gras, catalán pero afincado en Burgos, organiza por el mundo para este tipo de eventos. Pensé en él. Pero no solo pensé, sino que se me ocurrió mandarle un saludo por guasap en el mismo lugar en el que me encontraba, tan lejos de nuestro Burgos. “Hola, Sergi, me encuentro en Guanajuato. Debajo de donde estoy hay un escenario enorme que me ha recordado a ti. Desde aquí te mando un fuerte abrazo”, algo así de escueto le escribí. Lo que no me esperaba es su pronta y sorprendente respuesta: “¿Estás de broma? Estoy de viaje en el autobús. Mañana estaré en Guanjuato para un concierto de Nati Pelusso”, me escribió. Ni que decir tiene que mi sorpresa fue tan grande como la suya. Sergi estaba haciendo el mismo viaje que un día antes hicimos nosotros y se quejaba del palizón que ello le estaba suponiendo, muchos atascos, muchas horas… Aun así, pese a su cansancio, quedamos para vernos y desayunar al día siguiente. Que fue así cómo, en la terraza exterior del Hotel Luna, en el centro de la ciudad mexicana, pudimos darnos un abrazo que, por sus especiales circunstancias, quedará para siempre en los anales de nuestra amistad. 


Fachada principal de la Alhóndiga de Granaditas. 


Patio de la Alhóndiga. Con la matanza pudo quedar inundado de sangre.  


 MATANZA EN LA  ALHÓNDIGA DE GRANADITAS, “EL PÍPILA”

         Entre los muchos lugares notables que pudimos ver en la ciudad de Guanajuato se encuentra su alhóndiga, conocida como Alhóndiga de Granaditas, un edificio cuadrangular construido en el siglo XVIII para almacén y comercio de granos, hoy convertido en Museo Regional. En realidad, se trata de una desmesurada construcción, con aires palaciegos, que, por su volumen, destaca sobre el discreto y hermoso caserío. El edificio tuvo gran protagonismo en la Independencia de México. Cuando las fuerzas insurgentes, al mando de Hidalgo y Allende, atacaron la ciudad, las realistas se refugiaron en este amplio y robusto recinto y detrás de ellas muchas familias europeas peninsulares. El asedio de los rebeldes, al no haber una rendición, terminó con la gran matanza llevada a cabo por “turbas enardecidas”, quedando el recinto convertido en un gran charco de sangre.  Son acontecimientos teñidos de historia y leyenda, queridos amigos de este Cajón de Sastre, dentro de los cuales destaca un personaje que tuvo especial protagonismo en dicho asedio. Conocido como El Pípìla, fue un minero partidario de los rebeldes que decidió el final de los refugiados en la alhóndiga. Se cuenta que, protegido por una gran losa, llegó hasta las puertas del gran edificio y las prendió fuego, permitiendo así el paso de los insurgentes. Como recuerdo de esta hazaña rebelde, y lo que pudo significar en la independencia de México, El Pípila tiene su monumento en un lugar prominente de la ciudad de Guanajuato, al que se puede acceder a través de un teleférico. Investigado a fondo, el tema podría dar para una película. Tendría lógica cinematográfica, y también cierta semejanza con la que los americanos del norte realizaron con el título de El Álamo, que recuerda un hecho histórico, el de los defensores de la misión de San Antonio en la guerra de la independencia de Texas, donde, tras el asedio de las tropas del general Antonio López de Santana, todos los texanos defensores murieron. Resulta extraño, ciertamente, que no se haya hecho película de los refugiados masacrados en la mencionada Alhóndiga de Granaditas, aquí queda la idea.  


En el fondo de la imagen se aprecia la escultura de El Pípila, con un brazo en alto, no sabemos si en plan arenga rebelde o portando una antorcha incendiaria.


miércoles, 12 de noviembre de 2025

CARTAS DE RELACIÓN DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II)


   

Imprenta popular y de calle en la capital mexicana.

CARTAS DE RELACIÓN, DE UN BURGALÉS EN MÉXICO (II)

SEGUNDA PARTE, PRIMERA ENTREGA

Decíamos ayer:

        "!¡Holaaaaaa! ¿Hay alguien ahí?... Silencio contenido. Ah, ya, me marché  a la francesa sin ni siquiera despedirme. Y hoy, vuelto de la Nueva España, que ahora dicen México, debo pedir humildemente perdón por el abandono del barco a sus señorías, pacientes amigos y navegantes en este carcomido arcón de sastre.    

    Sabida es la ambición de este cronista por contar eventos e historias que acontecieron a burgaleses más allá del Gran Mar, cosas de las que aquí dejamos constancia en el camarote Burgaleses de Ultramar.  Durante el tiempo que ha permanecido este bergantín al pairo, dímonos prisa en visitar regiones y en aprender de la vida de los nativos del Nuevo Mundo, que ya no es tan nuevo, cosas que intentaré, Dios mediante, trasladar para el conocimiento de sus mercedes. Digo ahora, que la llegada a la capital de los mexicas nos maravilló grandemente desde la carabela voladora en la que navegamos, pues fue tal la impresión que recibimos en el aire que su recuerdo permanecerá imborrable y para siempre entre nosotros. En las maniobras de arribo la quilla apenas si podía esquivar los tejados de la infinita ciudad  que se extiende más allá de donde alcanza la vista, en un vallellano rodeado de montañas lejanas tan grandes como nunca, antes, habíamos visto. Tomamos tierra el 17 de mayo de 2013, recibiéndonos en puerto familiares y amigos que antes que nosotros habían llegado a México, ahora llamada con el abrevio  DF. 

    Vano sería describir lo que navegantes más avezados que nosotros, reconocidos conquistadores, así cono cartógrafos, frailes y escribanos, reflejaron tan profusamente en sus cartas de relación sobre este basto territorio. Aun y todo, digo  a sus señorías que algún cabo suelto quizá pueda interesar a nuestros paisanos de Burgos".                  

   

        Eso decíamos ayer, que vino a ser un 10 de junio de 2013. Y lo que decíamos ayer, es válido para hoy, a 11 de noviembre de 2025, que es cuando comenzamos a resumir un nuevo viaje al Nuevo Mundo, el que nos ha permitido conocer otras maravillas del país hermano y querido. Prosigamos, pues, como si el tiempo no hubiera pasado, y vayamos descubriendo lugares y momentos de nuestro aventurero periplo. Nada que decir de la capital mexicana, siempre recibidora, que sigue tan grandiosa y en ocasiones tan hermosa, pero tan inabarcable y avasalladora como entonces, o quizá más.


GUANAJUATO 

         Salir de la capital mexicana no es tarea fácil, lo comprobamos cuando, ya en el camión (es la manera en que llaman los mexicanos al autobús), emprendimos ruta hacia Guanajuato, una de las ciudades coloniales que siempre soñé y desee conocer. Los atascos por la gran densidad de tráfico son exasperantes y para armarse de paciencia, pero al final se sale. Y es entonces, salidos y en ruta,  cuando uno comienza a ver la grandiosidad de un país varias veces más grande que nuestro terruño patrio. Comprenderéis, queridos amigos de este Cajón de Sastre, que en las cinco horas que dura el viaje hasta la ciudad minera de Guanajuato, a la sazón Patrimonio de la Humanidad, mis ojos no perdieran ripio de todo lo que iba apareciendo a izquierda y a derecha, en horizontes lejanos o más cercanos. Y así, iban llamando mi atención, sobre todo, la presencia de sierras montañosas que aplacaban las llanuras, espinazos en cuyas laderas nacieron pequeñas aldeas, solitarias y aplastadas, grises como el cemento. Seguía su ruta el camión, íbamos dejando territorios boscosos cuyas entrañas probablemente nuestros conquistadores no llegaron a conocer ni a pisar. Pequeños rebaños de vacas en las orillas, siempre con su pastor, eran signos de vida en esta parte del Bajío mexicano, como lo eran también exiguas milpas que, junto a la infinidad de ellas que veríamos después, nos recordaban el aforismo que retrata al país mexicano: "Sin maíz no hay país”. Y así, disfrutando de este paisaje, vino a romper las soledades Celaya, una población de cientos de miles de almas, de la que nada sabíamos pero que no era objeto de nuestro destino y por eso la dejamos de lado. No tardó mucho en aparecer la ciudad de Guanajuato, situada en un accidentado relieve y con el animado colorido de su caserío que tanto le caracteriza, con las montañas de las minas al fondo, minas de oro y plata que en algún momento de nuestra estancia teníamos intención de visitar. Desde la terminal de autobuses un taxi nos introdujo en el laberíntico y angosto callejero pasando por túneles-calle excavados en la roca, amplios y diversos pasajes que comunican distintas zonas de la ciudad (Los mineros guanajuatenses sabían de horadar las rocas y no debieron tener mayores dificultades en las excavaciones). Tiene muchos atractivos la capital del Bajío, los túneles-calle son uno de ellos. Pero cuando se visita por primera vez una ciudad Patrimonio Mundial resumir todo lo que ves en ella resulta una tarea extremadamente compleja. Para mayor suerte, coincidió nuestra visita con el Festival Internacional Cervantino, que nos dio oportunidad de asistir, en el maravilloso Teatro Juárez, a un concierto para orquesta y coros de Chaikovski, interpretada por la sinfónica de la Universidad guanajuateña y con Alexei Volodín al frente del piano. ¡Cómo olvidar! Acabábamos de salir de Burgos, como aquel que dice, y nos encontramos con semejante y extraordinario regalo en el otro lado del océano (gracias, Clara). Pero el prestigioso Festival Cervantino aún nos había de deparar más sorpresas, y no me refiero a las representaciones del teatro de calle, a dos de las cuales asistimos, sino a un curioso encuentro. Lo veremos en próxima entrega.

 

Guanajuato, una explosión popular de colores.
Al fondo, las montañas de oro y plata que le dieron fama. 


Guanajuato merece ser contemplada por la noche. 



Universidad blanca de Guanajuato. 

Bóveda del Teatro Juárez con aires de Oriente.

"El infinito en un junco",
Merecido homenaje en un banco callejero
de Guanajuato.