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Cerro de Villaldemiro con iglesia y bodegas |
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Cerro de Moradillo de Roa con iglesia y bodegas |
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Cerro de Castrillo Solarana con iglesia y bodegas |
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Cerro de Avellanosa de Muñó con iglesia y bodegas |
FOTOGRAFÍAS: Cerros de Villaldemiro (2025); Moradillo de Roa (2025); Castrillo Solarana (2024); y Avellanosa de Muñó (2025).
Por
regla general, cada pueblo donde se cultivó y obtuvo vino tiene su cerro y en su cerro
una iglesia, y en las laderas del cerro, bodegas. Sin un cerro, algunos pueblos no
tendrían bodegas, quizá ni iglesia, y quizá ni existirían. El cerro es de
origen geológico, la iglesia nace en el alto por influencia y vocación divinas, y
las bodegas por necesidad alimenticia. Pero siendo esto así, cabe preguntarse: ¿Qué
fue antes, las bodegas o la iglesia? Lo más probable es que fuera esta última, pues
teniendo origen medieval, los pueblos nacieron con algún monje o eclesiástico
al mando y no era cosa de, una vez elegido el lugar para el asentamiento, retrasar
las alabanzas a Dios en lugar cerrado. Hecho el templo, y vista la necesidad de
obtener y conservar el vino, a continuación, el vecindario debió empezar a horadar los
cerros hasta convertirlos en laberínticos y apretados subterráneos. Todo esto
parece de Perogrullo, diréis, pero me da pie para ofreceros, queridos amigos de
este Cajón de Sastre, algunas imágenes en las que bodegas e iglesias, por estar tan cercanas unas de otras, parecen inseparables.
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