FOTOGRAFÍA: Villalta.
De Ecos de la lluvia y el aire
EL PANADERO DE LA NIEVE
El panadero de Pesadas se levanta cuando más arrecio en medio de la ventisca. Todavía el cielo resplandece negro y es la hora en que el páramo se ilumina de desolaciones blancas. Lo sé, Aire, no hizo falta que el gallo rompiera el silencio de la noche, el panadero de Pesadas tiene su tiempo comprometido con el servicio y calienta ya su tahona solidaria, hornea masas cada vez menores para despoblaciones cada vez mayores. Pronto se enfrentará al desierto frío que esconde aldeas agónicas. Junto a hogazas y barras llevará también la pala, le servirá de remo, sabe que en cualquier instante puede quedar varado en el oleaje de Tamarizos, la pala le ayudará en el naufragio. Los sobrevivientes del páramo esperan su panificadora presencia, como se espera la luz del día: dos barras en aquella aldea de las chimeneas muertas, ninguna en el pueblo arruinado, una en el que viven solo dos, otra en el que agoniza uno... Es su obra buena de los miércoles y viernes.
De mis paseos por el páramo
Agosto de 2006
LA CAMIONETA MÁGICA
Es el otoño, Lluvia, he despertado. Por fin llegó el tiempo de mis sonidos más fieros. Escucha cómo vengo desde la Ulaña por el camino de la fuente romana, aullando con fuerza por las esquinas de las bodegas. Ya te siento, Aire, también yo he de entrar pronto en acción, vuelve tus ojos de poseso atrás y verás cómo oscurezco en lontananza los montes de Europa. Pronto los héroes sobrevivientes se ocultarán en sus casas, abandonarán las sombras del mediodía, la frescura de los últimos verdes, y podremos oír el murmullo de las voces calladas en las horas de las callejuelas vacías. Sienten, Aire, nuestra presencia, son volubles, interesados, unas veces nos quieren y utilizan y otras nos odian. Y eso que tú les venteaste la parva en el verano, y eso que yo les llené la fuente de los siglos. Ya sólo los veremos a la llegada de las camionetas de reparto, o cuando, somnolientos de televisión, salgan en el atardecer de las 6 hacia la partida. Sí, Lluvia, la camioneta y la partida de naipes alivian sus soledades y les hace recordar y enfrentarse a sus caras escritas por el sol, por ti y por mí.
De mi visita a Villegas y Villamorón
mayo de 2006
El panadero de Pesadas se levanta cuando más arrecio en medio de la ventisca. Todavía el cielo resplandece negro y es la hora en que el páramo se ilumina de desolaciones blancas. Lo sé, Aire, no hizo falta que el gallo rompiera el silencio de la noche, el panadero de Pesadas tiene su tiempo comprometido con el servicio y calienta ya su tahona solidaria, hornea masas cada vez menores para despoblaciones cada vez mayores. Pronto se enfrentará al desierto frío que esconde aldeas agónicas. Junto a hogazas y barras llevará también la pala, le servirá de remo, sabe que en cualquier instante puede quedar varado en el oleaje de Tamarizos, la pala le ayudará en el naufragio. Los sobrevivientes del páramo esperan su panificadora presencia, como se espera la luz del día: dos barras en aquella aldea de las chimeneas muertas, ninguna en el pueblo arruinado, una en el que viven solo dos, otra en el que agoniza uno... Es su obra buena de los miércoles y viernes.
De mis paseos por el páramo
Agosto de 2006
LA CAMIONETA MÁGICA
Es el otoño, Lluvia, he despertado. Por fin llegó el tiempo de mis sonidos más fieros. Escucha cómo vengo desde la Ulaña por el camino de la fuente romana, aullando con fuerza por las esquinas de las bodegas. Ya te siento, Aire, también yo he de entrar pronto en acción, vuelve tus ojos de poseso atrás y verás cómo oscurezco en lontananza los montes de Europa. Pronto los héroes sobrevivientes se ocultarán en sus casas, abandonarán las sombras del mediodía, la frescura de los últimos verdes, y podremos oír el murmullo de las voces calladas en las horas de las callejuelas vacías. Sienten, Aire, nuestra presencia, son volubles, interesados, unas veces nos quieren y utilizan y otras nos odian. Y eso que tú les venteaste la parva en el verano, y eso que yo les llené la fuente de los siglos. Ya sólo los veremos a la llegada de las camionetas de reparto, o cuando, somnolientos de televisión, salgan en el atardecer de las 6 hacia la partida. Sí, Lluvia, la camioneta y la partida de naipes alivian sus soledades y les hace recordar y enfrentarse a sus caras escritas por el sol, por ti y por mí.
De mi visita a Villegas y Villamorón
mayo de 2006
En Salas de Bureba se esta cayendo un magnifico edificio que lo llaman la casa del cura pero que era una abadia que recogia los diezmos de los alrededores.Lo utilizan los de la asociacion del pueblo pero esta muy descuidado parte de un tejado esta caido y la hiedra se esta haciendo dueña de las paredes.El ayuntamiento ha mantenido dos reuniones con el obispado pero no lo quieren ceder solo lo alquilan y las obras de rahabilitacion las pagaria el arrendado.Prefieren que se derrumbe a que este en manos de otra persona o administracion.Lo mismo ocurrio con la iglesia de Bentretea un hombre de Terminon se intereso por restaurarla y hacer un museo etnografico pero le dijeron que solo se la alquilaban y las obras las tenia que pagar el.Todavia se encuentra en bastante buen estado el edificio de Salas pero por cuanto tiempo.
ResponderEliminarNo toda la culpa es del dinero debiera de haber una ley que obligase a la iglesia a desprenderse de los monumentos que no mantenga en buen estado si hay algun interesado en rehabiliarlo.
Conozco el edificio, Alberto, es uno más de larga lista de desastres del patrimonio que tenemos en Burgos. Estoy de acuerdo en lo último que dices. Y no sólo a la Iglesia, sino a todos los propietarios que tengan abandonado sus propiedades monumentales: léase palacios, casonas hidalgas, arquitectura singular y vernácula...
ResponderEliminarNo estoy en total acuerdo, en que un particular, deba desprenderse de su propiedad por muy arquitectura singular y vernácula que sea. Puede haber propietarios de edificios verdaderamente singulares, (por ejemplo: antiguos campesinos), que no dispongan de medios económicos para rehabilitar sus propiedades y se vean forzados, -muy a pesar suyo, pienso- a abandonarlas a su suerte, bien porque no encuentren un comprador, bien porque la Administración correspondiente, no contemple para estos casos ningún tipo de ayuda. En mi opinión hay que buscar una solución intermedia. Saludos.
ResponderEliminarPD: Las casas viejas, por muy singulares que sean, almacenan muchos recuerdos en sus paredes, no se puede así como así arrebatárselas a nadie y menos a un humilde propietario. Por cierto Elías, tu RICÓN LÍRICO, es fascinante, tanto por su estilo literario como por su temática.
Por casualidad he llegado a este interesante blog, se lo he recomendado a mi padre y tíos, son de Villalaín y Bocos.
ResponderEliminarEnhorabuena