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Cuesta me hizo. Alabado sea el Santísimo Sacramento, año 1686 |
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Fabricaron esta casa Francisco Fernández de la Cuesta y su mujer Ana Pérez Gil de la Cuesta y Segura, año 1724 |
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Cuesta me hizo |
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Cuesta me hizo, 1655 |
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Una ventana para el Santo Oficio |
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Jesús, María y José sean conmigo. Francisco García de Santa Coloma, Comisario del Santo Oficio |
FOTOGRAFÍAS: Ventanas en Huerta de Arriba (Tomadas en abril de 2015)
Buscaba un
roble gigante en las monumentales dehesas de Huerta de Arriba y los Tolbaños,
del que me habían hablado, y me salieron al paso una serie de ventanas con
escudo y leyenda, de cuya condición llevamos un buen número guardado en este
Cajón de Sastre. Debo decir que en un primer momento me sorprendió observar
tantas ventanas historiadas en Huerta de Arriba, y además con escudo, pues con
tales características me parecían más propias del Alto Ebro que de cualquier
otro lugar burgalés. Quedé sorprendido en un primer instante, ya digo, pues
pasar de repente del chip arbóreo que me llevaba al de la hidalguía castellana,
suponía un cambio para el que no iba preparado. Pronto, sin embargo, me di
cuenta de que estaba en campos de lana y trashumancia, y que aquellos alardes
en las ventanas debían recordar a los ricos mercaderes-ganaderos trashumantes
que debieron vender sus vellones a las fábricas de Ezcaray, Pradoluengo,
Canales y otras, y que llegaron a alcanzar la condición de hidalgo en los
siglos XVII y XVIII. Hoy, amigos
de este Cajón de Sastre, cuando veáis
estas ventanas blasonadas recordad a los pastores que marchaban con sus rebaños de miles a la Extremadura, donde pasaban los
meses de invierno dejando la sierra triste y oscura; recordad a los Mayorales, a
los pastores rabadanes, a los pastores zagales, a los pastores temporeros, a
los pastores compañeros... con sus mastines. Asomaos a estas ventanas y
recordad a todos los vecinos de aquel Huerta de Arriba trashumante, pues casi
todos se dedicaron a la guarda y custodia del ganado, salvo algunos
profesionales, como el herrero, el sastre, el zapatero, los tejedores, el
tabernero...
Entre las
que aquí dejo, donde se reconoce el apellido Cuesta, se encuentra la ventana central de una casona que perteneció al Comisario del Santo Oficio, Francisco García de Santa Coloma, seguramente relacionado también con el negocio de
la trashumancia.
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