Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 7 de junio de 2019

GRAFITIS EN SILLARES DE SALAZAR, QUINTANILLA VALDEBODRES Y PESQUERA DE EBRO


Precioso rincón urbano y casa del siglo XVI en
Quintanilla Valdebodres

Ventana con los sillares del recercado pintados

Dintel inferior pintado con toda suerte de motivos


FOTOGRAFÍAS: Sillares de Salazar, Quintanilla Valdebodres y Pesquera de Ebro (Tomadas en 2019)

De mis tiempos de explorador de cuevas, de eso hace un periodo geológico, recuerdo que una de las cosas que más me atraía cuando entrábamos por primera vez en una caverna desconocida y fósil era escrutar las paredes por si pudiera haber grabados o pinturas rupestres. Así de soñadores éramos por entonces, así de pretendientes a arqueólogos éramos también, quizá influenciados por los relatos de otros exploradores que nos precedieron y que tuvieron la fortuna de descubrir yacimientos subterráneos increíbles. La gran mayoría de las veces las paredes las encontrábamos inmaculadas, llenas de color quizá, aunque sin huella humana. Pero en alguna ocasión sí tuvimos la suerte de encontrarnos con representaciones prehistóricas que dormían su profundo y milenario sueño en alguna pared, en la total oscuridad. Por lo general, eran sencillos trazos, a veces indescifrables, hechos con un raspador, o esquemáticas pinturas en negro representando motivos que eran cruciales para la vida del “artista” cavernícola. Unas veces podía ser un antropomorfo sumamente esquemático dibujado con carbón, otras, alguna trampa para cazar o un torpe ciervo inacabado, sinuosas líneas semejando ondulaciones del agua o el simple tizonazo de una antorcha, por citar solo algo de lo que nos llegamos a encontrar. Grafitis de la Prehistoria llenos de sentido, aunque nada comparables con el supremo arte rupestre de Altamira o Lascaux. Pero incluso en su humildad representativa, los momentos que  nos hacía vivir cualquiera de estos descubrimientos eran de un impacto emocional indescriptible e imborrable.  Aún hoy lo llevamos escrito en la memoria como si fuera ayer.
Todo esto viene al hilo de haber localizado una serie de grafitis, mucho más modernos, en algunos edificios antiguos del norte de Burgos, grabados o dibujados en sillares preponderantes y de piel tan fina como un lienzo. Ellos me han recordado a las manifestaciones rupestres descritas, solo que aquellas se hallan ocultas en la oscuridad y estas a la luz del día y a la vista de todos.
En el caso de Quintanilla de Valdebodres resulta llamativo el hecho de que la mayor parte de los motivos pictóricos se encuentren en el dintel inferior de una ventana, desde luego un lugar incómodo para escribir, dibujar o hacer algo coherente; esto solo podría explicarse si para llevarlos a cabo quien o quienes los pintaron se ayudaron con una escalera, porque resulta en verdad difícil pensar que se hicieran desde dentro de la vivienda. El gran sillar bajo el alféizar se encuentra repleto de grafitis, entre los cuales abundan cruces, algunos pequeños antropomorfos, incluidos espadachines, y otros inclasificables, todo ello de aparente aspecto infantil. No hay ni una sola letra, ni un solo nombre, solo trazos y dibujos hechos con pintura roja (pintura roja como la utilizada en los vitores), lo que podría indicar que fueron hechos por algún niño o joven iletrado. Algo comprensible si se tiene en cuenta que el edificio que contiene esta ventana y este panel debe pertenecer al siglo XVI, o como más temprano al XVII.
Otros grafitis hechos en sillares hemos localizado en una casona del siglo XVIII en Salazar. Uno de ellos hecho a carboncillo o lapicero, con cierta calidad artística, pues luce un caballo encabritado de sorprendente realismo, lástima que el posible jinete que lo montaba se encuentre ahora enmascarado por una inoportuna pintura blanca. Más tosca es la figura de una persona barbuda (no se aprecia bien si es mujer u hombre), dibujada en negro en otro sillar con  posición vertical.


Caballo encabritado en un sillar de Salazar

Figura humana barbuda en otro sillar de Salazar

Igualmente, en Pesquera de Ebro, donde los buenos sillares todo lo impregnan, hemos visto representada la figura en negro de un cuadrúpedo acéfalo (tal vez un equino o bóvido), una representación de arte popular de difícil datación. 

  
Cuadrúpedo pintado en negro en un sillar de 
Pesquera de Ebro

Así, pues, los casos descritos y otros de los que ya dimos cuenta en su día (Gredilla de Sedano) no hacen sino poner de manifiesto que el hábito de grabar, pintar o dibujar en las piedras de las fachadas antiguas podría ser una costumbre hasta cierto punto normal, obligada quizá por la carencia de papel y lienzos en dichas épocas y en ciertas casas del medio rural.
Los sillares como lienzos. 
   
     

4 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo en que los sillares eran usados como lienzos, lo he visto en distintas provincias, tras capaz de encalado deben dormir muchos de ellos. Yo misma, me confieso, lo hice más de una vez. Repetimos actos del pasado, quizás los motivos no sean los mismos, pero sí que en el caso concreto de los niños, a pesar de los años trascurridos, hemos mantenido idéntica inquietud. Un saludo.

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  2. Tienes razón, Rosa, al decir que repetimos actos del pasado. En eso y en casi todo. La inquietud de escribir en las paredes ha continuado hasta hoy, no hay más que ver los muros de nuestras casas grafiteados por grafiteros hasta el infinito. Otra cosa son los motivos que llevaron a unos y llevan a otros para hacer sus representaciones,

    Gracias y un saludo

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  3. Ojala perduren siempre edificios como el de quintanilla valdebodres, así tendría que ser

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