Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 19 de febrero de 2021

UNA EXCURSIÓN SIN DESTINO

           

Callejón de las sombras


Puertas para dos estados, hoy tapiadas


FOTOGRAFÍAS: Traseras del monasterio de Oña. Fuente de Barcina de los Montes. Ermita de Tobera (Tomadas en febrero de 2021)   

             

Cuando uno sale de Burgos a la aventura, sin más pretensiones que escaparse de la ciudad en busca de libertad, sin programa alguno (“a la buena de Dios”, como decían los abuelos), está haciendo méritos para encontrarse con cualquier sorpresa. Es normal que así sea, sin un plan preconcebido y con tan solo una mirada al mapa (“pinto, pinto gorgorito”), la salida puede convertirse en un fiasco, pero también puede suceder que se convierta en algo memorable y digno de permanecer en el recuerdo de nuestras más curiosas vivencias. Una recientísima salida al norte (siempre el norte) el gorgorito nos llevó hasta Oña. Primera parada: la ventana abierta de un bar, antesala del famoso monasterio. Un lujo poder tomar un café en un día de restricciones coronavíricas contemplando en libertad la monumental fachada monacal. A continuación, paseo por las traseras del monasterio (hasta ese día para mí desconocidas), donde viejos y graves  caserones decimonónicos nos recuerdan tiempos de alojamiento psiquiátrico y nos sugieren películas tristes del género hospitalario. Un paseo por un callejón sombrío, entre edificaciones muy altas y sin arte alguno, con enormes ventanales de los que aún parecen salir voces del desequilibrio, nos produce profundo estremecimiento en el silencio. Bajo los ventanales, a pie de suelo, dos puertas tabicadas y oscuras dentro de un gran arco de medio punto, separadas por una especie de  parteluz, describen en pintura negra dos tipos humanos: Locos-Cuerdos. Dos grandes letreros, uno para cada puerta, uno para cada estado, parecen invitar hoy a una elección, pero no nos equivoquemos, el anuncio no es para nosotros, es para los que allí se hospedaron o trabajaron como sombras despistadas en un pasado no muy lejano; locos o cuerdos, cada uno de ellos, presumiblemente, debía saber la puerta a tomar. Hoy ya no estaríamos tan seguros, confundidos y embozados como nos tiene la maldita pandemia que se ha empeñado en hacer historia. Más adelante siguen los caserones y el sombrío, pero pronto, tras rebasar el ábside del monasterio y dos cementerios, se llega a los extensos jardines de intramuros, donde uno se olvida, o no, del escalofrío dejado atrás, el sol todo lo aleja.


Fuente pública de Barcina de los Montes 


En tiempos de pandemia toda precaución es poca


Abandonamos Oña y continuamos nuestro desprogramado viaje por la carretera de Penches, rumbo a saber qué lugar. Al salir de la negrura del pinar nos topamos con Barcina de los Montes. Allí algo llamó nuestra atención, y era la fuente pública situada en lo que parece la plaza del pueblo. En realidad, ya la conocíamos, de tantas veces como hemos pasado por este lugar. La recordaba porque tiene varias inscripciones grabadas en el pilar y por la figura tallada en piedra que lo corona. Digo que nos llamó la atención porque dicha figura, que se supone representa a Jesucristo, se muestra embozada, como todos nosotros hoy, queridos amigos. Alguien le puso una mascarilla quirúrgica en el rostro, probablemente alguien que no sabía que una figura tan elevada está por encima de virus, por muy contagiosos que estos lleguen a ser. Hemos visto muchos antropomorfos en los pueblos rellenos de paja a modo de espantapájaros humanoides y luciendo mascarillas, y tienen su gracia porque son reflejo humorístico del tiempo de pandemia que vivimos, pero la figura del Salvador embozado trasciende más allá de la caricatura.

Tras esta parada nuestra intención era subir por el Portillo del Busto, más que nada por ver desde las alturas el mar verde de La Bureba, pero el día se nubló y no prometía vistas de aplauso, de modo que nos dirigimos a Tobera. Allí nada defrauda, es uno de esos lugares de Burgos que cualquiera enmarcaría para tenerlo siempre cerca. Las cabras negras y de amenazadores cuernos que se aposentan hoy en medio de la carretera, son la novedad, no las conocíamos, ¿las habrán puesto allí los de “Información y Turismo” como servicio a fotógrafos y regocijo de turistas? Si es así, todo un acierto.


Guardianas de la ermita



¿Qué es lo que espera?


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