Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

lunes, 3 de abril de 2023

LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA (II). PRIMERA SEDA ARTIFICIAL EN ESPAÑA

Conjunto fabril en el desfiladero de Los Hocinos (Valdenoceda, circa 1920).
Primero fue fábrica de harinas, después fábrica de sedas artificiales,
 y más tarde sirvió como penal de presos, durante y después de la Guerra Civil.
(Foto: Vadillo. Archivo Provincial de la Diputación de Burgos),
 


FOTOGRAFÍAS: Fotos de época: Vadillo (circa 1920). Desfiladero de los Hocinos (2011).

PRIMERA SEDA ARTIFICIAL

     [...] A estas altura de la investigación sabía ya que en un primer término los caserones del Ebro fueron un importante centro de molturación harinera, y que posiblemente debido a la citada actividad textil desarrollada con anterioridad en Valdenoceda, después se convirtieron en en una fábrica de sedas artificiales. No obstante, la sorpresa mayor surgió cuando, revisando la hemeroteca de Diario de Burgos, localicé una gacetilla del 24 de julio de 1929 con el título "Una fábrica de seda artificial en Burgos", bajo el cual pude leer: "En realidad, la primera fábrica nacional de seda artificial ha sido la que instaló, y funciona actualmente en Valdenoceda de Villarcayo, la razón social Alday y Compañía. De modo que la primera fábrica nacional de seda artificial que ha poseído España ha cabido el honor de poseerla Castilla". El anterior texto se justificaba porque, según se informaba más adelante, había intención por aquel momento de trasladar la fábrica de Valdenoceda a Burgos. A este respecto, se decía  que "la Gaceta de Madrid de 20 de los corrientes nos trae la buena nueva de la autorización dictada por el Consejo de Economía a propuesta del comité regulador de la producción, por la que la Sociedad Alday y Compañía pueda trasladar la fábrica de Valdenoceda a Burgos". Así, con todos los datos obtenidos, decidí que era ya el momento de rastrear in situ el poso de la sedera en el valle de Valdivielso. De este modo, me trasladé a Quecedo, Ayuntamiento de aquella Merindad, con la esperanza de que allí habrían de darme pelos y señales de la histórica fábrica.  


Empleados de la fábrica de sedas de Valdenoceda (circa 1920).
(Foto: Vadillo. Archivo Provincial de la Diputación de Burgos).
 

     Qué equivocado estaba. Ni un solo documento sobre ella se conserva en ese Ayuntamiento. Pero la visita al pueblo de Los Cárcavos no fue del todo infructuosa:  Alcalde y secretario de la Merindad de Valdivielso me pusieron al corriente de cómo, durante los años de la Guerra Civil, e incluso algunos años después, la desmantelada fábrica y anterior molino se convirtió en un penal. Y no solo eso, me proporcionaron también nombres de personas mayores del valle que trabajaron en la seda y que podrían ofrecerme jugosas informaciones. He aquí alguna de ellas:  Gaspar Gómez, de 77 años y vecino de Quecedo, que podría instruirme sobre el tema del penal; Celestino de la Torre, de 95 años y vecino de Condado, que hizo portes con su camioneta para la fábrica; y Heliodoro Diego, de 92 años y residente en Valdenoceda, que trabajó durante nueve años en la hilatura de la sociedad Alday.    


Río Ebro y desfiladero de Los Hocinos, maravilloso paraje para la suavidad de la seda.


Testigos de la historia. 
Celestino de la Torre sacó su carné de conducir estando en la Guerra de África.  Con su camioneta ayudó a trasladar la fábrica de Valdenoceda a Burgos. 

     Por haber dedicado toda su vida al transporte, tanto de viajeros como de mercancía, el nonagenario Celestino de la Torre goza en el hermoso valle de Valdivielso de una enorme popularidad. Disfruta también de una envidiable salud y excelente humor, y afirma tener solicitado, "no se si me lo aprobarán", llegar a los cien años. Camino de ello lleva. Y es que, comenta ufano, "le voy a decir una cosa: yo he llevado a muchos  enfermos a los hospitales de Burgos, pero yo nunca he he hecho noche en ningún hospital".
     De su ajetreada vida como transportista, entre otros viajes "hacía el servicio diario entre Valdenoceda y Oña". Recuerda que "la  primera camioneta que se vio en el valle fue la mía; me costó 3000 pesetas y se la compré a a Quintanilla, en la calle de la Paloma de Burgos. El carné lo saqué en el año 21 (1921), estando en la Guerra de África". Precisamente, de su paso por el ejército  recuerda que "cuando el Desastre Annual, yo estaba pasando la mili en el castillo de Burgos, de donde me llevaron a Melilla. Allí estuve tres años,  en el Gurugú". Y del castillo de Burgos le diré que lo que más recuerdo es la cantidad de chinches que había y las subidas y bajadas al río Arlanzón para dar de beber a los mulos del cuartel".
     Celestino tiene, pues, tres temas fundamentales en su relato: la conducción, la guerra de África y la famada fábrica de carros de Condado, que perteneció a su familia. Tres recuerdos, tres pasiones. Y una más: su esposa, María Alonso de Armiño, que llegó de la Pampa Argentina y con la que lleva en matrimonio la friolera de 63 años. Por eso, de no ser reconducido en su discurso, difícil habría sido llegara la fábrica de sedas del Ebro, motivo de mi entrevista con él.  Así, a duras penas pude "extraerle" que se instalaría sobre 1918" y que "en aquel tiempo trabajarían en ella más de cincuenta operarios, todos ellos procedentes de los pueblos del valle". Explica, así mismo, que "la fábrica tenía un camión de ruedas macizas la con el que transportaba los productos. Yo mismo hice portes hasta Briviesca, de donde se llevaban a Barcelona; en incluso, cuando se desmontó la fábrica, ayudé a a llevar la maquinaria a Burgos, a la Azucarera". 


La fábrica de los Alday en Valdenoceda tenía cuatro telares.

                      
     Una cosa estaba ya suficientemente clara: la fábrica de sedas artificiales de Valdenoceda se trasladó a Burgos, a las antiguas instalaciones de la Azucarera, situadas junto a La Milanera. Esto me lo confirmó también Heliodoro Diego, natural de Condado y vecino del barrio de Enmedio, de Valdenoceda, que habiendo entrado a trabajar en la fábrica del Ebro a los 16 años, asegura que los caserones que ahora se ven "pertenecen a la fábrica de harinas y que después se aprovecharon para la de sedas"; y algo más: "En la fábrica, que tenía cuatro máquinas de hilar, se trabajaba a relevos, los hombres en tres turnos y compaginando con las tareas del campo, y las mujeres solo por el día". Tampoco había ya duda, a estas alturas de la investigación, de que la Sociedad Alday y Compañía, de Los Hocinos pasó a convertirse en la hoy  también desaparecida S.E.S.A (Sedera Española S.A.), de Burgos, la primera fábrica de importancia instalada en la capital y que tantas expectativas llegó a crear entre la clase trabajadora. 
     Heliodoro me había advertido de que con la marcha de la fábrica de Valdenoceda muchos obreros y obreras del valle que trabajaron en ella se fueron también a Burgos, una circunstancia que me hizo pensar en que tal vez sería más fácil contactar con obreros de la vieja fábrica en la capital burgalesa que en el pueblo de debajo de la Mazorra. Así, pues, decidí que el paso siguiente habría de ser la localización de jubilados de la S.E.S.A. en el Barrio del Pilar, allí donde todavía se alzan dos grandes chimeneas como testigos del azúcar y de la seda artificial.  

Continuará: 

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