Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

viernes, 31 de marzo de 2023

LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA



Vista en su conjunto de la desaparecida Fábrica de Sedas de Burgos (S.E.S.A.).
Grandioso dibujo realizado en 1942 por D`Abraira.
(Gentileza de Javier González de Durana Isusi)


            

FOTOGRAFÍAS: Dibujo de la Fábrica de Sedas (1942). Otras fotos, 2011.

     Con este título, en abril de 1995 publiqué en el extinto Diario 16 Burgos un reportaje sobre la historia y evolución de unos viejos caserones a orillas del Ebro, en Valdenoceda, y la importancia que tuvieron, primero como sitio molinar y más tarde como centro de producción de seda artificial. Fue publicado también en el libro de edición propia Burgos en el recuerdo II (1998). Y ahora, tras haber recibido recientemente por correo electrónico un grandioso dibujo, inédito y más o meno aéreo, de la ya desaparecida Fábrica de Sedas de Burgos (SESA), de la que se habla ampliamente en dicho reportaje, he creído conveniente reproducirlo, una vez más, en este blog, pensando en las muchas personas que pueden estar interesadas en el tema, incluso para las que no viven en Burgos, que de esta manera pueden tener más fácil acceso. 
(Dada la extensión del reportaje permítaseme reproducirlo en varias entregas)
 

LA RUTA BURGALESA DE LA SEDA (I)

     A la entrada del pintoresco desfiladero de Los Hocinos, en el término de Valdenoceda, existen, poco antes de de llegar al Puente del Aire, entre la carretera C-629 y el río Ebro, dos viejos caserones repletos de ventanas que siempre habían despertado mi curiosidad. Su presencia algo apartada del pueblo, y su arquitectura, aparentemente fabril, siempre me hicieron intuir que en ellos podrían haberse vivido acontecimientos de interés para la historia de Burgos. Nunca hubiera sospechado, sin embargo, que para seguir su rastro histórico habría de saltar de Valdenoceda al Barrio del Pilar, de la capital burgalesa, o que tendría que abrir página del capítulo  más negro de la historia moderna de nuestra patria.

     Todo comenzó una mañana de legajos y polvo decimonónico del mes de marzo pasado, en el Archivo Histórico Provincial. Trataba en aquella ocasión de recabar información sobre el balneario de Montejo de Cebas cuando cayó en mis manos una pequeña carpeta sujeta con estrechas cintas con los colores de la bandera republicana, en cuya tapa podía leerse: "Aprovechamiento de aguas para la Fábrica de Sedas Artificiales de Valdenoceda". 

     ¿Una fábrica de sedas en Valdenoceda? Al instante comprendí que aquella factoría debía estar íntimamente relacionada con los caserones de Los Hocinos. Emocionado, desaté los apretadísimos nudos de  aquel legajo de Obras Públicas, encontrándome con varios escritos. En el primeros de ellos, Ernesto Hattemberg, director y gerente de la Fábrica de Sedas Artificiales de Valdenoceda (Merindad de Valdivielso) propiedad de Alfredo Alday de la Pedrera, en "testamentería" se dirigía al gobernador civil de la provincia (mayo de 1925) para que fuera corregido un expediente de la Dirección General de Obras Públicas en el que, según el citado director, se presentaban como inexactos tanto la cantidad de agua aprovechada para el salto como la altura del mismo, que en realidad eran de 6. 000 litros por segundo y 3, 20 metros respectivamente.   

     No era  mucha aquella información, pero me pareció suficiente para iniciar las pesquisas sobre los caserones del Ebro. Y así, con esa primera y sorpresiva toma de contacto con la susodicha fábrica, prometí aquel día acercarme a Valdenoceda tan pronto como me fuera posible. No obstante, y en tanto surgiera aquel viaje, tenía varios puntos en Burgos para continuar la investigación.    



Río Ebro a su paso por el desfiladero de Los Hocinos.
Conjunto de lo que fue en un principio gran molino harinero
y más tarde fábrica de sedas artificiales.
 Se aprecian también las casas donde vivieron los obreros de la fábrica. 


            El gran molino del Ebro

     Acudí en primer lugar a mi inseparable Madoz, aunque, lógicamente, nada podía decir el desamortizador de una fábrica de sedas artificiales en Valdenoceda, ya que este producto comenzó a elaborarse en España a principios de este siglo. Menciona Madoz, eso sí, una "nueva fábrica de harinas con siete piedras capaz de moler 50.000 fanegas al año". Un buen dato este, pues con él creí despejada una primera e importante incógnita: el origen de los caserones.  

     La presencia de una gran fábrica de Harinas en Valdenoceda quizá se explique por la existencia de una corriente de agua importante como la del Ebro, pero también por la estratégica situación de dicha población, espléndidamente comunicada por los caminos de Burgos, Santander, Bilbao, la costa cantábrica y La Rioja, cuestión esta no baladí para la ulterior actividad de seda artificial que habría de desarrollarse en ella. 

    La molienda pudo haberse desarrollado en este lugar desde mediados del siglo pasado hasta, al menos, 1894. En este año aparece todavía citada la fábrica de Los Hocinos en un "Indicador General de la Industria de Burgos",  publicado por M. Velasco, figurando como su propietario Severino Arce. Era aquel un tiempo en el que Valdenoceda, con cuatro barrios, contaba con 225 habitantes, 139 más que en el momento de construirse el molino, y prácticamente los mismos que tenía su vecino Puente Arenas.   

     ¿Cómo surgió en este lugar de Valdivielso, hoy tan admirado por su paisaje y su arte, una fábrica de Sedas? Esa era la siguiente incógnita por desvelar. ¿Hubo tal vez antes en Valdenoceda alguna otra experiencia textil?  Esto solo podría ser contestado por E. Larruga en sus "Memorias Políticas y Económicas. 1785-1800". Y a fe que dicho historiador satisfizo mis expectativas. En su imprescindible obra pude averiguar que la vida textil en  los caserones citados no fue un hecho aislado en Valdenoceda, pues ya a mediados del siglo XVIII la Real Compañía Guipuzcoana de Caracas estableció en uno de sus barrios (Valdeviñas) una "fábrica de bayetas, mantas, barraganes, franelas, estameñas sargas, monfortes, cordellate, camelotes y otros géneros". Larruga describe que aquella fábrica contaba con "catorce telares corrientes en la que se empleaban 8 personas de todos los oficios", y que "para ella se edificó una casa nueva, sacándola de planta, de 28 varas de largo y 18 de ancho, con dos suelos;  otros para tinte, calderas, tinas y demás pertrechos; un batán sobre el río Ebro con dos pilas, cuatro mazos y canal de piedra de sillería; y un haspa que cogía cuatro madejas torcidas y 45 husos; una percha con sus baluartes y diferentes carros para la hilaza; repartiéndose estambre para hilar a la rueca en 25 lugares". 



Casona de la familia de la Garza en el barrio de Valdeviñas, de Valdenoceda.
En el siglo XVIII fue importante fábrica de tejidos.

Casona-fábrica en el barrio de Valdeviñas 
     
     Todo un complejo industrial, sin duda, aquel barrio de Valdeviñas, o de Arriba, cuyos productos en él elaborados  "utilísimos y muchos de ellos no fabricados todavía en España" eran enviados, en su totalidad, a la "provincia de Venezuela, su capital Caracas y Maracaibo". Por eso, por su gran importancia para el país, la Junta General del Comercio, reinando Fernando VI, dispuso que esta fábrica gozara de "franquicias y exenciones concedidas a las demás fábricas del Reyno". Todavía en 1779, siendo Francisco de la Garza  administrador de la mencionada Compañía Guipuzcoana de Caracas y "principal" de la factoría de Valdivielso, se elaboraban en ella "bayetas, mantas, sempiternas, estameñas y otros texidos de lana excepto paños". Hoy, el viajero curioso que se acerque a Valdenoceda podrá todavía ver en el citado barrio la casona-fábrica en cuestión, propiedad de la familia de la Garza.



Artístico balcón blasonado de la casona de la Garza. 

Continuará:   

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