FOTOGRAFÍAS: Hontoria de la Cantera, destacamento, 1992- 2011
Rebuscando en mis archivos me ha salido al paso una vieja fotografía en la cual aparece el destacamento militar que hubo junto a las canteras de Hontoria para custodiar los polvorines que se hallaban en su interior. Me ha llamado la atención la imagen porque en ella se aprecia el buen estado de conservación de las instalaciones. La foto es de 1992, lo que quiere decir que han pasado 17 años desde que la tomé, un tiempo relativamente corto para que no se notaran cambios significativos con respecto a su estado actual. Pero cambios hay, y muchos, como puede comprobarse por otra fotografía que he podido tomar esta misma semana. Ya no hablo de los interiores de las instalaciones, que alguna empresa vandálica se debe haber encargado de reducir a escombros todo lo que brillaba; hablo de los exteriores, donde las transformaciones con respecto a su aspecto original son evidentes. “La insoportable levedad de lo abandonado”, podría titularse algún tratado sobre los rápidos cambios que experimentan los lugares sin protección, tanto por lo que es capaz de hacer la naturaleza si se la deja actuar a su albedrío como por los elementos extraños que contribuyen a desfigurarlos. Observad las dos fotografías en blanco y negro, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, las dos están tomadas desde el mismo punto y sólo 17 años las separan; ved cómo la arboleda crece, los elementos desaparecen y cómo, por no sé qué problemas sicológicos, los que odian lo abandonado contribuyen con particular saña a los cambios. Tomadlo como un juego, amigos, y buscad los siete errores, ¿o más?
Rebuscando en mis archivos me ha salido al paso una vieja fotografía en la cual aparece el destacamento militar que hubo junto a las canteras de Hontoria para custodiar los polvorines que se hallaban en su interior. Me ha llamado la atención la imagen porque en ella se aprecia el buen estado de conservación de las instalaciones. La foto es de 1992, lo que quiere decir que han pasado 17 años desde que la tomé, un tiempo relativamente corto para que no se notaran cambios significativos con respecto a su estado actual. Pero cambios hay, y muchos, como puede comprobarse por otra fotografía que he podido tomar esta misma semana. Ya no hablo de los interiores de las instalaciones, que alguna empresa vandálica se debe haber encargado de reducir a escombros todo lo que brillaba; hablo de los exteriores, donde las transformaciones con respecto a su aspecto original son evidentes. “La insoportable levedad de lo abandonado”, podría titularse algún tratado sobre los rápidos cambios que experimentan los lugares sin protección, tanto por lo que es capaz de hacer la naturaleza si se la deja actuar a su albedrío como por los elementos extraños que contribuyen a desfigurarlos. Observad las dos fotografías en blanco y negro, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, las dos están tomadas desde el mismo punto y sólo 17 años las separan; ved cómo la arboleda crece, los elementos desaparecen y cómo, por no sé qué problemas sicológicos, los que odian lo abandonado contribuyen con particular saña a los cambios. Tomadlo como un juego, amigos, y buscad los siete errores, ¿o más?
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