FOTOGRAFÍAS: Bodega en Montejo de San Miguel. Azumbre y jarra. Accesos a bodegas de Cantabrana. (Tomadas en 2011 y 20o7)
Tiene la traza de una bodega medieval, al menos uno se imagina las bodegas medievales con su aspecto y características. Se baja desde el portalón de la casa por unas escaleras de piedra, alumbrados por una luz amarilla, espesa y tenue: dentro, habitan las sombras, es oscura por subterránea, lóbrega por los fríos sillares, bella e histórica por los arcos que afirman la bóveda. Conserva, milagrosamente, el alambique de cobre, las grandes cubas de roble con cinturones de hierro, y en un rincón, el azumbre metálico y otras jarras. ¡Azumbre!, qué entrañable medida de nuestros abuelos, qué bella palabra olvidada, difunta. “¡Posadero, sírvenos otro azumbre de chacolí”. Esta bodega de la que os hablo se encuentra en Montejo de San Miguel y forma parte de un museo etnográfico que recomiendo visitar. Ya digo, descender a este subterráneo es sumergirse en la noche de los tiempos (¿o no tan noche?) de Montejo, de Tobalina, de Las Merindades... Porque, queridos amigos de este Cajón de Sastre, bodegas del chacolí hubo cientos en todo el territorio mencionado y en otros. Yo mismo tengo ubicadas unas cuantas de mis tiempos en los que buscaba y exploraba eremitorios. No me importa confesar que hubo un momento en que tomé por viviendas de eremitas algunas cuevas que en realidad resultaron ser bodegas del chacolí. Recuerdo las muchas que había en Tamayo, que parecía que cada casa tenía la suya (recuerdo una de boca negra con escalera de acceso interminable); me vienen también a la memoria otras que en Cebolleros llamaron Las Cuevas, aquellas sobre las que un soñador, ya fallecido, construyó un castillo de fantasía con cantos de río; las de Cantabrana, que con toda justicia podrían ser declaradas Bien de Interés Cultural, otras en La Bureba.... En fin, las bodegas del chacolí estaban por todas partes y nos trasladan a una época, no muy lejana, en que la vid embellecía campos y laderas de nuestro norte.
Tiene la traza de una bodega medieval, al menos uno se imagina las bodegas medievales con su aspecto y características. Se baja desde el portalón de la casa por unas escaleras de piedra, alumbrados por una luz amarilla, espesa y tenue: dentro, habitan las sombras, es oscura por subterránea, lóbrega por los fríos sillares, bella e histórica por los arcos que afirman la bóveda. Conserva, milagrosamente, el alambique de cobre, las grandes cubas de roble con cinturones de hierro, y en un rincón, el azumbre metálico y otras jarras. ¡Azumbre!, qué entrañable medida de nuestros abuelos, qué bella palabra olvidada, difunta. “¡Posadero, sírvenos otro azumbre de chacolí”. Esta bodega de la que os hablo se encuentra en Montejo de San Miguel y forma parte de un museo etnográfico que recomiendo visitar. Ya digo, descender a este subterráneo es sumergirse en la noche de los tiempos (¿o no tan noche?) de Montejo, de Tobalina, de Las Merindades... Porque, queridos amigos de este Cajón de Sastre, bodegas del chacolí hubo cientos en todo el territorio mencionado y en otros. Yo mismo tengo ubicadas unas cuantas de mis tiempos en los que buscaba y exploraba eremitorios. No me importa confesar que hubo un momento en que tomé por viviendas de eremitas algunas cuevas que en realidad resultaron ser bodegas del chacolí. Recuerdo las muchas que había en Tamayo, que parecía que cada casa tenía la suya (recuerdo una de boca negra con escalera de acceso interminable); me vienen también a la memoria otras que en Cebolleros llamaron Las Cuevas, aquellas sobre las que un soñador, ya fallecido, construyó un castillo de fantasía con cantos de río; las de Cantabrana, que con toda justicia podrían ser declaradas Bien de Interés Cultural, otras en La Bureba.... En fin, las bodegas del chacolí estaban por todas partes y nos trasladan a una época, no muy lejana, en que la vid embellecía campos y laderas de nuestro norte.
Quisiera saber si se sabe o si se puede saber la historia y polémica de la antigüedad, bodegas y fabricación entre el chacolí castellano y el txakoli vasco. Gracias.
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