Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

miércoles, 3 de marzo de 2010

EPIDEMIA DE PUERTAS CERRADAS





FOTOGRAFÍAS: Puertas de un pueblo del norte de Burgos (Tomadas el 2 de marzo de 2010)

AB, 2 de marzo de 2010. 11 de la mañana. Luce el sol, lo cual es una agradable novedad en este infame invierno que padecemos. Detengo el coche a la entrada del pueblo entre montañas, junto a una cruz de piedra que recuerda a caídos en la guerra (a los unos). La calma es total, y desde la distancia no veo humo alguno salir de las chimeneas, lo cual es un mal agüero. Me sumerjo en el caserío, comienzo a ver las bonitas balconadas de madera de las casas, unas rojas, otras verdes, algunas azules. Qué raro, noto la ausencia de ladridos. Sigo una calle sin criterio alguno, creo que me llevará al corazón del pueblo románico. La primera casa tiene la puerta cerrada a cal y canto: es una puerta con doble hoja, la interior entera, la exterior la mitad; esta última pertenece a ese tipo de puertasmitad que los pasiegos de Burgos llaman barrera y en Candelario conocen como batipuerta. A veces se usan para apoyar los brazos mientras se contempla llover, otras veces sirven de posadero a gatos y gallinas. Avanzo por la misma calle, otras casas veo, todas cerradas. Ni una respiración, ni un alma humana que llevarse a la plática. Tampoco veo coches, el silencio es absoluto. Una calle cumplida, luego otra, y otra, a la izquierda, a la derecha. Nada. Puertas y más puertas clausuradas. Nadie las abrirá esta mañana de un invierno que hace caer tapiales y techumbres, hoy no sonarán sus goznes. En lo que parece la Plaza Mayor, la fuente coronada con muñeco chorrea en vano. Enfrente, una casa que podría estar dentro de un museo, y en ella, una galería marrón que se asoma a un foro sin voz. De pronto, ¡una furgoneta!, y a su lado, escombros; alguien hay, alguien trabaja en algún lugar que no adivino. Aplico el oído: nada, silencio. Prosigo. Aparece la iglesia, el sol alumbra con intensidad capiteles y tímpano. ¡Qué gran arte, qué despilfarro para un pueblo muerto! Al despedirme, lanzo un silbido que significa lamento emocionado, y ¡oh, milagro!, a lo lejos ladra un perro escondido.

4 comentarios:

  1. puertas peinadas de olvido
    sin manos que las abracen
    puertas de nidos vacíos
    que no cobijan a nadie...

    portadoras de tristeza
    preñadas de soledades
    sabedoras de otros tiempos
    salpicados de cantares...

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  2. Qué relato tan emocionante! me ha llegado al alma a mis entrañas, es todo un poema, parece una alegoría a la soledad, al abandono pero también a la esperanza. Un saludo. Flor

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  3. Que razon tienes Elias. Somos tan pocos que nos cuesta permanecer vertebrados.Ahedo esconde muchos tesoros. Acercate un sábado y los compartimos. A veces escucho tertulias en los medios que hablan de la despoblación como si fuera un problema incipiente. Incluso los responsables políticos en sus agendas de la despoblación pretenden quirle hierro al asunto . Pero lo cierto es que hay muchos Ahedos sin que se vislumbre ningún retorno.

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  4. Elias,los pueblos no mueren,sólo los hombres.Otros vendrán que hagan resurgir de las cenizas las piedras que en otro tiempo fueron arte y recuerda que la perfección es perfecta aunque sólo haya un alma que la contemple.

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