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Cuando la belleza era de uso normal y común |
FOTOGRAFÍAS: El Toro de Arroyuelo. Arquitectura de Valdebezana (setiembre de 2008)
Acabamos la
pequeña serie “De ruta por el Gran Norte” habiendo remontado el puerto de Angulo.
Podría haber seguido en aquella ocasión describiendo cosas que me salieron al
paso en tierras de Losa. Podría haberos contado, por ejemplo, la fuerte impresión que me causó
Villalba de Losa cuando vi sus casas pintadas de colores. (Me dicen que ya no
se pinta de blanco, que ha de ser de cualquier color menos blanco. (¿De quién
fue tan luminosa idea?). Aquella Villalba amurallada ya no es la Villalba que
conocí cuando exploraba cuevas por
aquellas tierras de piedra seca, eran tiempos de cuando Zaballa se
vendía por módico precio, como símbolo de la despoblación que ya por entonces causaba estragos. Podría
haberos hablado de eso, querido amigos, o del toro de Arroyuelo, ese que imita al de Osborne en una altozano a la
entrada del pueblo (hoy los vecinos mayores de Arroyuelo, han interiorizado
perfectamente el negro morlaco, tanto
que cuando al atardecer salen a pasear se dicen unos a otros: “vamos hasta el
toro”. De eso y más podría haberos
hablado, pero preferí cambiar de aires.
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El Toro de Arroyuelo, a imitación del Osborne |
Hoy es otro
día, hoy es el Gran Norte también pero por otro extremo. Os hablo, queridos
amigos, desde los hondones de Zamanzas y Bezana, os cuento desde lugares
perdidos, sumergidos, envallados, abismados, soñados, donde el abandono era de esperar tras
siglos de penurias ancladas, ancestrales, donde la vida hoy es imposible, donde
la arquitectura vernácula, ya sin uso, muere sin remisión, siendo el patrimonio
más importante de las Montañas de Burgos, y diría que de toda la provincia. En
Villaescusa Escondida, sumergida en selvático pozo, entre nogales imposibles y
tras los que se vislumbre la majestuosa Peña Dulla, siento que mi corazón se sosiega y
enfada, al mismo tiempo y con la misma intensidad. No, no es posible que tanta
belleza construida pueda desparecer por nuestra incuria. Así va a ser, ay. Buscaba ventanas y me encontré con un paraíso ignoto, con un paisaje de ensueño
que solo debe anidar en los sueños, al que quizá este burgalés errante ya nunca volverá y al que quizá
nunca vuelva nadie.
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Aldeas escondidas de Valdebezana, testigos de un tiempo que se fue para no volver |
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Arquitectura tradicional de las Montañas de Burgos, un patrimonio de inmenso valor que desaparecerá
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¿Quién defiende o protege tanta belleza? |
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Aún es posible ver en rincones solitarios, donde la hiedra cubre los nombres escondidos de aquellos lugares que anidaron sueños y que aceptaron trato humano, que hay señales latiendo más allá de los muros cargados de años. Aún hoy es posible ver geranios en orden, alineados junto a una fuente, una silla que parece vacía, un lavadero con retazos de jabón...por suerte, aún hoy es posible encontrarse con esos paraísos perdidos. Gracias por elevar como una cometa los cielos de este Burgos añorado. Saludos.
ResponderEliminarGracias a ti, Rosa Cruz, por el optimismo que desprendes respecto a lo que queda de los paraísos. Pronto, de muchos no quedará nada, solo tejados y muros caídos, y zarzas, muchas zarzas.
ResponderEliminarSaludos