Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

sábado, 15 de agosto de 2009

EL PORTILLO DE MEDINA Y LOS YESEROS DE TARTALÉS DE LOS MONTES



FOTOS: Portillo de Medina; en primer término ruinas de Valdelacuesta. Restos de la yesera de Tartalés.

Antes de que existiera la tupida red de carreteras con que cuenta ahora la provincia de Burgos, cuando casi todo eran infames caminos, y cuando los medios de locomoción en el medio rural eran los carros, las caballerías o el simple caminar, comunicarse entre los pueblos para cualquier asunto, comercial, urgencias médicas, aprovisionamiento de víveres o ropa, etc., era un auténtico problema, mucho más acusado en las zonas de montaña que en el llano, como es natural. Por eso, y para no dar rodeos de muchos kilómetros, desde muy antiguo los pobladores de las zonas más agrestes de la provincia se vieron obligados a sortear las más poderosas barreras montañosas, utilizando portillos naturales situados en las líneas cumbres. Esos portillos en las sierras, que ahora nos parecen insalvables obstáculos, algunos sólo aptos para avezados montañeros, hasta mediado este siglo (XX) fueron franqueados como lo más natural del mundo por los habitantes de los pueblos, bien es cierto que con no poco sufrimiento.
Hoy, con la huella de las ascensiones y herraduras de sudor borradas, y una historia de siglos de continuo trasiego, también olvidada, queremos recordar aquí los pasos de montaña que más contribuyeron al desenvolvimiento social y económico de los burgaleses de la provincia.


El Portillo de Medina comunicaba el valle de Valdivielso con la Merindad de Cuesta Urria a través de la sierra de la Tesla. Fue utilizado, fundamentalmente, por los habitantes de dicho valle, aunque con mayor frecuencia por los de los pueblos de Arroyo y Tartalés de los Montes. Los yeseros de esta última localidad tenían en este portillo su principal salida hacia Medina de Pomar para vender, en esta población y en otras de la citada Merindad, el yeso por ellos fabricado. Al descender de la sierra llegaban a Quintanalacuesta, y después de cruzar el río Nela en Paralacuesta, seguían hacia Medina por donde mejor les cuadraba. Pero no fueron sólo los yeseros quienes cruzaron por este paso de montaña, también lo hicieron los resineros, con sus burros cargados de resina, y el resto de los vecinos de los dos pueblos citados cuando tenían que acudir a Medina a las ferias de ganado o para proveerse de lo que les era necesario y carecían.

Un túnel en la Sierra de la Tesla.
Los habitantes de Cuesta Urria debieron utilizar menos el Portillo de Medina, aunque hay constancia de la inquietud que había en esta parte de La Tesla por comunicar ambos valles por medio de un túnel que taladrara la sierra. En relación a este legendario e imposible túnel, la tradición oral dice que a principios de este siglo (XX) alguien, no se recuerda quién, tuvo la ensoñación de construirlo, y que de ese proyecto, ingenuo y faraónico, queda como testimonio, en el término de Quintanalacuesta, la llamada Cueva de la Mina, que no es otra cosa, según hemos recabar entre los vecinos de más edad, que el principio de ese pasaje hecho por gente de Urría con picos y palas. Al parecer, al iniciar esta obra los vecinos de Quintanalacuesta y Valdelacuesta pensaban que la tarea sería menos complicada si llegaban a contactar su excavación con la mina de carbón que había al otro lado de La Tesla, en el pueblo de Arroyo. Pronto, sin embargo, debieron darse cuenta de la dificultad que entrañaba el intento y abandonaron la obra, dejando hecha una galería de cuarenta metros en la falda de la sierra.

Con respecto a los yeseros de Tartalés, cabe decir que su actividad todavía duraba hacia la mitad de este siglo (XX), y que la mina o filón del yeso estaba junto al camino del Portillo de Medina, aproximadamente a 1 kilómetro del pueblo. Todavía hoy pueden verse al pie de la yesera los restos de los dos hornos en los que se cocía la piedra de yeso, cosa que no ocurre con el filón, ya que un derrumbamiento lo sepultó hace años. Precisamente, en uno de estos hornos murió quemado un yesero en los años cincuenta (del siglo pasado).
La mina y hornos eran del común del pueblo, pudiendo extraer piedra el vecino que lo quisiese, y sólo se laboraba cuando acababan las faenas propias del campo. El yeso cocido era bajado a Tartalés de los Montes, en donde era molido y hecho polvo por los propios vecinos, algunos con un malacate y otros con simples mazas. Después se llevaba a vender, en sacos y con burros, por los pueblos del contorno, en ocasiones a lugares tan distante como los Altos de Dobro o a la mencionada Medina.




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