UNA CASA DE VECINOS EN LA PUERTA DE SAN JUAN
Diario 16 Burgos, 30 enero 1994
A.M. BU. (Archivo Municipal de Burgos)
El inmueble número 42 de la calle de San Juan se halla construido sobre la histórica Puerta de San Juan, una de las doce que tuvo Burgos para atravesar la muralla que rodeaba la ciudad en el siglo XIII.
Si se prolonga la vista hacia el sur, río Vena abajo, se podrá ver que la armoniosa y coloreada línea de casas que se inicia en la citada puerta-arco, todas del siglo pasado (XIX), se interrumpe con uno de los cubos, milagrosamente conservado, de dicha muralla. Por cierto: qué hacer con ese solitario y semicircular resto del medioevo es, seguramente, una de las preguntas del millón que en la actualidad se deben estar haciendo los sesudos técnico de la Comisión del patrimonio. Mucho es de temer, sin embargo, que el citado testigo sea considerado como una anacronía y que ocurra como con la vieja Puerta de San Juan, que siendo de mucho más valor monumental, fue masacrada a mediados del siglo XIX.
A juzgar por un grabado del siglo XVIII de J. Pérez Villamil, la citada puerta-arco-torre tenía cierto aire de baluarte defensivo, con una especie de almenar cubierto, matacán central y saeteras en la fachada del oriente. Todo aquello desapareció bajo la piqueta en 1842, y de ello se lamentaba el que fuera alcalde de la ciudad Eduardo A. de Bessón en sus “Apuntes de Burgos”: “acaba de borrarse del arancel artístico de la ciudad un notable monumento con la destrucción de la Puerta de San Juan”.
Se dice que el susodicho arco estuvo bajo la advocación de la Virgen de Gracia, sin embargo, el buen callejero burgalés sabe que, en uno de sus lados, hay una hornacina con verja de hierro que cobija la imagen de una Virgen del Rosario, además de una vieja hucha que llenar, en la que quién sabe si todavía habrá algún real de vellón. Pero sea de Gracia o del Rosario, el hecho es que este arco se encuentra físicamente unido al puente de San Juan (ahora de dice de San Lesmes) y que tuvo una importancia extraordinaria para la capital, pues no en vano por las dos, arco y puerta, habían de cruzar los peregrinos del Camino de Santiago, así como todos aquellos que, con sus mercancías, llegaban a Burgos procedentes de Vascongadas y La Rioja. Y tan intenso debía ser el trasiego por el puente, y tan intensas las riadas que le maltrataban, que el Regimiento tuvo que tomar determinaciones como la que sigue: “Nadie entrase por la Puerta de San Juan con carro, carreta, caballería ni otra carga por el perjuicio que se le seguía al puente”, algo que levantaba las iras de los monjes del cercano Monasterio de San Juan, que tenía derecho de pontazgo”.
Diario 16 Burgos, 30 enero 1994
A.M. BU. (Archivo Municipal de Burgos)
El inmueble número 42 de la calle de San Juan se halla construido sobre la histórica Puerta de San Juan, una de las doce que tuvo Burgos para atravesar la muralla que rodeaba la ciudad en el siglo XIII.
Si se prolonga la vista hacia el sur, río Vena abajo, se podrá ver que la armoniosa y coloreada línea de casas que se inicia en la citada puerta-arco, todas del siglo pasado (XIX), se interrumpe con uno de los cubos, milagrosamente conservado, de dicha muralla. Por cierto: qué hacer con ese solitario y semicircular resto del medioevo es, seguramente, una de las preguntas del millón que en la actualidad se deben estar haciendo los sesudos técnico de la Comisión del patrimonio. Mucho es de temer, sin embargo, que el citado testigo sea considerado como una anacronía y que ocurra como con la vieja Puerta de San Juan, que siendo de mucho más valor monumental, fue masacrada a mediados del siglo XIX.
A juzgar por un grabado del siglo XVIII de J. Pérez Villamil, la citada puerta-arco-torre tenía cierto aire de baluarte defensivo, con una especie de almenar cubierto, matacán central y saeteras en la fachada del oriente. Todo aquello desapareció bajo la piqueta en 1842, y de ello se lamentaba el que fuera alcalde de la ciudad Eduardo A. de Bessón en sus “Apuntes de Burgos”: “acaba de borrarse del arancel artístico de la ciudad un notable monumento con la destrucción de la Puerta de San Juan”.
Se dice que el susodicho arco estuvo bajo la advocación de la Virgen de Gracia, sin embargo, el buen callejero burgalés sabe que, en uno de sus lados, hay una hornacina con verja de hierro que cobija la imagen de una Virgen del Rosario, además de una vieja hucha que llenar, en la que quién sabe si todavía habrá algún real de vellón. Pero sea de Gracia o del Rosario, el hecho es que este arco se encuentra físicamente unido al puente de San Juan (ahora de dice de San Lesmes) y que tuvo una importancia extraordinaria para la capital, pues no en vano por las dos, arco y puerta, habían de cruzar los peregrinos del Camino de Santiago, así como todos aquellos que, con sus mercancías, llegaban a Burgos procedentes de Vascongadas y La Rioja. Y tan intenso debía ser el trasiego por el puente, y tan intensas las riadas que le maltrataban, que el Regimiento tuvo que tomar determinaciones como la que sigue: “Nadie entrase por la Puerta de San Juan con carro, carreta, caballería ni otra carga por el perjuicio que se le seguía al puente”, algo que levantaba las iras de los monjes del cercano Monasterio de San Juan, que tenía derecho de pontazgo”.
Parece fuera de duda que tanto las murallas como las puertas en ellas insertadas eran elementos con un componente marcadamente defensivo, y por ello no ajenas al universo de la milicia; tal vez así pueda explicarse que quien adquirió el inmueble después del mencionado derribo de 1842, lo comprara a los estamentos militares. Así figura en un expediente de obras de 1846 para construir esta casa de tres pisos: “Don Valentín García vecino de esta ciudad solicita permiso para edificar en el Arco de San Juan que dice compró a la Hacienda Militar en remate público del día 8 del presente” (A.M.BU).
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