Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

miércoles, 29 de julio de 2009

“CASTILLO DE LARA, ¿QUIÉN TE DERRIBÓ?”



FOTOS: antes y después del derrumbe


Diario 16 Burgos, 7 enero 1995

El derrumbe de una parte del castillo de Lara dio pie al siguiente artículo:


En la noche del 30 al 31 de diciembre pasado se produjo un ruido sordo, con arrastre de piedras, en el Picón de Lara, y otro seco que atronó el interior de la iglesia parroquial de Lara de los Infantes. Debió ser aquella una noche de perros, de lluvia y fortísimo viento. Nadie oyó nada, tal vez algún perro ladró unos instantes, pero luego fue el silencio y otra vez aulló el viento. A la mañana siguiente los poquitos vecinos de la Jurisdicción de Lara miraron como cada día hacia las peñas y vieron que el castillo parecía una estaca clavada en el Picón, que su imagen no era la misma que la del día anterior: había desaparecido el gran bocarón que conocían desde niños. También los pasajeros de autobuses La Serrana y los conductores de los coches que circulaban por la N-234 notaron aquella mañana que lago faltaba en el célebre Picón. Y la noticia corrió de pueblo en pueblo, de casa en casa: ¡el castillo de Lara se ha derrumbado!

En la iglesia de la natividad de Nuestra Señora, parroquial de Lara de los Infantes, declarada hace años Monumento Histórico Artístico –no se sabe muy bien para qué, si su abandono es clamoroso-, el huracán de la noche hizo vibrar el edificio y un artístico zócalo barroco, de madera y con angelote, que coronaba un gran cuadro, cayó al suelo con gran estrépito partiéndose en cien pedazos. Don Abel, el cura párroco, lo encontró de esa guisa y recordó, al ver el hueco del cuadro, otra noche que los cacos desvalijaron la iglesia llevándose parte de su arte para ser pasto de especuladores. El zócalo sigue allí, nada de él se ha movido, como si fuera el cadáver de un asesinado esperando la visita de los forenses del patrimonio.

Un castillo para un alfoz

Entres las sierras del Mencilla y Las Mamblas, se encuentran la Peña de Lara, La Muela y el Picón de Lara, tres míticos alcores en torno a los cuales se han escrito bellas páginas de nuestra Historia y el arte burgalés. Son tierras de alfoz, de infantes decapitados, de leyendas cantadas a través de los siglos; tierras de castros, y dólmenes, de ocupación romana y de filigranas visigodas y románicas. Cada rincón de Lara es una hoja en el libro de la castilla primitiva, un libro cuya portada se muestra en el fabuloso y damnificado castillo. Su imagen, tan familiar a todos los burgaleses, no debe desaparecer nunca, como testigo recortado sobre una historia que nos pertenece y no debemos olvidar.

“Castillo de Lara, ¿quién te derribó?
El castillo de Bocanegra, el de Burgos,
que pudo más que yo”.

Así reza el dicho cantado en los pueblos situados en derredor del famoso Picón, probablemente haciendo alusión a las disputas que por su posesión mantuvieron esta fortaleza y la ciudad de Burgos en el siglo XIII.
El origen del castillo habría que buscarlo en los pedruscos que Gonzalo Fernández, padre de Fernán González, encontró en La Muela cuando se hallaba fundando Lara y tratando de ahuecar a los moros de carazo. Créese que Fernán González nació del vientre de la señora Muniadona en este castillo, un hecho que resalta aún más la necesidad de recuperar su figura, la del castillo, al menos lo que de ella hasta ahora conocíamos.
Reducto, pues, de los señores de Lara, fue este castillo cabeza de un dilatado alfoz, administrando a 67 pueblos o lugares de la comarca. La casa paterna del buen conde creció en poderío y el prestigio y el señorío de Lara también, tal vez por ello en Burgos crecieran las envidias y las apetencias por el dominio de la fortaleza. Así se explica que, en 1255, Alfonso X entregara a Burgos la posesión de la misma. Hubo, sí, rebeldías por aquella afrenta, pero al final Burgos acabó cortando el bacalao en Lara y desde la capital se nombraban los alcaides del castillo. Los Cartagena ostentaron este cargo en el siglo XV, cuando estaba en manos de un “extranjero”, un tal Jofre de Cotanes, era una pura ruina, un a ruina de la cual desde Burgos se trató de poner freno enviándose para ello a un ilustre de la cantería, nada menos que al autor del crucero de la catedral, Juan de Vallejo. Sin embargo, este maestro no debió hacer nada, o muy poco, ya que en 1752 el informe de otro colega, Pedro de Castañeda, decía que la barbacana, las seis torres que tenía el castillo, más la del Homenaje, estaban francamente mal, y se preguntaba si merecía la pena gastar muchos maravedises en un lugar en el que ya no vivía nadie.
Resulta curioso comprobar cómo la historia se repite una vez más, pues así como en el siglo XVI desde la capital se envió a un técnico para ver el estado del castillo y su posible reparación, ahora, tres siglos después, desde el mismo lugar una llamada Comisión de Patrimonio ha enviado a otro para que dé su informe de los desperfectos que se ocasionaron en la noche de autos.




5 comentarios:

  1. En Lara, de niños , hace bastantes años ya cantábamos algo casi igual a los dicho con anterioridad : CASTILLITO DE LARA, QUIEN TE DERRIBÓ. BOCANEGRA EL DE BURGOS QUE PUDOI MÁS QUE YO. Y nos explicaron los mayores , algunos bastante eruditos, que BOCANEGRA, era un cañón que por su gran destrozo que hacía en sus combates le había bautizado así. Efectivamente a los cañones , catapultas y armamento destructivo de gran potencia se las ponía nombre para que fuesen recordadas con admiración. Por que yo he indagado por saber si el castillo de Burgos tenía ese nombre y no he logrado encontrar en ningún escrito o legajo antiguo, nombre alguno parecido.

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    1. Pues muchísimas gracias por tu comentario, amigo anónimo.

      Saludos

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    2. el dicho que decian los viejos era
      castillito de lara quien te derribo...
      bocanegra de burgos que pudo mas que yo- saludos

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  2. Castillito de Lara, ¿quién te ha derrumbado?
    Bocanegra, el de Burgos, que me ha bombeado.

    Así me lo recitaba mi abuela, de Villoruebo de Lara, hace muchos años. Recitado, no cantado; como si formara parte de algún poema, pero nunca la escuché más que esos dos versos.
    Desde Villoruebo se divisaba la peculiar estampa del muro del castillo y su gran agujero.

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