Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

miércoles, 10 de octubre de 2018

UNA CRUCERÍA DE ENSUEÑO EN QUINTANARRUZ


Iglesia de Quintanarruz
Filigrana de complejas nervaturas
en las alturas del crucero 

FOTOGRAFÍA: Iglesia de Santa Leocadia, en Quintanarruz (Tomada, octubre de 2018) 


            Merecería estar en alguna catedral más que en una humilde iglesia  de pueblo. A nadie podría extrañar ver esta crucería sobre alguna gran nave catedralicia, soportando bóvedas imposibles del gótico, como Segovia, Palencia, Salamanca... Pero es el caso que esta maravilla se encuentra en Quintanarruz, un pequeño lugar de la Merindad de Río Ubierna, concretamente en la iglesia de Santa Leocadia, que por ser románica puede llevar toda la atención de los visitantes hacia las arquerías, canecillos  y capiteles de este estilo. Aunque, pensándolo bien, eso parece imposible, pues la increíble bóveda estrellada sobre el crucero, con extraordinaria madeja de terceletes, y su consiguiente colección de claves de bóveda, cada una con su roseta hexafolia,  luce con tanta intensidad que por fuerza uno ha de sentirse cautivado. Historiadores del arte habrá que puedan dar señales de los autores de esta obra de arte del primer cuarto del siglo XVI, que por fuerza debieron pertenecer a buena escuela. 

martes, 9 de octubre de 2018

DOS CARAS TALLADAS EN QUINTANARRUZ



Posible rostro masculino 

Inquietante rostro ¿femenino?

Cruz protectora en la entrada de la casa


FOTOGRAFÍAS: Casa de Quintanarruz (Tomadas en octubre de 2018)

        Iba buscando hexapétalas y me encontré con otra cosa. Junto al centenario moral de la iglesia de Quintanarruz vemos hoy una antigua y despoblada casona, de planta cuadrangular, que pronto ha de dar en ruina, como sucede con todo lo que en los pueblos ha dejado de habitarse o tener uso. Esta casa, probablemente del siglo XIX, tiene la particularidad de contar en los esquinales de su alero principal con dos cabezas humanas, una en cada extremo, talladas en los “modillones” o saledizos que le sustentan. Y no es un caso único. Ya vimos aquí cómo en Ahedo de Butrón existen también dos figuras diablescas, en casas distintas y situadas de la misma manera, bien es cierto que con aspecto..., digamos más brujil. Estos dos ejemplos nos sirven para creer que en un pasado no muy lejano, de supersticiones sin cuento, debió ser costumbre poner en sitio bien visible de las casas (ninguno mejor que las esquinas de los aleros) figuras humanas de apariencia monstruosa, imágenes que, con su aspecto feroz, pudieran hacer de ahuyentadores ante la posible entrada de malos espíritus o animales de mal agüero, como por ejemplo la lechuza nocturna anunciadora de muerte. Pero la casa de Quintanarruz tiene la particularidad de que si bien uno de los rostros presenta una evidente e inquietante fealdad, con enorme boca vacía, con tan solo tres dientes muy separados, la otra parece de aspecto más apacible, inductora de serenidad, lo que nos lleva a la confusión. En todo caso, las buenas gentes que construyeron esta casa tuvieron la precaución de protegerse de manera más religiosa, grabando en el dintel de la entrada una gran cruz, como fue costumbre extendidísima en nuestros pueblos. La figura más fea asustaría, la cruz protegería, la imagen apacible del otro esquinal marcaría propiedad y dominio. Especulaciones, por supuesto. Convendría contar con otros ejemplos para conclusiones de mayor enjundia.   

miércoles, 3 de octubre de 2018

EL CARTEL MÁS BONITO, LA EXPOSICIÓN MÁS ESPECTACULAR




FOTOGRAFÍA: Cartel de la 7ª Exposición (Tomada el 29/9/2018)  


        El cartel más bonito y llamativo y la exposición más original y espectacular que se puede ver en Burgos, eso es lo que a mí me ha parecido la 7ª Exposición de Tractores Antiguos de Lechedo. Por séptimo año y otra vez sin que las autoridades provinciales y regionales se tomen en serio la particular muestra, José Luis Ortiz, este romántico de las viejas máquinas, este visionario que recorre Europa en busca de los antiguos artefactos, los viejos monstruos que se utilizaron en la agricultura hace un siglo y más, dio vida en Lechedo de Cuesta-Urría, el pasado fin de semana, a sus maravillosos tractores antiguos ante la admiración de miles de personas llegadas desde distintos lugares. No voy a repetir lo que ya dije aquí en la 5ª Exposición, hoy solo trato de mostraros, queridos amigos de este Cajón de Sastre, el precioso cartel de este año, una maravilla de las artes gráficas que parece escapada del siglo XIX. Solo una cosa más: a poco que se movieran las señaladas instituciones esta muestra podría tener resonancias nacionales e internacionales. Medítenlo.  

lunes, 1 de octubre de 2018

TAMAYO SALE DEL SILENCIO


Grupo de Tamayos delante de la casa de UNPORTA  

(No, no es la "Casa inclinada de Pisa", 
es la poca pericia del fotógrafo)

Fue presentado a los asistentes a la reunión el libro
"Tamayo. Recuerdos de una familia",
obra de Luis Jiménez Tuset y Martín  


FOTOGRAFÍAS: Tamayo (Tomadas el 28 de septiembre de 2018)


        El pasado 29 visité Tamayo, una vez más, y van.... Y es que no sé que tiene este pueblo del silencio que tanto enamora. Digo que no sé, pero sí que lo sé. Es el magnetismo de sus grandiosas ruinas, de su noble arquitectura del siglo XVIII, de sus empinadas y empedradas calles donde se hunden ojos  oscuros, bodegones del chacolí que fueron; es su moral gigante junto a la iglesia gótica, vacía y abierta a todos los vientos, a los apacibles y a los bárbaros. Es también que siempre, en cada visita, uno descubre algún detalle nuevo que le llama la atención. Sin ir muy lejos, en marzo pasado consignábamos en esta bitácora un dintel recortado sobre las nubes lleno de símbolos que nunca antes habíamos visto. Con las palabras que empleamos entonces llenamos las de hoy, no puede ser de otra forma, pues los sentimientos son inalterables en estas memorables ruinas.
        Hoy, queridos amigos de este Cajón de Sastre, tengo que decir que en mi visita del sábado encontré que el silencio no era tan profundo como en otras ocasiones, algo noté en el ambiente a mi llegada que no se parecía al de otras veces, era como si de repente rumores de fiesta sonaran de nuevo en Tamayo. Palabras, voces salidas de entre los muros desnudos, bajo los murallones de la iglesia, me llegaron en alegre brisa. ¿A qué se debía el rumor? ¿Cuál era la causa del silencio roto? Pues no era otra cosa que mi visita había coincidido con la reunión anual que la asociación Unporta (Unidos Por Tamayo), gente que tiene en común este apellido, tiene por costumbre hacer cada año desde hace ya bastantes en las ruinas. Me uní al grupo, en el que, entre otras procedencias que no recuerdo, había Tamayos de Sevilla, de San Sebastián, de Huesca, de Guadalajara, Pasajes, y así supe que dicha asociación ha adquirido una casa para rehabilitarla y para que sirva como punto de reunión de los Tamayo de cualquier procedencia. Y para mi sorpresa, dicha casa es la que luce el dintel del que antes hablé, sí, esa que tiene labrado un vítor y una fecha, 1782 (Un vítor, ¡qué apropiado para la ocasión!). Ojalá la restauración se lleve a cabo y que sea lo más respetuosa posible. De momento sabemos que Tamayo sigue siendo un pueblo del silencio, pero no del olvido.