Arco de San Gil Con esta inscripción bajo el escudo: INSIGNIA CIVITATIS QUAE REGES PEPERIT REGNAQUE RECUPERAVIT. |
Recientemente, tuve ocasión de incorporarme a un juego que había iniciado un grupo de amigos comunes en el café. Trataban de saber los arcos con nombre de arco que existían en Burgos (no pasajes, solo arcos). Y así, sumando memorias, llegamos a la conclusión de que había nueve. Nueve arcos con nombre de arco decidimos que hay en la ciudad, y por los nueve habíamos pasado alguna o muchas veces cada uno de los participantes en el juego. Abundando en esto, bien podría decirse que uno no es un burgalés capitalino completo si no ha pasado a lo largo de su vida por los nueve arcos, aunque solo sea una vez. Arcos, justo es decirlo, que en su momento algunos cumplieron la función de puertas. Es lo que tienen las ciudades de origen medieval, que se hicieron puertas en sus murallas para el acceso y control de quien entraba y con qué intenciones entraba, y para poder cerrarlas por la noche y así disfrutar el vecindario de nocturnos sin grandes sobresaltos. Lo cual era extensivo para los recintos de instituciones importantes y cercanas a la ciudad, llámese Monasterio de Las Huelgas u Hospital del rey. Algunas de estas puertas-arco son ciertamente monumentales, como la de Santa María, la más observada, la más fotografiada. Las otras ocho también lo son, unas más que otras, pero creo que nunca las hemos valorado suficientemente. Por eso se me ha ocurrido, queridos amigos de este cajón de Sastre, que al mostrar lo arcos en su conjunto quizá podamos ver mejor su importancia y verdadera dimensión. Cada uno por sí solo tiene su historia, aunque en esta ocasión no vamos a entrar en ello, pues daría para un libro muy gordo. Pero permitidme una cosa de carácter personal: si tuviera que quedarme con uno preferido ese sería el de San Martín. ¿Sabíais, queridos amigos, que por esta puerta de arquería morisca era obligado que entraran los reyes que venían de visita a la ciudad? ¿no? Pues sí, sí, así fue. Se les obligaba a pasar por su arco y no por otro, esa fue, en un tiempo ya lejano, la costumbre en la civitate burgalesa. Por eso, bien podría haberse llamado también Puerta de los Reyes, pero eran tiempos de santos para los bautizos. Pasaron por su arco los reyes con su corte, que poco o muy poco daño le podían hacer con sus ecológicos medios de locomoción, y más tarde los coches modernos con sus humos mortíferos, que esos sí que ocasionaron daños al arco, tantos que ni sé cómo no llegaron a comerse la espada de El Cid con la que crecimos los chavales de mi época. Vale, vale, me decís que es una vara castellana la hendidura y no la espada de nuestro guerrero del antifaz más célebre, muy bien, lo admito, pasa que me gusta recordar mis años de inocencia.
Y sin más divagaciones, queridos amigos de este Cajón de Sastre, paso a mostraros cada uno de los arcos. Disfrutad de estos monumentos ahora que los tenéis juntitos y bien lucidos.
Arco de la Villa Fantástico arco, fechado en 1552, que da paso al Patio del Sobrado, el mismo que ahora Patrimonio Nacional se ha empeñado en dignificar (¡ya iba siendo hora!). |
Arco de San Martín Imaginemos a reyes con su corte entrando en Burgos por este precioso arco mudéjar, hoy felizmente dignificado y libre de contaminación. |
Arco de San Esteban Emociona ver hoy el arco de herradura morisco tan integrado en la ciudad moderna. |
Arco de las Huelgas Por él se accede a la Plaza del Compás del monasterio, hoy un remanso de paz como pocos. |
Arco de San Juan Un paso de mucho tránsito junto al puente de San Lesmes y sus leones |