Elías Rubio Marcos y su "CAJÓN DE SASTRE"

Recopilación de artículos publicados y otros de nueva creación. Blog iniciado en 2009.

jueves, 29 de marzo de 2012

EL LEÓN, LOS ALQUERQUES, EL ROSTRO DE MUJER Y EL ANTROPOMORFO ORONDO DE SAN JUAN DE ORTEGA

FOTOGRAFÍAS: Monasterio de San Juan de Ortega (Tomadas el 23 de marzo de 2012). 

La verdad es que resulta difícil aburrirse observando los muros de San Juan de Ortega. Se puede llegar a este santuario de peregrinos buscando el capitel famoso de la luz equinoccial, o simplemente para disfrutar de ecos medievales localizando las marcas de cantero, que tanto abundan y tan visibles son en los sillares. Todo eso colmaría las expectativas de quien gusta de recrearse con el silencioso y sombrío románico. Pero si escrutamos detenidamente las paredes, sillar a sillar, no se nos podrán escapar algunos grafitos que, por su originalidad, llaman poderosamente la atención. En primer lugar y por ser el más visible, hago mención de un león (o leona) pintado en rojo que se encuentra a unos tres  metros de altura en el costado norte de la gran nave. Su figura es esbelta y parece inspirada en la ilustración de algún beato. Una maravilla. 

León pintado en rojo. 
A continuación hago referencia de una figura antropomorfa, también pintada en rojo, que se encuentra en la absidiola derecha mirando de frente al ábside mayor. Parece la imagen de un fraile hecha de manera burda por alguien no versado en el arte, quizá por alguien del pueblo con ganas de burla. La imagen no parece moderna, más bien creo que tenga cierta antigüedad; aunque sólo un conveniente análisis hecho por expertos podría determinar esta cuestión.  Al lado izquierdo de esta oronda figura encontramos la cara incisa de una mujer. Por los rasgos de su trazo parece, en mi opinión, claramente románica, nada que ver con su vecino de ábside el fraile pintado. Si así fuera, estaríamos ante la segunda representación conocida de un rostro de mujer en una iglesia románica burgalesa; la otra ya vimos que se encontraba en una losa del suelo en la iglesia de Tinieblas de la Sierra, aquella que aquí llamamos “La Mona Lisa de Tinieblas”.

Posible fraile caricaturizado. 

Rostro inciso de mujer. 
Otro asunto que interesa en San Juan de Ortega es el de los alquerques, los tableros de juego medievales que, con más o menos huecos, espacios o casillas, pueden verse en las bancadas de las columnas; aunque esto ya es un tema más frecuente y recurrente en los monasterios de importancia. Digamos sólo que los monjes, y tal vez peregrinos ilustrados, debieron encontrar divertimento y meditación en ellos desde que Alfonso X el Sabio publicara en el siglo XIII su “Libro de Juegos”, donde vienen representados.  (Algún día os hablaré de un alquerque inciso en el techo de una cueva en Briongos de Cervera).  

Alquerque en bancada de columnas. 

Finalmente, hago mención de la magnífica colección de marcas de cantería, también llamados signos lapidarios, otra de las riquezas artísticas de San Juan de Ortega. De gran perfección, abundan en los sillares de la parte románica de la iglesia. Algunas nos sumergen en el proceloso mundo de los signos y de lo esotérico, quizá también en el de los trabajos renumerados de los masones medievales y sus logias. La interpretación es libre. Para hacer boca, os dejo igualmente una pequeña y bella muestra.   

Marca de cantero en columna. 

lunes, 26 de marzo de 2012

MENSAJES EN LAS VENTANAS



Ventana en Pesquera de Ebro.

Jesús María.
Esta es casa de placer y la gente de alegría.
Ave María. 1742.

Inscripción de carácter religioso
en una casa de Turzo.

Sobre una ventana y desde el interior,
en una casona
de Linares de Bricia.


Bendito y alabado sea el Santísimo Sacramento
 y la limpia Concepción de  María Santísima.
 


FOTOGRAFÍAS: Pesquera de Ebro (2010). Turzo (1998). Linares de Bricia (2010). 

Como ya hemos tenido ocasión de comprobar en la serie que seguimos, las ventanas eran lugar prominente y estratégico de casas y casonas donde se acostumbraba en siglos pasados a colocar escudos para lucimiento y ostentación de poder de sus dueños. También donde los canteros dejaban la impronta de su buen hacer, modelando adornos y dibujos, algunos de carácter simbólico, que ahora nos interrogan y deleitan. Pero a juzgar por los ejemplos que hoy os traigo, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, las ventanas eran también en el pasado sitio preferente para dejar mensajes escritos, bien sea una oración, un estado de ánimo, una sentencia, etc. Aquí, por lo que podemos ver, no importaba que la ventana fuera más o menos humilde, sino que el mensaje pudiera, en todo momento, hacer recordar una idea o una creencia a quien lo mandó esculpir, así como hacerla bien visible a todos los demás, señalando de esta manera el carácter y credo de quien o quienes vivían en la casa. Pongo hoy por ejemplo tres ventanas de distintos edificios, y en los tres, como se puede observar, el valor de la ventana es lo de menos, pues carecen de especial personalidad artística. Aunque bien es cierto que los mensajes inscritos, sobre ellas o junto a ellas, son un motivo que hoy nos invitan a reflexionar sobre nuestro pasado, sobre lo que fuimos y cómo fuimos. Y es que había quien creía que lo que se escribía en piedra tenía visos de ser eterno. Por cierto, ¿será eterno lo que dejamos escrito en Internet?


INSCRIPCIÓN DE TURZO

Poco cristiano sería 
el que a esta casa llegara 
y por vergüenza dejara de decir AVE MARÍA

Y menos aquel que oyendo 
esta palabra divina 
no respondiera diciendo
SIN PECADO CONCEBIDA.

Junio 1909


miércoles, 21 de marzo de 2012

EL VIENTO FRESCO Y PACÍFICO DE JOSÉ LUIS


En la Hoya de Huidobro, José Luis lo vio venir (1997).

Hoy aventarán las cenizas de José Luis Estrada Liébana en tierras de Sanabria, paisaje de devoción de mi insustituible amigo. Y un viento fresco llegado de la sierra Segundera, convertido en suave brisa, quizá las lleve  hasta Truchas, lugar donde nació, allá por La Cabrera. Será el mismo viento fresco y pacífico que con él llegó a Burgos para traernos un periodismo sin ataduras a poderes, libre, independiente. Fueron años de esperanza y de lucha en Diario 16 Burgos por conseguirlo, difíciles, con zancadillas de aquí y de allá, y al final no pudo ser. José Luis se fue a León en la creencia de que su batalla y sueño por una sociedad más justa y solidaria la había perdido en la Cabeza de Castilla. Lo volvería a intentar en el reino leonés, pero otra vez muros infranqueables de sinrazón y egoísmos le llevaron a la frustración. Y entre pérdida y pérdida, en José Luis iba anidando la lucidez total para comprender dónde estaba el refugio de la bestia que ordena el mundo de la injusticia y cuáles eran las claves de su éxito. Sin ser ni un profeta ni un visionario, guiado sólo por la lógica y el estudio, apartado de todo sectarismo, él vio venir, hace muchos años, lo que ahora llamamos La Gran Crisis, la tormenta perfecta que angustia a los que menos tienen y que enriquece más y más a los que la provocaron. Me lo contó un día en Huidobro, al pie de un ábside románico en ruina, mirando al hayedo otoñal del arroyo Turrientes. Esto va a ocurrir, me decía, y ha ocurrido. Por eso su última batalla fue para mostrarnos a todos de dónde provenía y cómo se organizaba el Mal. Por eso publicó sus tres imprescindibles panfletos de “A LA PLAZA”, su testamento intelectual, el catecismo laico que todos deberíamos hoy aprender.

Hasta siempre, José Luis. Fuerza y ánimo, Esther, Hiral, Rayani. 

miércoles, 14 de marzo de 2012

LOS PALACIOS DE ESPINOSA DE LOS MONTEROS








FOTOGRAFÍAS: Palacios de Espinosa de los Monteros (Tomadas en 2011 y 2012). 

Siempre he pensado que Espinosa de los Monteros podría haber sido el pueblo más bello y notable de Burgos, y quizá también uno de los diez con más encanto de España. Por su enclave geográfico, rodeado de montañas de nieve, por su historia de los Monteros, aureolada por hermosa y vieja leyenda, por ser capital de los pasiegos, esa noble estirpe con cultura propia que ahora sucumbe, pero sobre todo, por sus muestras de arquitectura fortificada, representada en su soberbio castillo de los Velasco, a orillas del Trueba, y por sus numerosos y hermosos palacios que, por no sé qué suerte de milagro, aún podemos admirar, salpicados aquí y allá, encerrados en la trama urbana. Si me apuráis, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, creo que resultaría difícil encontrar un núcleo de población rural  de su tamaño tan extraordinariamente dotado de palacios. Su conjunto constituye una riqueza cultural que, en mi opinión, aún no ha sido suficientemente “puesta en valor”, por emplear una expresión tan en boga hoy. Y cuando digo que es un milagro su conservación, estoy pensando en lo pintoresco que debía ser Espinosa antes de que sufriera la gran transformación de su caserío, cuyo resultado gris ahora podemos ver. Debe haber sido en el último medio siglo cuando gran parte de su arquitectura popular, que a  juzgar por las pocas muestras que quedan puede uno imaginar como una auténtica delicia, fue notablemente disminuida, siendo sustituida –signo de los tiempos- por otra mucho más impersonal, irrespetuosa con el buen gusto, cargada de “modernos” y encajonados bloques de pisos. Pudiendo haber construido con respeto a lo tradicional se optó por lo fácil y feo. Afortunadamente, la preciosa Plaza Mayor sigue inmutable, con su esplendor y gracia de siglos. Afortunadamente también, los palacios están ahí todavía, altivos, góticos, renacentistas, barrocos, cada uno con su historia y época, luchando por sobrevivir y recordándonos que Espinosa de los Monteros fue mucho  más que un pueblo de montaña ganadero. Aquí os dejo, queridos amigos, algunas estampas palaciegas espinosiegas. Que las disfrutéis.


Plaza Mayor de Espinosa un martes
de su tradicional  mercado, 1995.
En ella se respira las esencias
del buen gusto constructivo. 

NOTA: Sé que no he aportado nada nuevo al decir lo que he dicho, pero, no sé cómo os diga, necesitaba decirlo.      

martes, 6 de marzo de 2012

FUEGO Y RELIGIOSIDAD POPULAR

Casa quemada en Gobantes (1997)..

Aseguradora de incendios en casa de Covarrubias (2010). 

Aseguradora de incendios en Tardajos.
(2011).

Cantabrana. Cruz en dovela.  

Sagrado Corazón protector. "Bendeciré esta casa". (2007).

"Reinaré en España y bendeciré esta casa". (2010).

FOTOGRAFÍAS: Gobantes. Covarrubias. Cantabrana. El Almiñé. 

En días pasados ardió una cabaña pasiega en Las Machorras con el trágico resultado de una persona muerta. El suceso me ha hecho recordar que el fuego es, y está siempre presente en las comunidades rurales, uno de los peligros más frecuentes con los que éstas se tenían y tienen que enfrentar. Por temor a las llamas destructoras, generalmente causadas bien por una chispa desmadrada, la entrada de un rayo, por una chimenea recalentada en exceso o por un cortocircuito cuando hubo luz eléctrica, las mejores casas de los pueblos eran por lo general aseguradas. Buen ejemplo de ello son las chapas oxidadas de las compañías de seguros que todavía hoy pueden verse en viejas fachadas. Estas chapas, sean de La Unión, Zaragozana, Numancia o La Catalana, por citar sólo algunas de las muchas compañías que hemos podido ver, son los únicos letreros comerciales, sí así se les podría llamar, que pueden encontrarse en nuestros pueblos. Pero las aseguradoras eran para pasado el fuego, no para prevenirlo. Durante siglos y hasta tiempo muy cercano, debió ser el signo de la Cruz el protector más extendido, junto a la placa, más reciente, de  “Reinaré en España y bendeciré esta casa”. Símbolo cristiano por excelencia, hecha en el aire con la mano, la cruz podía servir para tener éxito con la masa del pan en el horno o con la carne de la matanza, por ejemplo; esculpida o pintada, presidiendo la entrada de las casas, podía valer también para ahuyentar las fuerzas demoníacas y los incendios. Para esto último, igualmente preventivo y protector era invocar a los ángeles y santos con determinadas oraciones. Éstas, recitadas en el momento de ir a dormir y acompañadas de una Cruz, hecha con la mano o con unas tenazas sobre las cenizas recogidas del fuego del hogar, debieron ser bálsamo para que las noches pudieran discurrir sin grandes sobresaltos. En la  entrada de este Cajón de Sastre “La luz del día, la oscuridad de la noche” ya vimos  la importancia que en un tiempo se daba al hecho de pasar de las tinieblas a la luz, y cómo para superar o haber superado con bien este trance había también específicas oraciones. Veamos ahora algunas que de las más recurrentes en nuestros pueblos con respecto al fuego o la lumbre:


UNA CRUZ EN EL FUEGO APAGADO

“Cuando voy a la cama hago una cruz en el fuego apagado, todas las noches, como lo aprendí. No se me olvida desde niña que lo aprendí. Hago la cruz y rezo:

Si viene el ángel,
que encuentre luz.
Si viene el diablo,
que encuentre luz.
Que el Señor bendito
nos deje amanecer con bien.

Eso se decía para evitar el fuego, para que no nos pase nada. Antes en casa de mis padres hacíamos la cruz con la tenaza, y ahora, en esta cocina [económica] lo sigo haciendo igual. Mi madre siempre lo hacía en la ceniza, que tenía la lumbre baja”.

Recogido en Hontoria del Pinar: 12-2-1998


“Tápote lumbre,
hago una cruz,
cuando venga el ángel,
vea la luz.
El ángel traiga,
el ángel lleve,
amén, Jesús.

“[Se decía] por si acaso algún gato o alguna cosa, a lo mejor se encendía [y] podía pasar cualquier cosa. Y así, de esa manera, pues no pasaba nada”. 

Recogido en Villamudria: 22-9-1997


UNA CRUZ EN EL BRASERO

“Cuando mi madre terminaba de hacer la cena cogía la lumbre en un brasero, hacía una cruz, y decía:

Bajad angelitos,
bajad a por luz,
que aquí encontraréis
esta Santa Cruz”.

Recogido en Cardeñajimeno: 19-7-1997

  
UNA CRUZ PARA ENCENDER 

            “San Miguel, San Miguel,
            ayúdanos a encender,
y después de encendido,
San Miguel sea bendecido”.

Recogido en Bezares:  13-12-1999 

           



jueves, 1 de marzo de 2012

VENTANAS PALACIEGAS DE HORNA Y EL RIBERO



FOTOGRAFÍAS: El Ribero. Horna. (Tomadas el 28 de febrero de 2012). 

Ampliamos hoy, queridos amigos y seguidores de este Cajón de Sastre, la nómina de ventanas con historia. Traigo hoy aquí la principal del palacio-torre de El Ribero, magnífico exponente del Renacimiento y lucero de la más bella muestra de arquitectura fortificada en la provincia. Localizado allá por el Crucero de Montija, muy cerca de los numerosos palacios y torres de Espinosa de los Monteros, el palacio de El Ribero es ahora un lugar de hospedaje para turismo rural. Seguro que es un gustazo despertar en el privilegiado dormitorio y asomarse desde su bellísima ventana al río Trueba, que discurre a sus pies, como debió hacerlo la familia Riva Herrera Alvarado, dueña en su día del palacio-torre. Es una verdadera suerte, por no decir un milagro, que este monumento se haya conservada en la manera que lo ha hecho.

A continuación de El Ribero, os presento dos preciosos ejemplares pertenecientes a una casona noble y blasonada de Horna, muy cerca de Villarcayo; dos nuevas ventanas, recercadas por sillares y molduras primorosamente labrados y coronadas por sendos escudos, que enriquecen notablemente la colección que seguimos.